A fuerza de creer en promesas, en San Javier sueñan con salir de un profundo letargo

A fuerza de creer en promesas, en San Javier sueñan con salir de un profundo letargo

Unas 60 familias resisten en una zona que puede ser un paraíso, pero donde faltan contención e infraestructura básica.

-UN FUTURO CERCADO. Los jóvenes abandonan la villa veraniega por la falta de oportunidades de educación y laborales. Ni siquiera se puede terminar el secundario en la escuela Otilde Toro. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA.- -UN FUTURO CERCADO. Los jóvenes abandonan la villa veraniega por la falta de oportunidades de educación y laborales. Ni siquiera se puede terminar el secundario en la escuela Otilde Toro. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA.-

Las calles son lugares solitarios. Hay tierra húmeda y pequeños pozos con el agua que la última llovizna ha dejado como recuerdo. Las casas -la mayoría vacías- están semiocultas por una niebla que lo difumina todo. Cada tanto circula algún vehículo por la ruta 338. Cuando las nubes empiecen a subir, San Javier mostrará una cara más linda: montañas hinchadas de verde, vistas panorámicas, el Cristo Bendicente, aire limpio y vegetación intacta.

A ese rostro los lugareños lo llaman el paraíso. Sin embargo, es la otra cara lo que más les preocupa: los rasgos de la desolación, de la pobreza, de la falta de oportunidades para los jóvenes, de la escasez de emprendimientos, del letargo en el que viven desde hace muchos años y del cual no pueden salir. Pero no pierden las esperanzas de que algo o alguien llegue en su rescate. Los anima la promesa que acaba de hacer el Ente de Turismo, que planea mejorar toda la zona de El Cristo Bendicente para atraer más visitantes. Aunque muchos, en el fondo, no quieren ilusionarse.

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San Javier va perdiendo año a año su gente. Los jóvenes son los que más arman los bolsos y se marchan. No se van de viaje. Huyen. Van en busca de trabajo, educación, transporte. Futuro. Es un éxodo hormiga que comenzó hace décadas, advierte la demógrafa Nora Jarma.

“El nudo del problema de esa hermosa localidad es la carencia de todo tipo de infraestructura. Es probable que hasta que ese problema no sea resuelto, el éxodo poblacional de San Javier continúe y los proyectos de desarrollo resulten inviables”, evalúa la especialista.

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La comuna, que se sitúa en el departamento de Yerba Buena, presenta números desoladores. En un reciente estudio realizado por especialistas en urbanismo, denominado “Lineamientos estratégicos para la gestión territorial del área metropolitana de Tucumán”, llama la atención el decrecimiento de la población en San Javier. Esta localidad ha perdido casi la mitad de sus habitantes: el 47% para ser precisos.

“Se debería prestar atención a las causas de su despoblamiento, teniendo en cuenta que (San Javier) se encuentra muy cercana al Casco Histórico del departamento capital, y que tiene bellezas naturales que podrían ser exploradas y explotadas como áreas de ocio y esparcimiento”, advierten los expertos que hicieron el estudio coordinado por la arquitecta Marta Casares. El trabajo ya fue entregado a las autoridades provinciales.

Servicios insuficientes

No tienen supermercados, cajeros automáticos ni estaciones de servicios. Quienes siguen en San Javier (alrededor de 60 familias) viven en casas desparramadas en los 64 kilómetros cuadrados que tiene la localidad, ubicada a sólo 20 minutos de la rotonda de Yerba Buena. El único medio de transporte público que tienen pasa cada cuatro horas.

Por la calle 8 (a 100 metros de la ruta) sobrevive, humilde y silenciosa, una de las más antiguas despensas de San Javier. Lleva el nombre de su primer dueño “Don Alberto”, de apellido Juárez, quien llegó hace muchos años a la zona para satisfacer las necesidades de los veraneantes.

Detrás de la reja de la ventana está Amalia Lucero, de 70 años. Es la nuera de don Alberto. Cuenta que arribó a la villa hace 48 años. Ella es de San Luis, conoció a su actual esposo, Claudio, en Buenos Aires; se casó y se mudó al cerro.

“Hasta hace 20 años nos iba muy bien. Pero ahora ni los que tienen casa vienen seguido. Es una lástima que nunca se haya aprovechado turísticamente la zona. Veo que abren emprendimientos, pero pronto tienen que bajar las persianas”, comenta, apoyada sobre un viejo y enorme mostrador, cuya heladera está casi vacía.

