Choque de visiones

Congreso el 23, Cabildo el 25; en el medio el peronismo con mensajes para fuera y dentro del PJ en la provincia, más allá de la evocación patriótica. Es que en el plenario partidario del martes hubo voces quejándose por el nulo debate interno y por la parálisis de la organización para expresarse y salir a la calle; y el jueves -con la lluvia de la celebración nacional- hubo “perucas” que hablaron de “plaza macrista” para remarcar que se “desperonizó” la fecha. O sea, que no hubo la tradicional concentración de militantes vitoreando a las autoridades del Gobierno con toda la parafernalia justicialista, dejando afuera a los otros que también son la patria. Precisamente, unos pocos de esos otros festejaron que no se haya “copado” la plaza ni que hubiera una apropiación partidaria de la fecha.

Y a pocas horas de las quejas en el congreso justicialista, Manzur decidió tomar un riesgo político: no movilizar a las huestes del PJ y no vallar el paseo público. Gesto con destinatarios: los que reniegan de la “partidización” de las fechas patrias, los mismos que cuestionan al peronismo y que estuvieron en la vereda de enfrente en 2015. Por congraciarse con este sector independiente, el gobernador se animó a darle la espalda a una enraizada costumbre peronista: apelar a la movilización y a la multitud como respaldo de gestión. Manzur está atento a lo que la gente espera de un gobernante; sugieren desde el Ejecutivo para justificar este significativo paso. ¿Quiere decir que le importa menos lo que se quiera decir desde el peronismo que lo que pueda pensar el resto de la sociedad? No es menor la decisión que adoptó, porque implica tratar de imponer una nueva visión y romper una tradición de años, como ya veremos más adelante.

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En el plenario justicialista, algunos de los 77 congresales señalaron que muchos compañeros no están “contenidos” y dejaron entrever que hay funcionarios que no responden a los reclamos de ayuda. O sea, desde ambos lados del mostrador estarían observando y diciendo lo mismo: no hay disponibilidades. En esa dirección se enmarca la decisión de que no haya “respaldo” para que la dirigencia territorial movilice el jueves a la plaza. Ecuación: sin fondos no hay movilización, sin movilización no hay un festejo político cerrado, sin militantes no hacen falta los “choripanes”, sin los choris no hay chicanas opositoras sobre el acarreo de gente.

Apuesta de riesgo

Doble mensaje de Manzur: no hay plata para los propios y la fecha patria es patrimonio de todos. Se arriesga en medio de un proceso electoral para el que necesita de un peronismo unido; no disgustado. Menos cuando algunos muchachos entienden que política sólo se hace con plata; como supo decir un ex presidente. Si les niegan, o no les abren la canilla -como se dice en la jerga- no andan. En el gabinete deslizan que Manzur no sólo hizo esa única apuesta, sino que la redobló al anticiparles a unos pocos de los suyos que no habrá un peso de más para la elección -¿será?-. En otras palabras, indicó que no habrá recursos para bolsones o para vehículos.

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¿Campaña sólo a pulmón? Un desaire para los que esperan “ayuda” para fidelizar el voto. Claro, hay que esperar que se verifique la advertencia dirigida a molestar a propios y a satisfacer a extraños, y aún faltan varias semanas para la elección. Mucho puede ocurrir en el medio; una de esas cosas es la integración de la lista de candidatos a diputados nacionales, que puede unir o desunir a los peronistas del oficialismo.

En el proceso de armado desde las “cúpulas” siempre quedan heridos; y en toda estrategia electoral de lo que se trata en el fondo es de minimizar la cifra de heridos más que de tratar contentar a todos, porque esto es imposible. En ese sentido, en el congreso del PJ se habló de conformar una lista que “entusiasme” y que sea representativa de la mayoría; y ese es el gran desafío del oficialismo: elegir nombres que no fracturen al partido, encolumnar a la mayoría y, sobre todo, lograr que la respalden y trabajen por ella sin recursos. Una apelación al sentimentalismo. Será toda una novedad que se dejen atrás aspectos que hacen al uso y costumbre en el peronismo.

