Transfusión de miedo

¿El oficialismo tenía miedo y por eso cambió la lista? Sí. ¿Es la oposición la que ahora siente temor? Sí. En menos de 24 horas, el Gobierno provincial pasó de sentirse derrotado a vaticinar que puede frustrar definitivamente las pretensiones de José Cano de alzarse con el poder en 2019. Y, por el contrario, el macrismo pasó en ese mismo tiempo del éxtasis de saberse vencedor a transitar por una temblorosa incertidumbre.

No hay dudas de que la Casa de Gobierno puso patas para arriba la lista que venía bosquejando por pánico. Estaban aterrados frente a la idea de cerrar 2017 con la imagen del líder radical levantando los brazos. La sensación que reinaba entre los peronistas ligados al Gobierno era la de estar subidos a la escalera de un tobogán que los haría caer rápido en la derrota. De eso se percataron a tiempo José Alperovich, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo y, en la siesta del sábado en la casona del gobernador, sellaron este golpe de efecto que ya habían barajado durante la última semana. A priori, tras haber aceptado encabezar la lista, el vicegobernador sacó de la apatía a la dirigencia peronista y obligará a legisladores, a intendentes y a concejales a traccionar votos. Ese es el principal cambio, en lo inmediato, con respecto a la nómina que hubiese encabezado Pablo Yedlin. Sin embargo, la jugada encierra riesgos para los tres. Jaldo pone en juego sus chances de supervivencia en la cúspide del poder, porque a partir de su irrupción en la campaña todos estarán expectantes para saber si la diferencia de casi 120.000 votos de 2015 entre el oficialismo y la oposición se mantiene, se amplía o se achica. Si el número cae, ¿cómo hará para no ser sindicado como el responsable? Una derrota, incluso, lo sacaría definitivamente de carrera para el futuro cercano. Pero, si la distancia se conserva o se estira, ¿cómo harán Alperovich y Manzur para frenarlo? Sentado sobre el presupuesto millonario de la Legislatura y los votos aún frescos, el tranqueño puede erigirse en la figura que aglutine al peronismo y, en ese caso, el senador y el gobernador deberán sí o sí negociar con él la fórmula para 2019.

Publicidad

“Le entregaron el peronismo y la lucha por la gobernación”. La reflexión pertenece a uno de los principales referentes del opositor Cambiemos para el Bicentenario, que aún no puede superar el cimbronazo de haber armado una lista para enfrentar a un rival de menor cuantía y de toparse, de sopetón, con otro retador. Cano tuvo muchos inconvenientes para armar la nómina de postulantes, y la enorme cantidad de matices que presenta el espacio que comanda lo obligó a escoger y, en consecuencia, a desparramar heridos. Libres del Sur, con Federico Masso; y la Coalición Cívica, con Sandra Manzone, desestimaron –dolidos- lugares de suplencia en la lista. Tiene la tranquilidad de que no deberá sortear internas con los radicales díscolos, pero también la certeza de que ese sector no trabajará para él en esta ocasión. Y arrastra la cruz de Domingo Amaya, el secretario de Vivienda de la Nación que pedía Primarias a los gritos para medirse con el radical y al que desde la Quinta de Olivos le bajaron el pulgar. El ex kirchnerista también le dijo que no a Cano, cuando este le ofreció ir en tercer lugar. ¿Por qué habría de esforzarse por un triunfo ajeno, si el macrismo le hace sentir periódicamente que no es su prioridad? Además, si su ex compañero de fórmula vence, el ex intendente estará más cerca de la jubilación política. En 2015, el titular del Plan Belgrano tuvo a casi todo el arco opositor trabajando a su merced y eso lo potenció. Aún así, en esa oportunidad quedó lejos del triunfo, ¿por qué ahora debería sentirse más cerca del objetivo? Es cierto que su imagen se potenció a partir de su jerarquización nacional, pero no es menos cierto que deberá remar con la mochila de las políticas de ajuste del macrismo en una provincia históricamente peronista.

Así, en Cambiemos conviven hoy sensaciones encontradas. Por un lado, Cano siente que su fortaleza obligó al oficialismo a jugar a todo o nada y las encuestas que tiene le dicen que el voto no justicialista e independiente sigue siendo fiel a él. Además, apuesta a que la interna peronista juegue a su favor. Por ejemplo, la rivalidad entre el legislador Juan Antonio Ruiz Olivares y Jaldo: el espacio del monterizo, Acción Regional, maneja comunas e intendencias y fue relegado del armado oficialista. Por el otro, finalmente, sabe que deberá repensar la estrategia electoral porque enfrente tendrá una lista territorialmente fuerte. Y eso, en un sistema de comicios con boletas de papel, con las mañas de los votos que desaparecen y con la necesidad de contratar un ejército de fiscales para garantizar el control, es un problema extra. De ahí que el radical sienta cada vez más dependencia hacia Germán Alfaro, un viejo conocedor de la política barrial. El intendente confeccionó a su lado la lista final y, con su esposa como segunda postulante a diputada, tendrá la obligación de quedarse con la victoria en la Capital. Esa es quizá la única coincidencia entre oficialistas y opositores: el intendente lleva ventaja en esta sección y puede resultar otra vez favorecido, al igual que en 2015. A él, en definitiva, poco lo afecta que Cano pierda por mucho, por poco o que gane los comicios. Tras esta elección, por lo que se ve de un lado y de otro, pueden quedar dos peronistas de pie.

Publicidad
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios