35 años después, una deuda de Malvinas empieza a pagarse

35 años después, una deuda de Malvinas empieza a pagarse

Comienzan a exhumar los restos de los soldados argentinos para identificarlos.

20 Junio 2017

La misión del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que se encuentra en las Islas Malvinas realizó una ceremonia religiosa en el cementerio de Darwin, antes de dar inicio hoy a las tareas de identificación de 123 tumbas, en el marco de lo acordado entre los gobiernos de Argentina y el Reino Unido.

En una jornada que comenzó con lluvia y una temperatura de 3 grados, el equipo de forenses -encabezado por el jefe del Plan de Proyecto Humanitario del CICR, Laurent Corbaz- participó del oficio religioso encabezado por el sacerdote de las islas, el padre John Wisdom.

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Tras la ceremonia, la misión integrada por unos 12 forenses -entre ellos Luis Fondebrider y Mercedes Salado, del reconocido Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)- ultimó los detalles para dar comienzo a las tareas de exhumación de 123 de las 237 tumbas que se encuentran en Darwin, las que llevan la leyenda “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.

Las tareas se extenderán hasta finales de agosto. Se prevé exhumar entre una a tres tumbas por día, dependiendo de las condiciones climáticas, en tanto que el informe final -que será entregado a ambos gobiernos- se conocerá recién hacia finales de año.

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En el cementerio, que permanece restringido al público y a los medios de comunicación hasta que termine la operación, se montó un laboratorio en containers, donde se recogerán pequeñas muestras óseas que se enviarán al centro que posee el EAAF en Córdoba. Allí serán comparados con las muestras tomadas de los familiares que prestaron su consentimiento, que hasta el momento serían unos 93.

Algunas de las muestras tomadas en Darwin, y elegidas al azar, se enviarán también a los laboratorios de genética forense de la Universidad Central de Lancashire, en Preston (Reino Unido), y de la Universidad de Santiago de Compostela (España) para realizar una doble comparación cruzada de los resultados.

Una vez exhumados los restos y tomadas las muestras, se inhumarán inmediatamente en la misma tumba en un féretro apropiado, ya que actualmente los cuerpos de los soldados están enterrados en tres capas de bolsas mortuorias.

Pero no sólo se podrán identificar a través del ADN, sino que también se utilizarán los llamados datos ante mortem; es decir, su aspecto físico, su historia médica y odontológica, con detalles como fracturas, piezas dentales faltantes o rasgos distintivos, e incluso por las huellas dactilares, dependiendo en las condiciones en que encuentren los restos.

Distintas sensaciones

El Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (Cecim) de La Plata, que hizo el primer pedido en la Justicia en 2011 para lograr la identificación de los NN, reclamó a la Secretaría de Derechos Humanos que cumpla con brindar toda la información que en carácter de querellante le corresponde a esa organización.

“Desde comienzos de la gestión del secretario de Derechos Humanos venimos reclamando que el Estado nacional acompañe a las familias que están transitando nuevamente un proceso doloroso y expectante hasta el final del procedimiento que se llevará adelante en el cementerio en Darwin”, señaló Ernesto Alonso, secretario de relaciones institucionales del Cecim.

Ante la inminencia del inicio de los trabajos en Darwin, Télam consulto a varios de los familiares que aportaron su muestra de ADN. Ellos relataron que atraviesan el momento con una mezcla de sensaciones, que van de la angustia a la esperanza. “Estoy contenta por un lado, con ansiedad y también pesar al recordar a mi madre, que falleció hace tres meses de tristeza por no haber podido llegar al final de este proceso”, sostuvo desde Chaco Norma Gómez. Ella es hermana del soldado Eduardo Gómez.

Por su parte, María de la Caridad Reyes Lobos, hermana del soldado José Antonio Reyes Lobos, señaló que está muy emocionada ante la posibilidad de poder ver la tumba de su hermano con su nombre. “Lo siento como algo pendiente después de tantos años y tanto olvido después de la guerra”, indicó María de la Caridad, que vive en Morón junto a su madre, María, de 79 años. “Ella está esperando que se cierre este círculo para irse tranquila de este mundo”, reveló.


