Cómo funcionan las colmenas que nos salvan la vida

Cómo funcionan las colmenas que nos salvan la vida

JUNTO A LA COLMENA. Karen Escalante y Galindo. LA GACETA / ANTONIO FERRONI JUNTO A LA COLMENA. Karen Escalante y Galindo. LA GACETA / ANTONIO FERRONI

Trabajo en equipo y capacidad de ahorro.

17 Mayo 2017

Así como la paella es tanto el arroz y sus agregados como el recipiente plano en el que este se cocina, la colmena es la vivienda de una colonia de abejas, pero, también por extensión, sus habitantes. Estos pueden llega a ser 80.000, bajo el régimen de una monarquía fuertemente matriarcal. Las “clases bajas” son dos: las obreras y los zánganos.

La reina es la más longeva (puede vivir entre cuatro y cinco años) y la única hembra fértil de la colmena; su función primordial es poner huevos (entre 1.500 y 2.000). Si estos han sido fecundados, nacerán obreras; si no, zánganos.

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“Las reinas abandonan la colmena sólo en dos oportunidades, durante los vuelos de fecundación o para fundar un enjambre que dará lugar a una nueva colonia”, explica el biólogo colombiano-tucumano Alberto Galindo Cardona.

Los caballeros, por su parte, nacen básicamente para fecundar a la reina (y morirán por ello). Además, son un poco niñeras (ayudan a dar calor a las larvas) y a repartir alimento a las obreras.

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Las otras chicas del grupo son de lo más laboriosas, y sus funciones cambian con la edad, que no llega a mucho: 42 días. Durante los primeros 21, mientras aún no salen de casa, producen la jalea real, el alimento de la reina, y limpian las celdas. Un poco mayores, cuando desarrollan las glándulas que producen cera, construyen las celdas donde la reina pondrá los huevos y las que, a la entrada de la colmena, recibirán el alimento que traen sus hermanas mayores.

“Secretan la cera desde el abdomen, y la amasan con las patitas y con la boca”, cuenta Alberto, y se nota que no ha perdido la fascinación que siente por sus insectos favoritos. “Además, vigilan la entrada para que no haya visitantes indeseados. Y moviendo las alas mantienen la temperatura adecuada de la colmena”, añade.

Cuando alcanzan la mayoría de edad empieza el trabajo duro: irán y vendrán miles de veces entre la colmena y las flores en busca del polen y el néctar para alimentar a la comunidad. Este es el alimento energético, y del polen obtienen proteínas, grasas y minerales. El néctar almacenado para pasar el invierno madura con el tiempo y se convierte en miel.

Pero en su trajín no sólo producen la miel que Tucumán exporta sino que -y es lo fundamental de esta historia- se encargan de polinizar millones y millones de flores, que darán sus frutos, que reproducirán su especie vegetal que nos da oxígeno y alimentos; pero que además regula la temperatura y las lluvias; que impide deslaves y frena inundaciones.

Decididamente, a las abejas les debemos la vida.


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