Gauchos

Gauchos

Aldo Sessa, señor de la fotografía argentina, acepta ahondar en los íconos y busca trascenderlos. No queda en lo apriorístico del símbolo en sí o en su representación más o menos asumida. El más allá de la chose esthétique es el desafío, y de ahí lo temático puro nunca es el fin de su obra, sino el principio. Es lo que sucede con la mayúscula muestra Gauchos, que inaugurada en el Centro Cultural del Bicentenario (CCK) de Buenos Aires, en la monumental sala Gran Lámpara, ha sido ya visitada por más de 70.000 personas.

Gauchos
25 Junio 2017

Por J.M. Taverna Irigoyen - Para LA GACETA - Santa Fe

Ciertos temas, cuando son enfrentados en calidad de imágenes, pueden resentir la fuerza de las mismas por el propio popularismo del que provienen. Si decimos circo, mercado, juguetería, más allá de debilidades que caben sortear con afinado espíritu creativo, pueden recibir interpretaciones fáciles, inconducentes o directamente populistas. Es el ojo del artista el que da el pulso preciso, la temperatura de las formas necesarias, el ritmo de la cosa.

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¿Qué ubica Aldo Sessa para imprimir la huella gauchesca? Por cierto, primero el escenario. El campo argentino, la pampa hecha de horizontes repetidos, unos sobre otros. Con esas tonalidades ocres y grises, azuláceas y devaídas, que a más de construir lejanías, arman lo que puede equivaler a un atributo de tiempo. El tiempo argentino, nada menos, en el que bulle silenciosa la sangre de un pueblo, su geografía interior. Captar con la lente lo que es un espacio que significa, no es fácil para no caer en un pintoresquismo accesible. Aldo Sessa penetra en el otro lado de esa inmensidad, la busca por distintos ángulos y la capta una y cien veces. Juegos de mago que sabe dónde quiere llegar. Pero también, de artista sabio que rastrea tras un inmenso cúmulo de experiencias asumidas. Nada menos. Así, el escenario está planteado para que entre a actuar, con fuerza y definición, el gaucho.

En las fotografías que conforman esta muestra, el gaucho es hombre y atributos. Acción y vestimenta. Caballo y arreos. Una conjunción de formas que armonizan en el ritmo. Porque de esto se trata: no personajes, sino hombres de carne y hueso que –en sus trabajos y rituales de pampa- levantan toda una iconografía nacional que reconocemos desde nuestros orígenes.

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Los brillos de la platería gauchesca, en unidad de esplendor y artesanía, bastan para cifrar morfológicamente el plano de grises y luces. Las cabezas de los nobles caballos, así como sus cuerpos encabritados, elevándose al aire, dan otra impronta no menos representativa de la reciedumbre. En cada efecto, en todo ángulo icónico, Sessa extrae el exacto sentido jugado al máximo, Sin efectismo alguno. Sólo con pureza y sabia irradiación.

Afirmar que no es este uno de los iniciales registros del artista en torno a la iconografía expuesta, no es sino reconocer una auténtica verdad. Aldo Sessa, a lo largo de años, ha dado testimonio del gaucho en innúmeros trabajos, desde nuestro sur patagónico al centro pampeano, buscando siempre desentrañar su espíritu y trascendencia nacional. Selectivamente, esta gran muestra no es sino una nueva ratificación de su talento creativo.

© LA GACETA

J. M. Taverna Irigoyen - Crítico e historiador del arte. Fue presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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