Los libros tucumanos piden lugar

Los libros tucumanos piden lugar

“Para mí, una casa sin libros es un espacio insólito” (Juan José Hernández, en un reportaje concedido a Página/12).

Hernández, escritor imprescindible, murió hace 10 años -el aniversario se cumplió en marzo- sin que se multiplicaran los homenajes que tanto merece. “La ciudad de los sueños”, su única novela, propone un viaje agridulce y único hacia una tucumanidad que luce cada vez más borrosa en el espejo retrovisor de la vida. A todos les pasa, por más que estilísticamente los separe un campo tan extenso como el que diferencia a Hugo Foguet de Eduardo Perrone. Según Hernández, que era capaz de ironizar sobre todo -empezando por sí mismo-, los libros pertenecían a otra categoría, con la que no se juega ni de que la que cabe dudar. La palabra escrita, en ese credo, es oxígeno y alimento. Y si no, que les pregunten a los responsables de la Fundación Tomás Eloy Martínez, que al mudarse de sede deben mover la biblioteca de 17.000 volúmenes que legó su inspirador.

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Desde hace años viene pronosticándose la muerte de la edición en papel de los diarios. Algunos hasta le pusieron fecha. Pero los libros, que se fabrican con la misma materia prima, viajan por otro carril de la autopista. Sí, en el tráfico se mezclan kindles, PDFs piratas, fan fiction atada al mástil de los blogs, sitios dedicados al scaneo y/o al copy paste, portales alimentados por escritores consagrados o ignotos y, por supuesto, toneladas de publicaciones en las redes sociales. Pero el libro sigue marcando diferencias notables. ¿Será por eso que hay booktubers y no diariotubers?

“El fenómeno de las editoriales independientes se registra desde hace 15 años en Buenos Aires, pero acá se está dando en muletas”, apuntó Blas Rivadeneira en una entrevista con LA GACETA. Él es uno de los organizadores del Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT), cuya tercera edición registró un notable line up (de Daniel Guebel y Mariana Enríquez a Hebe Uhart y Alicia Genovese, pasando por muchas otras figuras). A ese perfil podrían aspirar, por caso, futuras ediciones del Mayo de las Letras, al que le sobra entusiasmo pero le falta efectivo.

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Pero volvamos al comentario de Rivadeneira y al FILT, que incluyó entre sus debates un abordaje al trabajo de las editoriales independientes. Los hacedores -de acá y de allá- debatieron sobre los modelos de autogestión, los pros y contras, las estrategias para hacer pie en el mercado o moverse fuera de él y un largo etcétera. Esas discusiones vienen replicándose en diferentes ámbitos y reflejan la necesidad de visibilizar las obras que está instalada en la comunidad literaria tucumana.

La proliferación de iniciativas -básicamente grupales- conforma un cuerpo de pequeñas editoriales que, más allá de las entendibles disparidades de calidad en los contenidos elegidos, lucha por consolidarse en un escenario que a veces es indiferente y a veces se presenta hostil. Las críticas del establishment duelen en el ánimo y los costos de impresión lastiman el bolsillo, pero la madre de todas las batallas sigue siendo la llegada a los lectores. Eso implica conseguir que los libros circulen, que los autores se conozcan y que, finalmente, alguien saque dinero de su billetera para meterlo en la del narrador, poeta o ensayista de turno. Esta metáfora, usada una y otra vez por Stephen King, va al hueso del oficio. ¿O no hay que parar la olla para escribir con la panza llena?

Una casa rebosante de libros emite poderosos mensajes, hacia adentro y hacia afuera. Si esos libros son tucumanos, mucho mejor, pero para eso los lectores deben encontrarlos y darles un aprobado inicial. Eso depende de una edición prolija y amigable. Después, la sustancia dependerá de la inspiración de quien le pone el cuerpo al texto. En el medio asoma, fundamental, la estructuración de cadenas de difusión más eficaces, capaces de exceder las ferias de ocasión o la habilidad para mover un título en Facebook. Ahí juegan todos y el mejor modo es hacerlo unidos, intercambiando ideas y movidas imaginativas. Hay mucho para leer y muchos lectores dispuestos, se trata de que coincidan más seguido en el lugar y el momento indicados.

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