Disposiciones de Rosas

Disposiciones de Rosas

Narra una anécdota el tucumano La Madrid.

JUAN MANUEL DE ROSAS. Quería que sus peones obedecieran puntualmente sus reglamentos. JUAN MANUEL DE ROSAS. Quería que sus peones obedecieran puntualmente sus reglamentos.

El guerrero tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid conoció de cerca al general Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. En sus “Memorias”, cuenta algunas anécdotas sobre el célebre personaje.

Narra que, en sus estancias, Rosas había impuesto al personal unas ordenes que “debían ser irrevocablemente cumplidas, aun contra él mismo, si las quebrantaba”. Había dispuesto que nadie podía salir al campo sin llevar “su lazo a los tientos y las boleadoras a la cintura”. Además, todos los sábados los peones debían dejar sus cuchillos en poder del capataz, por ejemplo.

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La pena por estas infracciones era dura: el que circulara con cuchillo en día festivo estaría dos horas con el cepo en el pescuezo, y el que saliera sin el lazo, recibiría cincuenta azotes “a pantalón quitado”.

Sucedió que un día, Rosas se olvidó de traer su lazo. Cuando lo advirtió, dijo al capataz que le aplicase los cincuenta azotes de reglamento. Se desnudó, “bajándose los pantalones y tendiéndose en el campo, en presencia de todos sus peones”, listo para recibir la azotaina. Pero el capataz se negó a dársela, ante lo cual Rosas lo sancionó con cien azotes.

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No contento con eso, otro día salió intencionadamente sin el lazo. El capataz, que ya sabía las consecuencias, lo mandó apearse y quitarse los pantalones, luego de lo cual “le aplicó con toda fuerza los cincuenta azotes”.

Narra La Madrid que “Rosas los sufrió sin hacer un gesto, y le hizo un regalo después a su capataz y criado, por haber llenado su deber”.

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