La Sociedad Sarmiento aguarda una revalorización

La Sociedad Sarmiento aguarda una revalorización

Se las suele llamar madres porque han dado a luz un gajo de la historia de una comunidad. En muchas partes, estas instituciones señeras no sólo son preservadas, sino también modernizadas para que sigan prestando sus valiosos servicios a la ciudadanía. Pero en otras, no sucede lo mismo. En Tucumán, la Sociedad Sarmiento, fundada el 17 de junio de 1882, se convirtió rápidamente en el motor de la cultura. Poetas, pensadores, músicos, intelectuales confluyeron en ese lugar.

Diseñada por Domingo Selva, mentor también de la Casa de Gobierno, la entidad, cuya actual sede data de 1906, cuenta con un rico pasado. En octubre de 1916, brindó allí una conferencia el filósofo español José Ortega y Gasset y en 1931 ofreció un concierto el gran pianista Arthur Rubinstein. También pasaron por su auditorio Ramón del Valle Inclán, Georges Clemenceau, Leopoldo Lugones, Alfonsina Storni, Ricardo Rojas. En 1906, Juan B. Terán, por entonces presidente de la entidad- diseñó el sueño de que Tucumán tuviese una universidad propia.

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Sin embargo, desde hace ya tiempo, la entidad de Congreso 65 ha ido perdiendo presencia en nuestro medio. Las ayudas económicas insuficientes, la falta de actualización y de informatización, el mal estado de parte de sus instalaciones, la disminución de socios, la escasez de empleados han ahondado su declinación. Su biblioteca, fundada por Emilio Carmona, contaba con 65.184 libros en 1995.

La Universidad Nacional de Tucumán firmó en 2006 un convenio por el que se comprometía a refaccionar la sede y a colaborar en el mantenimiento del fondo bibliográfico. La Sociedad Sarmiento conservaba el usufructo y en caso de desaparecer, cedía la propiedad del inmueble que pasaría a la UNT, así como su patrimonio. En julio de 2016, señalamos que de sus libros, sólo podía consultarse una pequeña parte porque no había un fichero, y no era posible acceder al entrepiso por riesgo de derrumbe. Había una habitación donde los volúmenes se amontonan en desorden y en el suelo. El salón de conferencias, donde se ofrecieron conciertos se halla cerrado al público y el piano está deteriorado.

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“La Sociedad ya ha pagado su compromiso, que consistió nada menos que ceder a la Universidad el valiosísimo edificio en forma de donación. A cambio, la casa de estudios se comprometía a restaurarlo, mantenerlo y proteger el acervo bibliográfico de la biblioteca. Es muy doloroso ver que nada de eso haya ocurrido y que el edificio se encuentre en el estado calamitoso en que se halla”, dijo hace un tiempo el arquitecto Raúl Torres Zuccardi, ex presidente de la institución.

Se podría informatizar la biblioteca de manera que tuviese una página Web y pudiese estar interconectada con otras instituciones nacionales e internacionales, para intercambios, crear una base de datos, digitalizar los libros más valiosos. Se podría restaurar el salón para que fuera nuevamente un lugar de encuentro de la música y el teatro, así como de conferencias; elaborar una programación tentativa. Podría diseñarse tal vez un bar que invitara a la gente a entrar y a familiarizarse con su valioso patrimonio.

La UNT, el Gobierno local y el sector privado podrían unirse para recuperar la Sociedad Sarmiento. Una parte de los miles de pesos que se destinarán a los próximos comicios legislativos podrían destinarse a devolverle la vida y el prestigio esta madre de instituciones tucumanas.

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