¿Y quiénes son esos nombres? Pablo Yedlin es el que más suena para encabezar la nómina, pero no es un nombre por el que los peronistas vayan a dar la vida sin recibir una ayuda para la campaña. Para elegir a la mujer que lo secundará gana peso la “territorialidad”: si el primero es de la capital, el que le siga debe ser del interior. Una ecuación sencilla que deja afuera de ese puesto, por ejemplo, a la capitalina Carolina Vargas Aignasse, de quien no se puede dudar sobre su peronismo y, además, fue la mujer más votada de un acople del FpV en la ciudad en 2015. El segundo lugar está entre las legisladoras Sandra Mendoza y Gladys Medina, esposas del diputado famaillense José Orellana y del intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros.

¿Por quién se decantará la elección? Por la lealtad del bandeño o por el escurridizo “mellizo”, que suele amagar por un lado y salir por el otro. Ambos en 2015 usufructuaron los acoples para cantar victoria: Tucumán Innovador y Acción Regional. ¿Tendrá algo que ver esta situación en la decisión del congreso del PJ se aprobar un frente y de poder integrar a la lista a extrapartidarios? No es tan así, pero vale tener en cuenta este aspecto. En realidad, el PJ puede conformar una alianza con partidos de distrito (por de pronto Acuerdo Federal y Frente Grande), que en Tucumán son 23. Y puede sumar, pero como hecho político -no jurídico- a fuerzas provinciales, municipales o comunales; tal como se aprobó en el plenario del martes. Los que quedarán afuera de la boleta, por ahora, son los de La Cámpora. La banca de la famaillense “K” Nilda Carrizo será ocupada por una de aquellas dos mujeres; si es que no existe una tercera tapadita.

Unos y otros

En suma, lo que para unos es un riesgo asumido por parte de Manzur, para otros implica un ninguneo del gobernador al peronismo al no decidir movilizarlo. Para los más pragmáticos, no hacerlo es no pensar en los votos. Y he aquí dos visiones que entran en tensión: la del titular del PE que ensaya gestos para seducir a los que reniegan de él y a la sociedad que exige institucionalidad al justicialismo; y la de la dirigencia pejotista “clásica” acostumbrada a que en Tucumán se hace política recostándose sobre el peronismo. Uno trata de mirar un poco hacia afuera y otros miran más hacia adentro.

Estas distintas perspectivas quedaron reflejadas el 25, cuando Manzur apostó a la institucionalidad -más allá de los encontronazos políticos- y saludó como corresponde al intendente capitalino. Es que Alfaro, en los últimos días, demandó judicialmente a la SAT por $ 200 millones a causa de derrames cloacales y objetó duramente a la conducción del PJ y, como siempre, a Alperovich. En ese marco se puede entender que en el congreso partidario, Sergio Mansilla, un alperovichista de la primera hora, haya salido con todo a objetar pero sin nombrarlos a Amaya y al jefe municipal. Fue la respuesta del alperovichismo a Alfaro; la del peronismo clásico se podría decir. Desde el partido se cuestiona al intendente que se desafilió del PJ; pero Manzur respeta los puentes institucionales y sugiere -el mismo 25- que “tenemos que trabajar todos juntos los tucumanos, de nada sirve pelearnos”. No me quiero pelear con nadie; acotó; todo un mensaje en un tiempo electoral donde al adversario se mira como un enemigo.

En la misma línea se refiere al Gobierno nacional, cuando desde una tácita liga de gobernadores, manifiesta que los mandatarios peronistas son los garantes de la gobernabilidad. En este marco de dos visiones internas que entraron en pugna en el oficialismo se puede observar la visita del gobernador cordobés Schiaretti a Tucumán: la foto entusiasmó a los peronistas que apostaban al inicio de la unidad para enfrentar a Cambiemos y resultó siendo un mensaje institucional al Gobierno de Macri: cuenten con nosotros pero no nos dejen afuera. La militancia se dio un baño de peronismo confrontativo, se entusiasmó, pero Manzur no quebró lanzas. En suma, en el PJ algunos cuestionaron a los que se fueron, los mismos a los que Manzur saluda en la fecha patria; cada cual con diferentes interese cobijados a la sombra del peronismo.

Lo significativo en que entre estas dos visiones hay una coincidencia intermedia entre los congresales que se quejaron y que denunciaron la inmovilización del partido y la mirada crítica que tiene Alfaro de la conducción del PJ. En algún punto se unen; ya que los asambleístas reclamaron que el congreso se reúna más seguido, que salga al interior, que escuche a la militancia, que no sólo se reúna para autorizar un frente, cuando hay temas sociales, políticos y económicos sobre los cuales se puede fijar posición. Eso y decir que no hay vida interna es casi lo mismo.

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