Lisandro Aristimuño reivindica el criterio de independencia artística

Lisandro Aristimuño reivindica el criterio de independencia artística

El músico patagónico presentará hoy su nuevo álbum "Constelaciones"

LISANDRO ARISTIMUÑO. LA GACETA/ ARCHIVO. LISANDRO ARISTIMUÑO. LA GACETA/ ARCHIVO.
24 Junio 2017

ACTÚA HOY

• A las 22 en el Teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).

El teléfono apenas suena dos veces y alguien atiende raudo. Es el propio Lisandro Aristimuño el que habla del otro lado de la línea fija (confiesa que está instalada en el living de su casa), sin secretarias ni intermediarios. Hasta en este pequeño gesto evidencia que el concepto de autogestión e independencia que lleva adelante en sus producciones es genuino, y que para poder desarrollarlo se multiplica en todas las tareas.

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Ese atender todos los frentes es el costo (y el placer, al mismo tiempo) de no tener que depender de una gran discográfica que le ordene la vida. Y es la forma en la cual entiende su arte, desde su actual productora Viento Azul (reminiscencias de su Patagonia de origen y creada a imagen y semejanza de otro sello independiente, Los Años Luz, con el que editó sus primeros discos). Esa coherencia hace que haya habido cimas y simas, tanto para arriba como para abajo, en su carrera. Pero desde hace tiempo está instalado en la cumbre, desde donde mirar las estrellas es más fácil.

Esos ojos elevados al cielo derivaron en “Constelaciones”, el nuevo álbum que hoy presentará en el Teatro Mercedes Sosa, la excusa para la nota con LA GACETA. Este proyecto invade todo su presente, como se ve desde su página oficial (www.lisandroaristi.com), donde los links a los distintos campos de información son conjuntos de astros resignificados a partir de una nueva interpretación.

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Lejos de ser un satélite

Esa autonomía fue buscada. “Desde que empecé a hacer música lo tuve muy presente porque era el camino más noble para las canciones que quería hacer y lo que pretendía transmitir”, afirma Aristimuño. De este modo, descartó la comodidad de ser un satélite en un sistema solar extraño para instalarse como el eje alrededor del cual giran distintas propuestas, como la del servicio Música Sin Fines de Lucro (MSFL), creado para difundir mensualmente canciones de otros autores, sin posibilidad de descarga.

- ¿Qué te da tener tu propio emprendimiento?

- La posibilidad de ser libre. Es una decisión ideológica, personal y pasional. Me gusta estar encima de lo que hago y que nadie meta mano. Tuve ofertas de sellos grandes, pero prefiero ir paso a paso, más tranquilo, subiendo cada escalón, sumando de a poco y sin tener que llenar un estadio al día siguiente de firmar un contrato. Ahora, cuando llego a lugares grandes, el orgullo que siento es enorme.

- El orgullo de la construcción propia, desde cero.

- Me siento como un albañil que ve la casa terminada y se alegra por cómo quedó.

Estrellas brillantes

Cuando decidió hacer “Constelaciones”, lo primero fue entrar en una librería y comprar escritos sobre las estrellas. “Fue un estudio muy intenso sobre el cielo y el por qué de cada cosa, que me gustó mucho encarar. Estuve investigando antes de comenzar a escribir las letras para tener herramientas y seguir nutriéndome de material”, explica.

- ¿Es un disco conceptual?

- Todos mis discos tienen un concepto y una línea. Si querés, tienen un guión que me permite trabajar sobre una temática general. A veces escucho discos que no mantienen un contexto entre canción y canción y me choca un poco. Me gustan los trabajos que mantienen una filosofía, una temática y un mensaje en su totalidad. “Constelaciones” partió de esa idea, mientras que otros discos míos comenzaron desde alguna canción.

- ¿Qué fue lo que más te sorprendió de lo que aprendiste?

- El hecho de que si las estrellas están ubicadas en un lugar es por algo. Saber que todas las noches siguen en el mismo punto es algo increíble, es fantástico, hermoso y me asombra. Luego el ser humano buscó las figuras y pensó que se entrelazaban entre sí. Las letras de este disco tiene mucho de la mirada de cada uno, no tiene temáticas cerradas y cada uno puede interpretarla como quiera, desde su propia experiencia. Es que si mirás una estrella en Japón y en la Argentina, sigue siendo la misma en el mismo sitio, pero se la ve distinta.

El Big Bang

Aristimuño creció en una familia artística a pleno. Su padre, Hugo Mario, es un reconocido actor, músico y director teatral (recientemente premiado por el Instituto Nacional de Teatro), impulsor de la dramaturgia de grupo desde su Teatro del Viento en Viedma, acompañado por su esposa, la actriz María Alejandra Lehner. Tomás, hermano de Lisandro, también es músico; su hermana menor, Rocío, baila y toca flamenco y percusión; y la mayor de todos, María Luz, fue su primera manager y también estuvo ligada al espectáculo como productora de TV.

