Escasa educación en 1821

Escasa educación en 1821

Se intimó a abrir las aulas de San Francisco.

EL CONVENTO FRANCISCANO. Los frailes fueron obligados a reabrir la escuela, so pena de quitarles ese local. EL CONVENTO FRANCISCANO. Los frailes fueron obligados a reabrir la escuela, so pena de quitarles ese local.

En su “Historia de la República de Tucumán”, Ricardo Jaimes Freyre dedica varias páginas al problema de la educación elemental en aquellos tiempos de guerra civil. Expresa que en 1821 se fundó en Tucumán la primera escuela fiscal, “que desde tiempo atrás era una aspiración del pueblo, y especialmente de la burguesía, que se veía obligada a enviar a los niños fuera de la provincia para que adquiriesen los más elementales conocimientos”.

Esto tenía su historia. El Cabildo no había logrado que se hiciera efectiva la donación de 10.000 pesos hecha por Manuel Belgrano con ese objeto. Se le opusieron toda clase de dificultades, algunas por parte del albacea del prócer, Félix Frías (padre), y otras por parte del Gobierno de Buenos Aires. Entonces, el Cabildo recordó que, en 1785, habían entregado a la Orden de San Francisco el templo y convento que fue de los Jesuitas, con el cargo de fundar “una escuela pública de primeras letras, de gramática y de filosofía”. Apunta Jaimes Freyre que, si bien consta que los frailes la tuvieron abierta a fines del siglo XVIII y principios del XIX, “la severa intimación que les dirigió el Cabildo prueba también que en 1819 esa escuela no funcionaba hacía largos años”. Se advirtió a los padres que les exigirían la devolución del edificio, si no llenaban el requisito establecido, y que uno de los regidores del Cabildo visitaría semanalmente las aulas. Así se logró que la escuela franciscana abriera de nuevo.

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Su falta de recursos hizo que el Cabildo (febrero de 1820) acordara un subsidio de 100 pesos anuales al maestro Fray Juan José de los Dolores, y que se le suministrara papel, tinta y otros útiles. Agrega el historiador que “no debía de ser un pozo de ciencia el padre Juan José, sí ha de juzgarse por la pobre redacción y hórrida ortografía de sus recibos a las cajas del Ayuntamiento”.

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