Hincha en las tribunas y dentro del campo de juego

Hincha en las tribunas y dentro del campo de juego

Daniela Altamiranda integró el equipo “decano” de fútbol femenino que ganó el primer clásico

LESIONADA. Daniela se cortó el tendón de Aquiles mientras jugaba al fútbol;  aun en muletas no deja de asisir al “Monumental”. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.- LESIONADA. Daniela se cortó el tendón de Aquiles mientras jugaba al fútbol; aun en muletas no deja de asisir al “Monumental”. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.-
29 Junio 2017

Cuando los nietos de los nietos de Daniela Altamiranda repasen el libro de la historia del Club Atlético Tucumán encontrarán el nombre de su tatarabuela en una de sus páginas. No sólo porque Daniela formó parte de un equipo que fue pionero en esa institución -y en la provincia, en general- del fútbol de mujeres en Tucumán, sino también porque fue la primera jugadora de Atlético en anotarle un gol a las “primas”, en lo que fue el primer clásico en versión femenina, que se jugó en la mismísima Ciudadela.

Aquel domingo 20 de abril de 1997 -hace poquito más de dos décadas-, esa cancha explotaba: el local recibía nada menos que a Atlético, por una nueva fecha del campeonato de la B Nacional 1996/7. Ese resultado no importa (cayó el “Deca”, 2 a 0), porque entre tantos clásicos jugados pasa a ser algo meramente anecdótico.

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Pero sí importa -mucho- cómo terminó el partido de las mujeres. Porque se trataba del primer clásico femenino; es decir, del inicio del historial entre ambos equipos. Y aquel encuentro lo ganaron las chicas “decanas”, por 2 a 1. Y los dos goles los convirtió Daniela.

Un pariente tiene la culpa de que Daniela -que nació hace 37 años cerca de La Ciudadela, en una familia que simpatiza por un club de ese barrio- sea hincha de Atlético. “Un tío muy fanático me hizo ‘decana’; yo tenía seis años”, cuenta a LG Deportiva, un rato antes de entrar al “Monumental” de 25 de Mayo y Chile, para ver a Atlético ante Vélez.

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Ya desde esa época le gustaba el fútbol. “Empecé a jugarlo cuando tenía cinco años, en mi casa. Mi primo siempre me acompañaba; y jugaba en torneos del barrio”, recuerda. En aquellos años no tenía más opciones que participar de esos encuentros barriales. Pero algún tiempo después, cuando cursaba el secundario en la Escuela de Comercio N° 1, surgió la posibilidad de darle seriedad a la práctica de ese deporte. “Las chicas me avisaron que podía jugar en Atlético. Y, como era hincha, fui. Jugaba de enganche; teníamos un equipo espectacular”, recuerda.

¿Cómo fue haber sido la punta de lanza del fútbol femenino en Tucumán?, pregunta LG Deportiva. “Era muy difícil. En ese momento había mucha dicriminación respecto de lo que era el fútbol femenino; no era muy aceptado. Era un ambiente muy machista; decían que no podía ser que una mujer juegue bien al fútbol. Lo sufrí en carne propia”, afirma. Para explicarse mejor apela a una anécdota: “en 1997 Atlético no la estaba pasando bien en la B Nacional. En la cancha, los hinchas le gritaban al entrenador: ‘(Salvador) Ragusa, poné a las chicas’. Era un chiste, claro, pero en esa frase se veía que nos tomaban para la joda”. De todos modos, Daniela levanta la cabeza de orgullo cuando completa el recuerdo. “Fue muy sacrificado, pero pudimos sacar a flote el fútbol femenino. Empezamos jugando torneos locales, en el interior; después se creó la Liga. Fue una época muy linda. Y ahora se cumplen 20 años”, festeja.

Cuenta que dos décadas atrás pocos clubes le abrieron espacio a las mujeres, para que practiquen fútbol. “Los primeros en armar equipos femeninos fueron Atlético y San Martín; y eran los más reconocidos. También lo hizo Central Córdoba, pero duró muy poquito; luego, sus jugadoras fueron migrando a otros equipos, como Banco Nación, Círculo de Oficiales, la Universidad Nacional de Tucumán. Ahora son muchos”, dice.

El clásico

Los nietos de los nietos de Daniela van a presumir de su tatarabuela futbolista. Con seguridad se jactarán de que gracias a los dos goles que ella convirtió, Atlético ganó el primer partido en la historia del clásico femenino. Cuando se la apura un poco para que hable de aquella tarde de abril de 20 años atrás, echa mano a la excusa de su mala memoria.

No importa. La crónica del partido en LG Deportiva del lunes 21 de abril de 1997 decía: “...Las visitantes se pusieron en ventaja a los 16’, por intermedio de Daniela Altamiranda, quien con el correr de los minutos se transformaría en la figura de la cancha (...). La presencia desequilibrante de (Graciela Carrasco) le permitió a Daniela, (a los 43’), marcar la diferencia, que se mantendría hasta el final”. A los ojos de los periodistas de LG Depotiva, aquella tarde Daniela jugó para un 9.

“Yo tenía 17 años, era muy chica, y tenía unos nervios... todas éramos nuevas en eso. El segundo gol fue de taquito; me acuerdo que vino un centro, agarré la pelota, encaré a la arquera, quedó un rebote y le pegué de taquito; fue medio de suerte”, admite.

Daniela ve con buenos ojos la evolución del fútbol femenino durante estos 20 años. “Cambió mucho; ahora es muy normal. Se juegan muchísmimos torneos en toda la provincia; en las canchas de futbol 5, torneos de Futsal. La Liga tiene muchísimos equipos; es otro el ambiente, otra energía. Una amiga mía tiene una hija de 5 o de 6 años, y ya juega al fútbol femenino. Ya hay escuelas, hay semillero”, indica.

¿Y cómo se hace para que una preadolescente que quiera iniciar la práctica de un deporte se incline por el fútbol?, se le pregunta. “La única manera de convencerla es llevándola a jugar al futbol; y ahí nacerá la pasión”, responde.

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