“De aquí todos se van. Obvio, ¿a qué se van a quedar?”, piensa en voz alta. Con tristeza, comenta que tuvo que despedir a dos de sus tres hijos, que se fueron siendo jóvenes, formaron familia y ahora van a visitarla cuando pueden.

Amalia espera con ansias los fines de semana para ver algo de movimiento en la villa. “Esto se ha vuelto muy inseguro. Antes dormíamos con las ventanas abiertas. A mí ya me asaltaron un montón de veces. La última vez me reventaron dos puertas, me agarraron del cuello, se llevaron todo. La pasamos muy mal”, revela.

Al igual que muchos de los pobladores, afirma que los jóvenes se van porque ni siquiera pueden terminar el secundario allí. La única escuela que funciona en la zona, la Otilde Toro, los contiene hasta los 14 o 15 años. Después sólo pueden seguir estudiando los que tienen entre $ 60 y $ 80 por día para pagar el colectivo que los lleve hasta Yerba Buena o la capital. Otra opción es ir hasta Raco, donde funciona un establecimiento secundario.

“Es lamentable. Los que no pueden continuar los estudios terminan haciendo changas o no hacen nada, lo cual es muy desesperanzador. En las mujeres también es preocupante la falta de oportunidades; las chicas a los 12 o 13 años ya tienen bebés aquí”, sostiene María Ester Fernández, de 50 años. Ella vive hace cuatro décadas en la calle 1, muy cerca de la comuna. Su esposo es cocinero en el hotel de la villa veraniega. La situación le preocupa, teniendo en cuenta que su hija, Aldana, ya cumplió 12 años y en poco tiempo tendrá que ver cómo hará para que pueda seguir estudiando.

Roxana Sercan, directora del CAPS de San Javier, admite que le preocupan los adolescentes de la zona y que por tal motivo se está desarrollando un espacio para ellos, para contenerlos. “Tenemos embarazos adolescentes. La tasa de natalidad es alta, ya estamos al borde de lo que se espera para todo el año, y eso que contamos con un programa de salud sexual y procreación responsable”, señala la profesional.

El CAPS está ubicado en el Centro Integrador Comunitario, que funciona frente a la calle 2, unos metros abajo del Cristo Bendicente. También en este lugar hay un programa para jóvenes. Se les dictan cursos de vivero y parquización, de inducción al trabajo y de cocina regional. “Los chicos, a los 15 años, ya no tienen muchas expectativas lamentablemente”, evalúa un empleado del centro comunitario, que prefirió no identificarse.

Los vecinos creen que sólo cuando este diamante en bruto que es San Javier se explote turísticamente habrá fuentes de trabajo para los jóvenes y ya no querrán irse. Mientras tanto, se quejan porque cuando los visitantes llegan se encuentran con una ruta en mal estado, sin baños suficientes ni infraestructura para recibirlos. “Mire, ahí al frente estaban haciendo la casa de la cultura. Empezaron la obra y quedó abandonada”, protesta María Ester. Otra vecina, Rosario Vega (45 años) reniega por el eterno problema que tienen con el servicio del agua. “Ha mejorado en los últimos meses, pero seguimos sufriendo cortes y el líquido sale marrón de los caños. ¿Qué turista quiere venir así?”, cuestiona.

“Tal vez esto cambie; ojalá, porque yo quisiera vivir para siempre aquí”, dice Aldana, mochila al hombro, sonrisa tímida. Desliza su mirada hacia el Cristo, hacia las montañas... Elige, por ahora, quedarse con eso, con el mejor rostro de la villa que la vio nacer y crecer. Y que no quiere tener que despedirla. 

merma en la población
el último censo arrojó 282 habitantes
Según el censo 2001, San Javier tenía 533 habitantes y en 2010 esa cifra bajó a 282. Es la única localidad de la provincia que no creció, según el Estudio de Diagnóstico del Área Metropolitana de Tucumán (Edamet). Es también el poblado donde menos mejoras de viviendas hizo el Estado.
Este trabajo muestra que entre quienes residen permanentemente en la villa, la mitad de sus casas tienen una calidad constructiva de vivienda “insuficiente”. Además, en el 32,3% de los hogares se registran necesidad básicas insatisfechas. La calidad de conexión a los servicios básicos es, en el 45% de los casos, insuficiente. La mayoría de los adultos que viven en San Javier trabajan en la comuna y haciendo tareas de albañilería o de jardinería en las casas de los veraneantes.
 
