Positiva expropiación de la Casa Sucar

Positiva expropiación de la Casa Sucar

Tiene que ver con el pasado y la identidad de una comunidad. El conjunto de bienes de una sociedad acumulado a lo largo de los siglos, con valor artístico, arqueológico, arquitectónico, se conoce como patrimonio. Mientras en otras ciudades argentinas estas joyas son conservadas con esmero, San Miguel de Tucumán se ha caracterizado en las últimas décadas por derribar centenarias edificaciones en pro del progreso y del desarrollo inmobiliario.

La Casa Sucar, ubicada en Salta 532, se convirtió en un símbolo de la resistencia de un puñado de ciudadanos que desde 2012 vienen evitando su demolición e impulsaron la modificación de la ley N° 7535 que se ocupa de la protección del patrimonio cultural de la provincia. En marzo de 2014, el Ente Cultural de Tucumán presentó una solicitud a la Legislatura de expropiación de la Casa Sucar, pero el pedido no fue respondido. Tras largas marchas y contramarchas, el martes, la Municipalidad capitalina tomó posesión de la casona, a la que proyecta convertir en un centro cultural.

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El inmueble, que data de 1923, es una pieza de indiscutible valor arquitectónico; un singular exponente de calidad, tanto tipológica (villa suburbana sobre bulevar), como estilística (modernismo hibridado con otras corrientes propias de principios del siglo XX). “Desde el punto de vista urbano integra, junto con las propiedades vecinas, un conjunto de excepcionales características morfológicas de una cuadra de irrepetible significado paisajístico-ambiental”, según el Colegio de Arquitectos de Tucumán.

Había sido construida por la familia Barbieri y se la conoce en la actualidad por el nombre de la última familia que la habitó, los Sucar. El arquitecto Luis Lucena y los artesanos italianos Perinotti y Colotti fueron sus constructores. En 1939 fue adquirida por Musa Salim Melhem, de quien la heredó su hija Hortencia Melhem de Sucar. En 2003, ya propiedad de Vicente Lucci, fue restaurada y destinada a la fundación que lleva su nombre. Los herederos del empresario habían planeado demolerla y comercializar el espacio.

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La tenaz pelea en defensa de la casa Sucar sostenida por los grupos defensores de los bienes patrimoniales se mantuvo firme a lo largo de casi cinco años, pese a la oposición de la Legislatura y del Gobierno provincial a los pedidos de expropiación del inmueble; finalmente, la actual administración municipal a través de un proyecto de ordenanza logró que el Concejo Deliberante -en votación unánime- autorizara su adquisición para incorporar el inmueble al patrimonio de la ciudad. Las autoridades municipales disponen ahora de 30 días para hacer efectiva la indemnización de $33,9 millones que deberán pagar al grupo Lucci.

En 2011, la piqueta acabó con la Casa Diker (Santa Fe al 600), diseñada por el arquitecto Eduardo Sacriste. Sucedió lo mismo con la antigua sede de LV12 Radio Independencia, en Rivadavia 120. La autorización de su demolición fue aprobada por los mismos ediles, pese que estaba protegida por la ordenanza 1773/91. En 2013 se demolieron la Casa Toledo (Crisóstomo Álvarez y Chacabuco) y la Casa Chavanne, ubicada en el pasaje Bertrés.

La expropiación de la Casa Sucar para fines culturales es, sin duda, un hecho positivo para la conservación de la identidad de la capital tucumana, que de “histórica” le queda muy poco. Se evitó así que un valioso inmueble cayera una vez más bajo la piqueta inmobiliaria.

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