- ¿En tu forma de producción te marcó la impronta del teatro independiente que viviste desde chico?

- Esa mística tiene mucho que ver. Es una influencia muy grande. Tengo muchos recuerdos de chico de mi viejo y mi vieja llevándose al teatro el televisor y el equipo de música de casa porque tenían alguna función, mientras nosotros les pedíamos que no lo hicieran. Lo mismo con ropa vieja que se transformaba en vestuario y millones de detalles.

- Uno puede imaginar que los domingos eran intensos en familia.

- No éramos los Carabajal con sus guitarreadas (ríe). Siempre se arma una suerte de fábula alrededor de una familia de artistas. Un domingo era mi viejo leyendo un libro; mi mamá cocinando; yo pasándole los acordes de un tema de The Beatles a mi hermano en la viola y mis hermanas, algo igual. No lo recuerdo como una movida grupal.

- No estuvo presente la imposición de estudiar Abogacía...

- No, pero dentro del ambiente de la música hay otras presiones, como en cada oficio, porque los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. El mío quería que yo fuera director de orquesta, y cuando fui a preguntar sobre el plan de estudios, todavía hubiese estado tomando clases (ríe). Cuando salís del secundario, lo menos que querés es seguir estudiando, te decís “ya está, ya cumplí una parte, dejame respirar un poco y no me metás a leer partituras”.

- De ese clima de lo improvisado pasaste a lo profesional, en tu caso.

- Uno después tiene que hacer lo propio, a partir de un porcentaje grande de lo heredado como experiencia. Tuve la suerte de conformar un equipo de gente muy linda, porque aunque sea solista, no estoy solo. Voy a Tucumán con mi banda de siempre, no podría hacerlo de otro modo.

- ¿Saber rodearte de gente que piense igual que vos es una clave de tu momento?

- Creo mucho en los equipos, en la hermandad y en las amistades. Me parece que ahí está la fuente de todo proyecto que tengas para hacer. En eso tengo buen ojo y buen corazón. Siempre tuve gente muy fiel, sincera y trabajadora a mi lado. Es mi mayor premio.

- El disco fue grabado con músicos invitados, como Javier Malosetti y Sergio Verdinelli...

- Sí, pero en las giras voy con mi grupo de siempre (lo integra su hermana Rocío), con el que nos conocemos hace muchos años y nos entendemos a la primer seña. Crecimos y aprendimos juntos. Sonamos muy bien en vivo. Nunca se me pasó por la cabeza hacer los shows con quienes grabé, sino que siempre pensé en mi banda.

- ¿Es revalorizar el show en vivo?

- Totalmente, es pensarlo de nuevo. Durante todo el proceso de grabación, los chicos estaban al tanto, nos preguntábamos qué necesitábamos, nos llevaban mate... Son amigos antes que músicos, y me visitan por eso, no por trabajo.

Un agujero negro

El artista ganó cuatro premios Gardel en rock pop alternativo (tres por discos propios, “En concierto 1”, “Las crónicas del viento” y “Mundo anfibio”, y otro como el productor de “Maldigo”, de Liliana Herrero), pero tomó distancia de esa ceremonia para esta edición. También estuvo nominado a los Grammy Latinos y en 2015 fue distinguido en los Konex como una de las cinco figuras más importantes de la década en la disciplina canción de autor.

- ¿Te sentís cómodo dentro de las calificaciones que recibís?

- Desde que arranqué me han puesto en distintas categorías, como en los Gardel. Siempre pensé mis canciones como un collage de estilos, y así las definiría, porque mezclo todo. También me pusieron bajo el rótulo de nuevas formas del folclore o canción testimonial, lo que me parece una locura. ¿Cuáles son las canciones que no tienen un testimonio? Son cosas que no me interesa pensarlas: que cada uno titule como quiera lo que hago, no me meto en eso. No hago música a partir de ese lugar.

- Siendo un productor independiente, ¿cómo te sentís cuando te reconocen las instituciones vinculadas con la gran industria, como pasa con los Gardel?

- Cuando los recibí, sentí mucho orgullo porque también era un reconocimiento a mi independencia. Uno no cree que la gente que los otorga se esté fijando en eso y te sorprenden. Yo siento que a mí me nomina el público. Pero en este año me pareció todo muy armado; más que Premios Gradel, me parecieron Premios Sony, y me dio mucha lástima que hayan hecho competir a todos sus artistas entre ellos. En otros tiempos tenían más criterio y variedad de sellos. Por algo una multinacional como Universal no participó postulando a sus músicos, y mucho menos alguien del under. Decayó muchísimo este premio.

- ¿Hay alguna opción?

- Me encantaría que hubiese otros premios alternativos y que los Gardel no fuesen los únicos. Que existiesen los Premios Luis Alberto Spinetta, por ejemplo. Habría más democracia y más variedad.


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