sólo hasta tercer año
En la otilde toro hay problema con el agua
La única escuela que hay en San Javier es la Otilde Toro, y a ella concurren 192 chicos, que van desde el jardín hasta tercer año de la secundaria. Cuarto, quinto y sexto año lo deben hacer en Raco, en Yerba Buena o en la capital. La mayoría de los chicos que asisten a la escuela pasan casi todo el día en el establecimiento: desayunan, almuerzan y meriendan, resalta la directora, Patricia Jiménez. A ella le toca ver de cerca las necesidades que padecen los niños y sus familias. “Hace falta trabajo, sin dudas”, señaló. Lo que más le preocupa es que se mejore el servicio de agua potable en la escuela, y por este motivo pidió que se instale una cisterna en el lugar.
sin una voz oficial
la infructuosa búsqueda de gonzalo vildoza
LA GACETA visitó la comuna de San Javier para hablar con el jefe comunal, el doctor Gonzalo Vildoza. Como el funcionario no se encontraba en su oficina, miembros de la repartición ofrecieron el panorama oficial de cómo están las cosas. Señalaron que el proyecto de mejoras de la zona del Cristo Redentor es una obra esperada por varias generaciones y que ayudaría a salir del letargo a la villa veraniega. Además, reconocieron el problema que tienen los jóvenes, quienes no cuentan con los recursos para seguir sus estudios y adelantaron que por eso gestionarán un boleto estudiantil. Asimismo, comentaron que a 15 kilómetros de San Javier hay una escuela en la que, en los próximos meses, los estudiantes podrán concluir su secundaria. Señalaron además que, según sus números, la población de San Javier llega a 600 habitantes. Respecto del servicio de agua, señalaron que la provisión mejoró en un 70%. Cabe aclarar que, desde el jueves, LA GACETA intentó contactarse todos los días con Vildoza para corroborar estos datos. El comisionado se comprometió a brindar su parecer, pero hasta ayer a la tarde no lo hizo.

> Merma en la población
Eel último censo arrojó 282 habitantes

Según el censo 2001, San Javier tenía 533 habitantes y en 2010 esa cifra bajó a 282. Es la única localidad de la provincia que no creció, según el Estudio de Diagnóstico del Área Metropolitana de Tucumán (Edamet). Es también el poblado donde menos mejoras de viviendas hizo el Estado.
Este trabajo muestra que entre quienes residen permanentemente en la villa, la mitad de sus casas tienen una calidad constructiva de vivienda “insuficiente”. Además, en el 32,3% de los hogares se registran necesidad básicas insatisfechas. La calidad de conexión a los servicios básicos es, en el 45% de los casos, insuficiente. La mayoría de los adultos que viven en San Javier trabajan en la comuna y haciendo tareas de albañilería o de jardinería en las casas de los veraneantes.

> Sólo hasta tercer año
En la Otilde Toro hay problema con el agua

La única escuela que hay en San Javier es la Otilde Toro, y a ella concurren 192 chicos, que van desde el jardín hasta tercer año de la secundaria. Cuarto, quinto y sexto año lo deben hacer en Raco, en Yerba Buena o en la capital. La mayoría de los chicos que asisten a la escuela pasan casi todo el día en el establecimiento: desayunan, almuerzan y meriendan, resalta la directora, Patricia Jiménez. A ella le toca ver de cerca las necesidades que padecen los niños y sus familias. “Hace falta trabajo, sin dudas”, señaló. Lo que más le preocupa es que se mejore el servicio de agua potable en la escuela, y por este motivo pidió que se instale una cisterna en el lugar.

> Sin una voz oficial
La infructuosa búsqueda de gonzalo vildoza

LA GACETA visitó la comuna de San Javier para hablar con el jefe comunal, el doctor Gonzalo Vildoza. Como el funcionario no se encontraba en su oficina, miembros de la repartición ofrecieron el panorama oficial de cómo están las cosas. Señalaron que el proyecto de mejoras de la zona del Cristo Redentor es una obra esperada por varias generaciones y que ayudaría a salir del letargo a la villa veraniega. Además, reconocieron el problema que tienen los jóvenes, quienes no cuentan con los recursos para seguir sus estudios y adelantaron que por eso gestionarán un boleto estudiantil. Asimismo, comentaron que a 15 kilómetros de San Javier hay una escuela en la que, en los próximos meses, los estudiantes podrán concluir su secundaria. Señalaron además que, según sus números, la población de San Javier llega a 600 habitantes. Respecto del servicio de agua, señalaron que la provisión mejoró en un 70%. Cabe aclarar que, desde el jueves, LA GACETA intentó contactarse todos los días con Vildoza para corroborar estos datos. El comisionado se comprometió a brindar su parecer, pero hasta ayer a la tarde no lo hizo.

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