Su canto se apagó a los 64 años.

Su canto se apagó a los 64 años.

28 Mayo 2017

“Ellos saben vendernos el cielo o el infierno de cada emoción, descifrarnos la risa o el llanto con sólo abrir las alas de una canción... mis amigos, los cantores, atorrantes sin par, mis hermanos del alma...” La tonada respira en la guitarra. La voz de Oscar “El Pollo” Romero se trepa decidora a las ramas de la nostalgia. Su canto que abrevó en los silencios de su Quimilí natal se despidió ayer a los 64 años.

Llegó hace más de 30 años para estudiar Odontología y se aquerenció en Tucumán, donde su canto floreció en noches fraternas. Conjugó la amistad en el Patio de los Véliz. “Gran cantor de chacareras y zambas, lo conocí cantando en El Galpón, en el pasaje Padilla. Empezamos a frecuentarnos, íbamos juntos a todas partes, hacíamos dúo. Era inspector de negocios municipal”, recuerda Rubén Cruz, músico y compositor taficeño.

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“El lazo fue Rubén Cruz, las noches -muchas- se ocuparon de acompadrarnos. Comulgábamos un mismo catecismo, el de rezar a nuestras tierras, a nuestra gente. El Pollito era de dos bandos: del santiagueño y del tucumano, un parejito enamorao sin fronteras. Cuando estaba entre nosotros hablaba de sus cantores quimiliteños, a la inversa cuando se iba a su pueblo, de ese modo sabíamos de ellos y ellos de nosotros. En Quimilí a las corzuelas y en el Bañao al ochogo, por la muerte de Romero ya se le agüitan los ojos”, dice el poeta Néstor Soria.

“Su canto sigue prendido como brasita de un chala para volver por el vino con una copla morada”, lo despide Cruz.

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