500 mariposas aletean en Tucumán: ¿existía realmente Macondo?

500 mariposas aletean en Tucumán: ¿existía realmente Macondo?

El Coronel Aureliano Buendía El Coronel Aureliano Buendía

El martes se cumplen 50 años de la primera edición de “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez. En el Centro Cultural Virla, un grupo de historietistas trasladó a algunas figuras emblemáticas del papel a la imagen. Así, la obra encontró un sello de la más genuina tucumanidad.

28 Mayo 2017

Cincuenta años después de la publicación de “Cien años de soledad”, obra cumbre de Gabriel García Márquez, aún se discute en Colombia si el escenario de la historia -la aldea de Macondo- es real o imaginario. En el caribeño departamento de Magdalena donde queda Aracataca, pueblo natal del escritor, hay un caserío con ese nombre, pero persiste la duda de si existía antes de 1967, cuando se publicó el libro, o fue nombrado así cuando Macondo se volvió universal.

Según la Real Academia Española Macondo es un árbol semejante a la ceiba, pero en el mundo literario es sinónimo de Caribe, de mariposas amarillas y de realismo mágico. Cuando Macondo saltó a la fama muchas personas se interesaron por viajar a Colombia para recorrer sus calles polvorientas y beber ron al son de la música vallenata. Algo difícil, si se tiene en cuenta que no figura en los mapas, pero al mismo tiempo perfectamente viable, pues Macondo puede ser cualquier pueblo del Caribe colombiano.

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Se cree que Macondo se inspiró en Aracataca, donde García Márquez nació en 1927. Allí alimentó su mente infantil con relatos fantásticos que fueron la génesis de muchas vivencias de la familia Buendía en “Cien años de soledad”.

En “Vivir para contarla”, su libro de corte autobiográfico, “Gabo” recuerda un episodio que vivió cuando su madre lo llevó a Aracataca, tras varios años de ausencia, para vender la casa donde él había pasado su infancia. El joven García Márquez encontró un pueblo solitario y polvoriento que le sirvió para recrear años después a Macondo, la “capital” del realismo mágico de su obra.

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Macondo es fundado en “Cien años de soledad” por José Arcadio Buendía, quien llegó con su esposa Úrsula Iguarán para poblar un lugar ubicado al oeste de la Sierra Nevada de Santa Marta.



El Macondo de la actualidad no tiene más de 60 casas. Como aquel de las aventuras de la familia Buendía, queda al oeste de la Sierra Nevada, al sur de la ciudad de Santa Marta, y tiene varios pantanos en sus alrededores.

El origen del nombre da cabida a varias hipótesis, aunque la más aceptada dice que al escritor se le quedó grabada la palabra “Macondo” del letrero de una finca bananera que había visto durante una travesía en tren.

Un estudioso de la obra de “Gabo”, el escritor colombiano Dasso Saldívar, aporta otras luces. Dice que podría tratarse de la derivación de una antigua palabra del centro de África para referirse al banano.



Los cataqueros, gentilicio de los nacidos en Aracataca, llaman macondo a un típico juego de azar parecido al bingo. A un alcalde de Aracataca se le ocurrió la idea de cambiar el nombre del pueblo natal de “Gabo” por el de Macondo, con el objetivo de rendir un homenaje al ganador del Premio Nobel de Literatura 1982 y de fomentar el turismo internacional. El alcalde impulsó un referéndum para hacer el cambio, pero la idea fracasó en 2006, cuando la escasa votación no permitió que fuera aprobado.

Uno de los críticos de la iniciativa fue el propio García Márquez, quien la calificó de “desatinada”. “Por fortuna, Macondo no es un lugar sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como quiere”, dijo el autor de “Cien años de soledad”.

Aunque la idea no prosperó, el turismo ha crecido en Aracataca por la apertura en 2010 de la Casa-Museo García Márquez y por un recorrido por la región que se llama “Ruta de Macondo”, que incluye visitas a los lugares donde el escritor pasó su infancia.

Además de “Cien años de soledad”, las referencias a Macondo están en otras obras de García Márquez como “Los funerales de la Mamá Grande”, “La mala hora”, “El coronel no tiene quien le escriba” y “La hojarasca”.



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