El bombero llamado Sampaoli

El bombero llamado Sampaoli

SÍ O SÍ. Sampaoli debe reformular la Selección y no fallar en el intento. SÍ O SÍ. Sampaoli debe reformular la Selección y no fallar en el intento.

En una cancha de cricket el fútbol argentino jugó hace 150 años su primer partido de fútbol. Había apenas un puñado de entusiastas el jueves de Corpus Christi del 20 de junio de 1867 en un descampado en el barrio porteño de Palermo, donde hoy está el Planetario. Jugaban un fútbol que buscaba diferenciarse del rugby, su primo hermano. Se presume que la pelota era más ovalada que redonda y que varias veces fue tomada por la mano por los cricketeros. Eran 16 jóvenes ingleses que, según cuenta el historiador Víctor Raffo, “se conocían de los ámbitos bursátiles de Buenos Aires”. Eran empleados de casas exportadoras e importadoras, corredores de bolsa, personal de bancos y algunos estancieros, casi todos miembros del Buenos Aires Cricket Club. El triunfo 4-0 del equipo liderado por Thomas Hogg fue lo menos importante. Ese día, el fútbol argentino hizo historia en un campo de cricket.

También en un campo de cricket, 150 años después, el Melbourne Cricket Ground (MCG), comenzó una nueva era para el fútbol argentino. Había casi 100.000 personas en el cuarto estadio más grande del mundo viendo el viernes en Australia el debut de la Selección de Jorge Sampaoli. Es curioso. La Selección fue subcampeona en los tres últimos torneos oficiales que jugó. Y está segunda en el ranking de la FIFA. Pero vivió acaso sus meses más difíciles en mucho tiempo.

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En 30 años (1974-2004) pasaron apenas cinco técnicos. En los últimos 13 ya van ocho. El último, Edgardo Bauza, cumplió uno de los ciclos más pobres que se recuerden y duró apenas ocho partidos. Marca récord. Hacía falta un sacudón. Acaso el resultado no era lo más importante en el debut del viernes en Australia. Pero terminó siéndolo. Porque, tal como venían las cosas, había riesgo de papelón. Y hubiese sido duro para un ciclo que recién comienza.

La Selección no mereció el triunfo, es cierto. Pero le ganó 1-0 a Brasil. Y, más importante aún, le jugó de igual a igual a la mejor selección del momento.

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Leo Messi sigue siendo algo más que un as de espadas. En Barcelona, “es amo y señor en el vestuario, para los aficionados es como un Dios” y también hasta “el futuro de la directiva está en sus manos”. Lo escribió el sábado Josep Maria Casanovas, director del diario catalán “Sport”. Casanovas contó que Ernesto Valverde, flamante DT de Barcelona, habló “largo y tendido por teléfono” con Pep Guardiola. “La conversación -dijo Casanovas- puede resumirse con un consejo: ‘Habla con el 10’”. Es cierto, a Barcelona, Leo le dio 30 títulos en una década. No ganó títulos en cambio con la selección mayor. Pero debe seguir siendo la bandera del nuevo ciclo. No hay nada más importante que él para el fútbol argentino de todos estos años. Contra Brasil jugó uno de los partidos más pobres que se le puedan recordar en la Selección. El casamiento, el nuevo contrato para terminar acaso su carrera en Barcelona y el final de temporada pudieron haber influido. Veamos el vaso medio lleno: Brasil no tuvo a Neymar, pero Argentina casi tampoco tuvo a Messi. Y ganó.

No se trata de “resultadismo”. Menos aún cuando se juega un amistoso, como lo será el del martes contra la débil Singapur. Pero Argentina, aún con errores en defensa y tibieza alarmante en ataque, fue un equipo serio. Jugó (mal) a lo que pidió su técnico. Presión alta (hasta que el físico y el rival dijeron basta). Salida corta y con pelota el pie desde el fondo (por ahora más mal que bien). Y toque de primera. Si el equipo precisaba un sacudón eso se debía a que algunos de sus jugadores parecían “dormidos”.

Acaso por eso quedó afuera inicialmente el “Kun” Agüero (dicen que Sampaoli hablará con él). Y tal vez por eso salió apenas terminado el primer tiempo Gonzalo Higuaín. “Pipita” está un escalón arriba que Mauro Icardi. Pero tal vez Sampaoli esté precisando sangre nueva que ayude al sacudón. Por eso hay más nombres nuevos. Bienvenidos.

“No se jugó un partido para cumplir, se jugó para ganar”, dijo Sampaoli. Todos los partidos se juegan para ganar. El debate es cómo se gana. Cómo se juega.

Sampaoli ya ganó, y jugando bien, en sus inicios en la Liga casildense. Lo hizo también en su gira iniciática por Sudamérica con Universidad de Chile y luego en la propia selección chilena. Y deberíamos decir que lo hizo también con Sevilla. El cuarto puesto es un título en una Liga que tiene a tres de los cinco mejores equipos europeos de los últimos años, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid. A veces, sus equipos tuvieron problemas para jugar. Y corrieron demasiado. Pero no dejaron de correr. Para ser más precisos, no dejaron de luchar. De competir.

Eso es clave cuando la Selección precisa competir como nunca porque tiene apenas cuatro fechas finales de la Eliminatoria para salir del quinto puesto actual y ganar un boleto directo a Rusia. Sampaoli llegó como un bombero.

Primero hay que apagar el incendio. Y luego reconstruir la casa. Tiene los materiales para hacerlo. Pero enfrentará a rivales que tendrán la misma necesidad de ganar. Y lo hará por los puntos. Ojalá haya llegado a tiempo.

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