“Dios cambió mi vida”, dijo Gracián

“Dios cambió mi vida”, dijo Gracián

El volante afirma que su fe impidió que las críticas recibidas lo tiren abajo

DIOS, PRESENTE SIEMPRE. Gracián levanta su mirada y sus brazos al cielo para agradecer. Fue luego de su primer gol en San Martín, contra Brown de Adrogué. la gaceta / foto de matías nápoli escalero DIOS, PRESENTE SIEMPRE. Gracián levanta su mirada y sus brazos al cielo para agradecer. Fue luego de su primer gol en San Martín, contra Brown de Adrogué. la gaceta / foto de matías nápoli escalero
25 Mayo 2017

“Desde que me encontré con Dios soy otra persona. Cambié mucho en todos los aspectos de mi vida. Estoy más tranquilo y disfruto todo lo que hago”. Leandro Gracián sonríe sentado en una mesa de la cantina del complejo “Natalio Mirkin”. Se nota que sus palabras no son de la boca para afuera. Destila tranquilidad, amabilidad y buenas vibras.

Para encontrar el porqué de su actual versión hay que remontarse cuatro años atrás, a un episodio que lo cambió para siempre. “En 2013, cuando volví desde México, me di con que Dios había sacado a mi papá de una adicción muy grande. Con mi familia habíamos pasado cosas muy feas y creíamos que a lo íbamos a perder en cualquier momento. Pero Dios lo salvó y hoy puedo seguir disfrutándolo”. Así explica Leandro el comienzo de su camino en la fe. “Mi hermano fue el primero que se acercó. Encontró paz y ahí se sumó toda mi familia; mi mamá, mi hermana y mi papá. Y al ver lo que había sucedido, yo también decidí acercarme. Ahí todo se enderezó en mi vida”.

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Si bien a esa altura Gracián era un nombre con peso propio dentro del fútbol, donde había conseguido tres títulos locales (uno con Vélez y dos con Boca), además de una Recopa Sudamericana con el “Xeneize” y una Copa Sudamericana con Independiente, su corazón y su mente estaban vacíos y su alma caminaba sin rumbo. “A esa altura sentía que nada me hacía feliz. No disfrutaba. Pero Dios me rescató y ocupó ese lugar. Siento que a partir de ese momento volví a nacer y adquirí una paz impresionante”, asegura el volante, que pertenece al Ministerio “Deportistas de Cristo”, cuyo presidente es otro futbolista: Damián Felicia.

El enganche da testimonio en primera persona. “Dios cambió mi vida”, afirma antes de enumerar todas las modificaciones que experimentó desde que comenzó a caminar de su mano. “Reestructuró mi matrimonio y volví a disfrutar dentro de la cancha. Recuperé valores que había perdido y se me ordenaron todas las cosas de una manera impresionante. Aprendí mucho y lo disfruto. Tengo una vida común y corriente; hago de todo. Aprendí sus valores y lo transmito”, agrega.

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Durante la charla con LG Deportiva, Gracián no pierde nunca la sonrisa. Su rostro muestra paz y su voz tiene un tono parejo, no se perturba. No hay sobresaltos ni tensión. El odio y el rencor tampoco entran en escena. A esas batallas asegura haberlas ganado hace mucho tiempo. “En otro momento tuve problemas con técnicos y compañeros. Tenía el ego muy alto y creía siempre tener la razón. Pero la fe me dio templanza, paciencia. Sé que tengo que dejar obrar a Dios”, cuenta sobre el motivo que evitó que sus nervios se crisparan cuando las críticas sobre su flojo rendimiento y los rumores de sus mal estado físico y atlético comenzaron a circular apenas llegó a San Martín. “En otro momento me hubieran golpeado y hubiese estado amargado en mi casa. Pero Dios me acompaña y me da fuerzas para superar todas las pruebas. Desde hace cuatro años estoy más maduro. Tengo una paz que no conseguí ni en los mejores momentos de mi carrera”, sentencia.

Gracián disfruta de su vida. Es un agradecido por todo lo que vivió. “A Dios le pido y le agradezco. Soy un afortunado, un privilegiado”, firma, y revela que uno de sus pedidos incluye a San Martín. “Quiero hacer algo importante en este club. Siempre doy lo máximo porque mi ilusión es que me vaya bien y que la gente se identifique conmigo. Ojalá pueda darse, tengo mucha fe y eso es lo más importante”, concluye el jugador, que a la par de Dios encontró la felicidad y todo lo bueno de la vida.

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