> "Busqué en todas partes, pero eran identificables"

BBC Mundo publicó un extenso reportaje a Geoffrey Cardozo, el capitán del ejército británico que hace 35 años se encargó de reunir los cuerpos de los soldados argentinos y construir el cementerio de Darwin. Cardozo asesora al equipo que se encargará de exhumar e identificar los restos a través de muestras de ADN. La entrevista fue realizada por Daniel Pardo y estos son algunos fragmentos de la charla.

- ¿Por qué decidió contactarse con los argentinos?

- Me di cuenta de que había muchas familias en Argentina que no sabían nada sobre el paraderos de sus hijos. Eso, personalmente, me dolió mucho. Desde entonces mantuve contacto con los ex combatientes, estuve en Argentina y me reuní con las familias y organizaciones de veteranos. En un emotivo encuentro, pude decirles a esas familias que yo fui el último que toqué a sus hijos. Eso significó mucho para ellos y les permitió llevar el duelo de otra manera y querer identificar los cuerpos.

- Quién habría pensado que un soldado británico terminaría ayudando a las familias argentinas a llevar su duelo…

- Es que hay un lazo especial entre cualquier soldado, no importa la nacionalidad. Es como si hubiese un punto de la guerra en el que todos los soldados que combaten se vuelven parte del mismo bando. Que los une su condición de humanidad. Que hay algo más allá de la política que al final termina ilustrando que la guerra, o el conflicto, en realidad es un poco absurdo.

- ¿A qué lo mandaron exactamente a la guerra? Supongo que no fue a buscar y enterrar cuerpos de argentinos…

- Yo pisé la isla poco después de la rendición (de Argentina). Durante la guerra estuve en la base central, lejos de las islas, y me enviaron en parte porque hablaba mejor español que cualquiera de mis compañeros y en parte para supervisar la disciplina de las tropas que acababan de terminar la batalla. No es un hecho muy sabido que la gente que sobrevive a una guerra tiene una enorme adrenalina y eso genera problemas psicológicos y con la población local. Mi trabajo era asegurarme de que los soldados volvieran bien a la vida normal y se comportaran bien.

- ¿Y cómo terminó buscando cadáveres?

- Teníamos ingenieros especiales en el terreno buscando minas que había sembrado el Ejército Argentino para defender sus posiciones Había que buscarlas para que los isleños y sus animales no las fueran a pisar. Cuando estos ingenieros encontraban cuerpos enterrados o sobre tierra avisaban a la base. Cada vez que me avisaban me montaba en un helicóptero para ir a enterrarlos bien.

- ¿Los enterraban donde los encontraban o fue ahí que decidieron hacer el cementerio en Darwin?

- Primero empezamos a enterrarlos ahí, pero luego el Gobierno británico le preguntó al argentino si quería repatriar los cuerpos. Comprensiblemente, el Gobierno argentino contestó que no, que esos cuerpos estaban en su propia tierra. Entonces se decidió crear el cementerio.

- Cuando salieron a buscar los cuerpos, ¿cómo los encontraron? ¿Qué le pasa un cadáver que dura al aire libre semanas o meses en invierno y luego en verano?

- Con dificultad lo puedo describir. No hay que ser un soldado para imaginárselo. Algunos estaban enterrados, incluso por las fuerzas argentinas antes de irse, porque habían muerto de frío o por bombas lanzadas desde aviones. La mayoría estaba sobre la tierra por todo el archipiélago.

- ¿Fue por este esparcimiento de los cuerpos que resultó tan difícil identificarlos?

- En parte. Pero también hay que tener en cuenta que la mayoría de los soldados eran de la clase del 62, del 63. Tenían 19 o 20 años y estaban apenas haciendo su servicio militar, fueron enviados a la guerra sin chapas de identificación.

- ¿Y no había forma de identificarlos sin la chapas?

- En cada cuerpo que enterré, y los enterré todos, busqué lo que pude. Les quité el uniforme, busqué en cada bolsillo, en los calzoncillos, busqué cartas de sus familias. Me ponía en los zapatos de sus padres y madres, me imaginaba lo que se debe sentir si no se ha hecho todo lo posible por identificar a tu hijo. Busqué en todas partes para identificar a estos pobres jóvenes, pero tristemente eran inidentificables.

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