“Cuando vuelvo a mi barrio los vecinos me saludan, soy otro”

“Cuando vuelvo a mi barrio los vecinos me saludan, soy otro”

Chicos en recuperación de las adicciones vuelven a su vecindario con la cabeza en alto. Experiencia.

09 Junio 2017

Felices, se dejaron inundar por una lluvia de aplausos y de felicitaciones del público. Era una sensación, extraña, mezcla de orgullo y de alegría, que jamás habían tenido. Ellos, que hace menos de un año habían ingresado al centro de recuperación de “Las Moritas” con los ojos extraviados y las cabezas gachas, ayer miraron de frente a la sociedad, desde el escenario del Centro Cultural Eugenio Virla, para decirle: “no estamos perdidos, acá estamos”.

El video “Historias de barrio de los pibes de Las Moritas” arrancó risas, aplausos, festejos y lágrimas de emoción. “Los chicos salieron en el móvil de Las Moritas a recuperar historias que ellos tampoco conocían. Entrevistaron a los más viejos del barrio, que les contaron cómo se hizo la cancha, la parroquia, el complejo deportivo. Fue una experiencia única para ellos, porque es muy fuerte el hecho de volver al barrio, que no solamente es un lugar geográfico sino también cómo se lo vive, un lugar de pertenencia”, explica el vicedirector de Las Moritas, Marcos Zeitune. “El objetivo que tuvo este video es que los chicos vuelvan a un lugar distinto por más que sea el mismo. Saber la historia del barrio, acordarse de las chocolateadas de su infancia, hace que volver al barrio sea algo más que la esquina donde se consumía y del dealer que está a la vuelta”, agrega.

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La idea surgió de dos residentes de psicología clínica, Guillermina Torres y Roxana Cruz. Con el trabajo de ambas y el apoyo técnico de Franco Rivadeo, se logró el video donde los protagonistas, los chicos en recuperación, recuerdan cómo era la vida del barrio cuando ellos eran niños. Entre el público también había familiares y amigos que aplaudían cada escena que les resultaba familiar. Miguel, otro joven de Las Moritas, puso la nota musical con su guitarra.

Las historias de “adentro”

Roque, más conocido como “El Mocho”, lleva a la pantalla los personajes de Villa Luján, que lo vieron crecer. “Cuando vuelvo a mi barrio los vecinos que antes me tenían miedo, o me esquivaban, ahora me saludan, me sonríen”, cuenta El Mocho. Añade que a los 15 años su vida parecía haberse terminado. “Las malas juntas” lo llevaron al consumo de sustancias. “Estuve tres meses viviendo en la calle porque no tenía dónde ir”, dice. “Consumía mucho, no tenía casa. Alquilo desde hace más de tres años para tener un lugar. Hasta que tuve la suerte de entrar en Las Mortias. Ahí encontré otra cosa. Gente que me ayuda de verdad. En seis meses soy otro. Cuando vuelvo al barrio es otra cosa, porque yo soy distinto”, dice con los ojos brillosos de la emoción. “Me van a ayudar desde Desarrollo Social, por eso estoy muy contento. Cuando vuelva al barrio voy a seguir el oficio de mi padre, herrería”, sueña.

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Para Jorge Díaz, que volvió del infierno de la droga, su vida ahora es diferente. “Puedo disfrutar de mi familia, de mis hijos”, se sorprende. Jorge tiene 26 años y es papá de los mellizos Bruno y Brian, y de Camila, de cinco años. “Yo no podía disfrutar de mis hijos porque estaba perdido, no me importaba nada. Ahora que he vuelto al barrio Juventud Unida de Tafí Viejo, donde crecí, soy feliz”, sonríe. Jorge asiste a un tratamiento ambulatorio en el CIC del barrio San Alberto. “Yo no sabía lo que era ser padre, no me daba cuenta de las cosas que me estaba perdiendo”, reconoce.

Recuperar los recuerdos

“Cuando volví a mi barrio recordé la leche chocolatada que nos hacían los vecinos a los chicos, los juegos de pelota en la canchita ... ¡Cuántas cosas lindas que yo no supe valorar!”, admite.

A los 13 años la vida de Jorge se fue perdiendo por la puerta del alcohol. “Y de ahí no pude salir hasta que por fin mi mamá consiguió hacerme entrar en Las Moritas. Yo le decía: mamá, quiero cambiar”.

“La gente nos mira de otra forma. Nos saluda, nos sonríe, nos conversa. Cuando me cruzo con las malas juntas de antes, los miro y sigo de largo. Pero si tengo la oportunidad de volver a estar con ellos, les aconsejo que no sigan con esa vida, que están a tiempo de cambiar”, dice Jorge. “Yo sé que soy un buen ejemplo para ellos: me miran y me dicen estás cambiado, estás más gordo. Y yo les respondo: me siento bien”.

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