Bambi: belleza, melancolía y un personaje entrañable

Bambi: belleza, melancolía y un personaje entrañable

La película, estrenada durante la Segunda Guerra Mundial, fue un paso audaz de Disney: habló de la muerte e hizo llorar a todo el mundo.

08 Agosto 2017

Hace 75 años se produjo el estreno de una de las obras maestras más bellas y tristes de la factoría Disney, la historia del cervatillo Bambi, que sigue haciendo derramar lágrimas a grandes y a pequeños de todo el mundo.

Una sola vez un superior se burló llamándolo “comandante Bambi”, pero pese a ello Donnie Dunagan trató de mantener en secreto hasta su jubilación el hecho de que puso la voz infantil al más famoso de los cervatillos. Fue un acontecimiento que opacaba otros logros de Dunagan: haber sido el instructor más joven de la Marina estadounidense, haber ganado varias medallas al valor o haber sido herido en Vietnam. “Me puedo imaginar perfectamente lo que ponían en sus cartas los sargentos y capitanes de mi compañía: ‘querida mamá, ¿adivina quién es mi comandante?’”, relató más tarde al “Military Times” el oficial que hoy tiene 82 años.

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Cuando tenía cinco años, Dunagan actuó en la película de terror “El hijo de Frankenstein”, y dos años más tarde puso la voz al protagonista del clásico de los dibujos animados. Para aquel entonces la historia del cine de animación había dado grandes pasos. El siempre perfeccionista Walt Disney tardó cinco años en estar satisfecho con su obra. Finalmente, “Bambi” llegó a los cines el 8 de agosto de 1942 en Londres -plena Segunda Guerra Mundial-, aunque comenzó a exhibirse en los cines estadounidenses unos días más tarde.

La elección de la capital británica se debió a que los estudios temían las protestas de los cazadores del estado de Maine, en vista de que el mensaje de la película es muy claro: el ser humano es el peor enemigo de la naturaleza.

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Sin embargo, los cazadores no tenían ninguna oportunidad frente a Bambi, con sus grandes ojos infantiles y una expresión que derrocha dulzura. Acompañado del conejo Tambor y de la mofeta Flor, Bambi va descubriendo las bellezas y los desafíos del bosque, hasta que crece y se convierte en su rey. La gran tragedia que ningún niño olvidará al verla es el momento en que Bambi comprende que su madre ha muerto por el disparo de un cazador.

Tras el éxito con su primer film animado, “Blancanieves y los siete enanitos”, Disney compró los derechos de la novela “Bambi”, publicada en 1923 por el escritor austríaco Felix Salten (1869-1945). Consideraba que la historia del cervatillo era la posibilidad de reinventar el género: Bambi debía moverse de la forma más natural posible pese a ser un dibujo, en vez de parecer la caricatura de un animal.

En Estados Unidos no hay corzos (como el Bambi original), así que Disney lo convirtió en un ciervo de Virginia. Para que los dibujantes estudiaran los movimientos naturales, llevó ciervos y otros animales salvajes a una zona vallada en la parte de atrás de los estudios y envió a equipos de camarógrafos a los bosques para observar a los animales en su entorno real.

Pero sus esfuerzos no fueron recompensados. El público quería los elementos de fantasía que habían hecho famoso al estudio. El crítico del New York Times aseguraba tras el estreno: “en su búsqueda de la perfección el señor Disney se acerca peligrosamente a acabar con todo el mundo de fantasía del cine animado”. “No se puede mezclar naturalismo con la fantasía del cine animado”, juzgaba implacable.

Pese a haber sido nominada a tres Oscar, “Bambi” consiguió recuperar los costos solamente cuando fue repuesta después de la Segunda Guerra Mundial. Un viejo truco de Disney que siempre funciona: en los últimos 75 años el clásico le ha permitido ganar a los estudios más de 250 millones de dólares.

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