Meli tiene cáncer y duerme en la calle, pero sueña con pasar sus últimos días en una casa calentita

Meli tiene cáncer y duerme en la calle, pero sueña con pasar sus últimos días en una casa calentita

Los "sintecho" soportan el frío, el hambre y otros peligros de la noche tucumana. Cómo ayudar.

"Meli" alguna vez durmió calentita sobre un colchón y bajo un techo. Fue hace muchos años, cuando ella todavía tenía familia. Pero el destino le jugó una mala pasada y perdió todo hace un tiempo largo, incluso a sus seres queridos. Y hoy está sola. Tan sola que sus ojos se llenan de lágrimas cada vez que lo recuerda.

Son casi las 12 de la noche. En la esquina de Salta y San Juan, el "hogar" de "Meli", ya no se escucha ese ruido constante de vehículos de todas las mañanas y tardes. Hay tres drugstores abiertos y todos tienen, por lo menos, a alguien comprando. Un poco más alejada está ella, sentada, esperando que algún vecino de la zona le lleve un poco de comida.



Hace mucho frío y "Meli" sólo se puede cubrir con una manta verde que alguien le donó hace poco. La imagen duele. Más al verla sin medias y con los pies hinchados, en una noche donde la sensación térmica no supera los 2°.

Una pareja que camina junto a su hijo, y que vive a la vuelta de donde todas las noches duerme esta señora de pelo cortito y con voz tierna, le trae una milanesa con ensalada y un vaso de plástico con jugo en su interior.

Sus ojos se iluminan. Agradece y se sienta en la vereda de un local que está ubicado por calle Salta para comer. Lo hace de manera pausada, disfrutando esos pocos pedazos de carne. Y mientras "Meli" cena, esta pareja le cuenta a LA GACETA que ella está enferma; que no lo dice por vergüenza, pero que necesita ayuda.

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"Hace poco que la conocemos porque nos mudamos recientemente a esta zona. Un día pasamos y la vimos. Hacía muchísimo frío y ella estaba de pantaloncito corto. Le buscamos algo de ropa y desde ese momento que tratamos de ayudarla con lo que podemos. Nos dijo que necesita operarse, que tiene cáncer de matriz, pero no tiene documento. La hemos visto dolorida y con fiebre", cuenta Maité Bayo.

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Mientras “Meli” se acomoda en el lugar donde dormirá esa noche, se presta para conversar un tiempo con este diario. Y confiesa qué siente cuando está sola, cuando la luna es su única compañía y mientras espera que se haga de día para salir a pedir limosna.

“Cuando pienso que tengo que dormir en la calle me viene rabia y odio. No amargura, sino que me digo a mí misma ‘¿hasta cuándo voy seguir así?’. Es agotador; estoy muy cansada. Veo mi situación con mucha indignación”, se lamenta esta señora de 64 años.

Cuando se le pregunta qué es lo que desearía, no duda y responde: una casa. “He dormido en muchos hospitales y en la Asistencia Pública. Pero ya no puedo hacerlo. Me gustaría tener un lugar en donde vivir, pero no tengo ni documento; soy prácticamente una NN”, se lamenta “Meli”.



Una bolsa blanca con ropa usada es su única posesión. No le quedó nada en su vida. Una vida sufrida, más aún con la enfermedad que carga desde hace tiempo.

“Tengo cáncer de matriz. Me tendría que haber operado hace tiempo, pero por falta de tratamiento médico no he podido hacer nada. En los hospitales me hice calmantes, pero no me animo a hacer internación; tengo muchísimo miedo. Me duelen tanto los intestinos y los ovarios que parece que ya me voy a desvanecer. Ruego siempre que no me pase nada”, confiesa.

“Me aconsejan que haga el trámite de la jubilación, pero no tengo documento. Tengo 64 años y me he acostumbrado a hacer la limosna”, dice.

El reloj marca las 2 de la mañana. “Meli” empieza a acomodarse sobre la vereda de Salta al 300 para dormir arriba de unos cartones y junto a los restos de su comida que ya está fría como la noche. Y en su despedida dice una frase que duele: “no veo las horas de cerrar los ojos por el cáncer; pero sería hermoso que antes se me de la posibilidad de tener un lugar dónde vivir para no seguir así”.



Cómo ayudar a los "sintecho"

Los "sintecho" soportan el frío, el hambre y otros peligros de la noche. ONGs, parroquias y vecinos buscan hacer más llevadera la dura realidad.

Llevar a los albergues a quienes viven en la calle es una tarea ardua y minuciosa

También, distintas dependencias del Gobierno y de la Municipalidad se ocupan de ellos. Las personas que quieran ayudar a este grupo en riesgo pueden hacerlo de diferentes maneras.


PARQUE 9 DE JULIO. Una persona duerme dentro de una de las fuentes. LA GACETA / LUCÍA LOZANO

Albergues: todos los días desde las 20 hasta las 8 de la mañana.

Varones: Hogar de Cristo, Congreso 1.149.

Mujeres y familias: Parador de la Municipalidad, avenida Coronel Suárez al 600.

Lugares a dónde acudir para solicitar asistencia

- De 18 a 30 años: Dirección de Juventud: subsuelo de Casa de Gobierno, lunes a viernes de 9 a 18.

- De 60 en adelante: Dirección de Adultos Mayores: Las Piedras y 9 de Julio, tercer piso, de lunes a viernes de 8 a 18.


EN BARRIO NORTE. Una persona duerme en 25 de Mayo, entre Corrientes y Santiago. LA GACETA / JUAN MANUEL ROVIRA

- Dirección de discapacidad: Casa de Gobierno, planta baja, de lunes a viernes de 8 a 18.

Teléfonos a los cuales llamar para ir al albergue: 

Todos los días a Defensa Civil al 103.

También se puede comunicar a la línea 102, de lunes a viernes de 8 a 20.

Viernes y sábados a la noche: podés acercarte al “CERCA”, en la comisaría primera (San Martín al 200).

El programa Abrigar parte de la comisaría 1º, donde funciona el “Centro en Red de Contención y Asistencia al Ciudadano” (CERCA). Allí trabajadores de las áreas sociales atienden consultas de violencia de género, adicciones, situación de calle y adultos perdidos.

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