El avance de la droga es cada vez más alarmante

El avance de la droga es cada vez más alarmante

Las estadísticas son cada vez más preocupantes. Hablan de un avance sostenido que abarca todos los sectores de la sociedad, especialmente, el de los adolescentes y jóvenes. El flagelo de drogadicción es una de las preocupaciones diarias de una buena parte de nuestra sociedad. A fines de abril pasado, la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó el tercer “Barómetro del Narcotráfico y las Adicciones: Venta de Drogas y Consumos Problemáticos, a cargo del Observatorio de la Deuda Social Argentina”, que indica que en los últimos cinco años hubo un aumento “sistemático” del abuso de sustancias ilegales por parte de los jóvenes. Según el informe de la UCA, en el 48,5% de los hogares relevados se percibe que en su barrio venden drogas, un 18% más respecto de 2010. El norte del país es una de las regiones donde se registra una mayor comercialización de estupefacientes. En las villas y asentamientos urbanos, el problema se profundiza.

El titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre la Droga de la Nación Argentina (Sedronar) reconoció que no hay estadísticas oficiales sobre el consumo de sustancias ilegales desde hace siete años y afirmó que el país se halla “en el peor momento de su historia” respecto del consumo de estupefacientes. “Estamos en emergencia... no hay margen para mirarnos de reojo, no hay margen para miradas políticas, sino para construir políticas de Estado”, dijo.

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En Tucumán, el avance de la droga pareciera hasta ahora incontenible. En nuestra edición del viernes, dedicamos un amplio espacio al problema. Directivos del Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones (PUNA), que depende de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNT, señalaron que en la última década, aumentaron un 80% los llamados de pedidos de auxilio; en la mayoría de los casos (62%), son padres preocupados por el consumo de sus hijos. Diariamente, reciben más de cuatro consultas que se derivan al sistema de salud o a las ONG que se dedican a la asistencia de adicciones. En 2007 recibían menos de 30 llamadas por mes; o sea unas 360 al año. En todo 2016 la cifra subió a 1.578. Explicaron que la mayoría son policonsumidores (marihuana, alcohol, psicofármacos, cocaína y pasta base). El 63% nunca hizo un tratamiento, mientras que ocho de cada 10 adictos ya fueron a algún centro de rehabilitación y sufrieron una recaída. Tienen casos de chicos que se inician a los 10 años en el consumo de sustancias. Los dirigentes dijeron que en emergencia nacional, se deberían duplicar los fondos para prevenir y atender la problemática, sin embargo, desde hace años no se cambia el presupuesto.

En Tucumán hay una orfandad de centros de asistencia y rehabilitación de los adictos, pese a que desde 2009, le vienen solicitando al gobierno provincial madres de adictos. Lo insólito es que desde 2010 el Estado provincial cuenta con la ley N° 8267 referida la Política Pública Integral para la Prevención y Asistencia a las Adicciones, que dispone la elaboración de una política integral y sistémica orientada a la prevención y asistencia de los afectados por el consumo de sustancias químicas psicoactivas adictivas y demás conductas adictivas. Se aborda la investigación, la prevención, el tratamiento, la rehabilitación, la reinserción social, el desarrollo de programas, la educación, la capacitación y la acción comunitaria. La norma no fue aún reglamentada, de manera que no entró en vigencia. ¿Cuáles serán las razones? Desde hace más de un año, está paralizada la construcción del Centro Preventivo Local de Adicciones (Cepla), en La Costanera, una barriada castigada desde hace años por la venta y el consumo de sustancias ilegales que enferma y lleva al suicidio a muchos chicos. La obra tiene financiación de la Nación.

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El hecho de que desde hace siete años se carezca de estadísticas nacionales oficiales, está reflejando de algún modo el interés de los gobernantes por esta grave problemática. Con palabras, anuncios, expresiones de deseo, no se puede combatir un flagelo que está destruyendo a una buena parte de nuestros jóvenes.

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