Las trampas nunca pasan de moda

Las trampas nunca pasan de moda

Estamos en el año 2436. Se cumplen 450 años del último título mundial del fútbol argentino. Veintinueve de junio de 1986. Nadie cuenta la conquista de la Copa de 2018. La FIFA la anuló tras comprobarse que Lionel Messi era una alteración genética de C.S. Rabildo, un médico “ambicioso, egocéntrico y sin escrúpulos”. Argentina fue desafiliada. El caso Messi ayudó a destapar más casos de manipulaciones genéticas en otras partes del mundo. Jugadores de Portugal, Alemania y Brasil. El escándalo marcó el final del fútbol. Desde entonces, como se titula el cuento, comenzamos a vivir “Un mundo sin fútbol”.

Gustavo Lombardi, ex jugador de River, lo escribió para el libro “Pelota de papel” (Planeta 2016). Ya cuando Messi, en esta era dominada por el marketing, nos avisa que tal vez él sea el último número uno puramente futbolero de la historia, por mucho empeño que pongan los medios para realzar su boda rosarina. Y antes de que el VAR llegue al fútbol para quedarse, como avisó en la Copa Confederaciones que termina hoy en Rusia.

Publicidad

Imposible que el fútbol se acabe en 2018, como imagina el cuento de Lombardi. Pero no hay dudas que comienza una era distinta.

El Mundial de Rusia tendrá dentro de un año una sede inédita en la que el sol nunca termina de caer. Las “noches blancas” de San Petersburgo. Es la sede hoy de la final Chile-Alemania. La ciudad báltica fundada en 1703, albergará siete partidos de la Copa de 2018, semifinal y tercer puesto incluido. Y luego vendrá Qatar 2022, sede confirmada si la geopolítica mundial no dice lo contrario. Tendrá todos sus estadios en 40 kilómetros, con techo corredizo y aire acondicionado. Y después será el turno de los nuevos Mundiales de 48 equipos.

Publicidad

Un nuevo fútbol

Los Mundiales de la era Gianni Infantino, el nuevo presidente suizo que había llegado para desterrar las manías “populistas” de la vieja FIFA que lideraba su compatriota Joseph Blatter. Serán Mundiales no sólo con VAR. Sino también con los tiempos netos de 60 minutos y los otros cambios que propone la nueva FIFA. Se viene un fútbol nuevo.

Una interpretación es que Infantino agiganta y cambia los Mundiales para asegurarse más votos y seguir en la FIFA. Podríamos decir también, como sugieren algunos especialistas, que, por un lado, la FIFA está preocupada por el avance de los Juegos Olímpicos, que incorporan deportes raros, como skate o escalada, para sumar nuevas audiencias. Y añadir, por otro lado, que las nuevas generaciones son mucho más tecnologizadas y están especialmente en los nuevos mercados que busca la FIFA, como Estados Unidos y China. Por eso tanto cambio.

El fútbol se sintió siempre algo así como el Rey León. “Todos cambiaron para adaptarse a la tele. Nosotros no. La tele debe venir siempre a nosotros”. Es cierto que el fútbol sigue siendo la mejor zanahoria para cualquier proyecto. Comprar sus derechos ha permitido construir imperios. Pero también es cierto que el fútbol ha pasado a quedar cada vez más dependiente de los dineros inflados de la tele. Y depende de ellos.

No todos los cambios pueden funcionar. Un ejemplo es el 3D. La tele influyó para que, en muchos países, hoy haya menos gente en las canchas. El 3D, con cada aficionado en su casa o en el bar conectado a sus anteojos especiales, aumenta un aislamiento que poco tiene que ver con la historia de la popularidad del fútbol. Y podemos citar también lo que sucedió con el otro deporte que más alianzas trazó con la TV: el boxeo.

La tele llegó a inventar sellos y categorías con tal de tener peleas. Arruinó al boxeo. El fútbol argentino recomenzará una nueva era ya a partir del 1 de agosto, con el nuevo campeonato y con la vuelta de la pelota al cable. Eso sí, no habrá pagos extras por ahora. Hay elecciones. Y el negocio del fútbol y la tele tiene también mucho de política. Aunque algunos pretendan hacer creer que ellos no están contaminados por “ideologías” ni “populismos”. Política, sabemos, hacen todos.

¿Y los deportistas? ¿Llegaremos acaso a los cracks de manipulación genética que nos contaba Lombardi en su cuento del inicio? Por lo pronto, sabemos que el fútbol sigue usando algo tan viejo como el diurético. No mejora prestaciones, todo lo contrario. Pero sí enmascara el uso de drogas más poderosas. River, como casi todos los que han sufrido positivo de diuréticos, rechaza hoy sospechas y alega contaminación. Se especula sobre la buena relación River- Conmebol, alimentada por inesperados cambios reglamentarios que permiten inscribir a más jugadores para la segunda fase de la Libertadores que ya comienza. De lo que menos se habla, claro, es del doping. De qué es el doping en este deporte cada vez más inflado. Algún día habrá que hacerlo.

Comenzó una nueva edición del Tour de Francia. El ciclismo, sabemos, es uno de los deportes que más sufrió el doping. En Italia hay indignación por el último caso de esta semana. Saltó en una competencia regional de Sicilia. Positivo de anabólicos. El infractor tiene apenas 14 años de edad.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios