La resistencia de La Matanza

Ni bien Mauricio Macri inauguró la temporada de caza augurando que el próximo gobernador de Tucumán sería su ministro José Cano, los embates del oficialismo provincial en contra del Gobierno nacional se intensificaron. “No puede ser que siempre estemos discutiendo sobre las mismas obras. Pedimos que voten a José Cano, que va a ser un buen gobernador, que estuvo cerca la última vez. Mientras tanto yo seguiré trabajando con (Juan) Manzur en todo lo que pueda, como lo hago con todos los gobernadores. Porque quiero ayudar a que todos los tucumanos tengan una mejor oportunidad”, había dicho el Presidente durante una nota concedida a Radio Mitre el pasado 9 de abril. Esa fue la hora cero a partir de la cual, como si fuera Año Nuevo, comenzó a llenarse de fuegos de artificios políticos el cielo que cobija a la lunita tucumana.

Fue luego de aquella afirmación presidencial que se volvieron diarias las críticas del alpero-manzurismo hacia la Nación y, particularmente, contra Cano. La demora o la inexistencia del envío de fondos nacionales a Tucumán fue el foco del enojo público del oficialismo vernáculo. En contrapartida, el titular del Plan Belgrano y sus acólitos salieron a ventilar listados de obras por las que se habrían enviado fondos nacionales y por las que no existirían rendiciones de cuentas.

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En medio de ese ida y vuelta aparecieron dos novedades, una que tronó con fuerza en la escena local y otra que pasó casi desapercibida. La que pegó con potencia fue la denuncia anónima contra Cano, hoy imputado por el juez Guillermo Marijuán por el presunto pedido de coimas de hombres cercanos al radical a empresarios de Corea del Sur. La papeleta que llegó al despacho del magistrado federal apareció justo en medio del virulento intercambio verbal entre la Nación y la Provincia. El ministro nacional vinculó la acusación a los dichos de Macri a favor suyo, mientras que radicales y peronistas exigieron desde la Legislatura que Cano explique lo que sucedió y/o que dé un paso al costado. Resta ahora que la Justicia diga qué sucedió en ese extraño suceso oriental.

El cuarteto peronista

En ese despliegue de pirotecnia cruzada, lo que pasó desapercibido fue un artículo del sitio de noticias “La Política Online”, que dio cuenta de un hecho que se comentaba sólo en el “círculo rojo”. Macri y los sincorbata ya habrían elegido a sus enemigos del interior del país para los comicios de octubre y en ese lote habrían estampado el nombre de Manzur. “Los “enemigos” de la Casa Rosada son el pampeano Carlos Verna, el formoseño Gildo Insfrán, el puntano Alberto Rodríguez Saá y el tucumano Juan Manzur. Los tres primeros nunca tuvieron una relación fluida con el Gobierno por lo que no sorprende el encono, pero sí en el caso de Manzur quien en los primeros meses de la gestión de Macri se mostraba como de los peronistas más cercanos. Esa relación se quebró y ahora en el Gobierno dicen que ganar en Tucumán es uno de los objetivos principales”, dice la publicación, que añade que la idea es vencer a los gobernadores más díscolos. Al tucumano no le habría desagradado aparecer en ese lote. Más adelante se entenderá el motivo.

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¿En qué momento ingresó Manzur en ese grupo de mandatarios, cuando pareció más bien de los “amigos” del Presidente? Los peronólogos explican que hay que remitirse al ADN justicialista del gobernador y al reacomodamiento de los residuos del Frente para la Victoria para comprender la inclusión del ex ministro de Salud en el cuarteto de enemigos del macrismo.

Habría que recordar, por ejemplo, que Manzur tuvo en el fallecido y poderoso Alberto Balestrini a uno de sus mentores políticos, cuando fue funcionario de su intendencia en La Matanza. Desde el populoso municipio, Balestrini saltó a la vicegobernación y a la presidencia de Diputados. Además, crió a otro peso pesado, el también ex intendente de La Matanza y actual titular del PJ bonaerense Fernando Espinoza. A comienzos de milenio, el tucumano compartió gabinete con su padrino -y hoy poderoso- Espinoza y con una joven y prominente militante: Verónica Magario. La sucesora de Espinoza comenzó a rearmar al justicialismo bonaerense y suena como candidata en esa provincia. Con Manzur no compartiría sólo el antecedente de haber formado parte del mismo gabinete y el mismo año de nacimiento (1969), sino también un silencioso movimiento de retorno del PJ al poder. De hecho el 12 de diciembre de 2015, cuando asumió, Manzur estuvo a su lado y allí se declaró a La Matanza “bastión de la resistencia”.

El año pasado, el tucumano ya habría mantenido reuniones con Espinoza, con otros “barones” y con líderes gremiales peronistas, que lo azuzaban para que se desprendiera de la dependencia de Macri y de José Alperovich. En aquel momento, parecía imposible que hiciera lo uno o lo otro. Hoy, el mandatario parece estar dispuesto a jugar fuerte contra ese Gobierno nacional que alienta a sus rivales, amenaza sus sueños de continuidad y abre la puerta a la posible reaparición de causas judiciales que lo lastimen. Además, el propio Manzur alentaría que se sepa que está “peleado” con Macri y cerca de los peronistas: las encuestas le dicen que en Tucumán el Presidente tiene mala imagen y pretende capitalizar para sí esa mala onda social vía un endurecimiento de su discurso antiCambiemos.

En la Nación, a su vez, saben que el tucumano posee dos cualidades: maneja la provincia electoralmente más grande en manos del peronismo opositor y conoce a empresarios que podrían poner millones al proyecto del retorno peronista al poder, como ya lo hicieron para su propia campaña en una jugada de “laboratorio”. Por eso querrían derrotarlo este año junto a los otros tres mandatarios. Restan saber dos cosas. La primera, qué tan fuerte está decidido a jugar Cambiemos en la incipiente batalla contra Manzur. ¿Incluirá “carpetazos” o se mantendrá la política de “Guerra Fría”? La otra cuestión a develar es qué tan dispuesto a pelearse con todos está el mandatario. ¿Dejará atrás a su mentor tucumano? ¿Vivirá con lo propio y romperá del todo con la Nación?

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