Se estrena "La hija": “la violencia es el ADN de Tucumán”

Se estrena "La hija": “la violencia es el ADN de Tucumán”

Se trata de la nueva película de Luis Sampieri.

17 Mayo 2017

El cineasta Luis Sampieri estrenará mañana “La hija”, su tercer largometraje, un impactante drama inspirado en un hecho real que lo marcó desde su infancia. La película expone los secretos oscuros y la violencia machista escondidos entre los miembros de una familia de clase alta tucumana, que se encuentra en plena decadencia moral y económica.

La nueva película del autor de “Cabecita rubia” y “Fin”, esta última rodada en España, sigue a los miembros de la familia Amado, que deciden pasar un fin de semana en la casona familiar. Pero su plan es alterado cuando Dominga, la empleada doméstica, da a luz un bebé en pleno almuerzo, ante la sorpresa y desconcierto de todos.

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Protagonizado por Harry Havilio, Daniel Elías, Santiago Paz Posse, Gloria Berbuc y Carolina Paz, el filme revela los lazos siniestros que unen a una familia donde reina el silencio cómplice y temeroso frente a la violencia implícita y explícita. La hipocresía es la forma habitual de comunicarse, y el odio de clase y el desprecio hacia los pobres se manifiesta en el trato que mantienen con su empleada doméstica.

Como en un “huis clos”, en el que -tal como escribió el francés Jean Paul Sartre en “A puerta cerrada”- “el infierno son los otros”, Sampieri encierra a los miembros de la familia Amado durante todo un fin de semana. Los hace convivir -muy a su pesar- en la vieja y alicaída casona ubicada en el cerro, en las afueras de San Miguel de Tucumán.

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Esa rutina insoportable se rompe y cobra un giro inesperado cuando la empleada encargada de cuidar al abuelo pare un bebé en el baño de la casa, hecho que desata el desconcierto general y las sospechas sobre quién es el padre de la criatura. Cae entonces el manto moral con el que se cubren y queda al descubierto su verdadera esencia: las ambiciones, el desprecio, el odio de clase, el resentimiento y la decadencia existencial.


PUNTO DE VISTA. “Nada se expresa en la provincia sin que tenga algún atisbo de violencia, ya sea verbal o física”, sostiene Sampieri.

“En la película no intento separar los buenos de los malos, ni juzgarlos, sino que intento indagar en todos los matices humanos que hay en medio de una tragedia y cómo desde allí sale a relucir lo más miserable de cada uno de nosotros”, afirmó el tucumano Sampieri durante una entrevista con Télam.

- ¿Cuál fue el disparador para la película?

- Estaba viviendo en España y quería volver a filmar en Argentina. En 2010 estaba presentando “Fin” en el Festival de Berlín y, aunque la película era española, me sentí más arropado por el Incaa durante el festival. Sentí que aquí se seguía haciendo cine con más pasión y determinación que en otros países. La gente del Incaa me animó a presentar un proyecto nuevo en el país. Sirva esto para recalcar la función del Incaa, ya que en estos momentos hay personas que critican, sin ningún conocimiento, su desempeño, no sólo en el país sino en el exterior. Nuestro instituto está entre los mejores del mundo, su presupuesto es ínfimo comparado con otros mientras que su repercusión en el exterior es excelente.

- ¿Hubo alguna historia similar que te haya inspirado?

- El hecho que cuenta la película lo tengo grabado en la retina desde mi niñez ya que, durante una reunión familiar, en casa de mis tíos, la empleada de la casa fue a arrojar un bebé al inodoro mientras todos estábamos cenando. Fue algo impactante para mí y nunca me lo quité de la cabeza. Dominga, como se llamaba la empleada, tenía oculto su embarazo y tomó por sorpresa a todos los comensales. ¿Qué llevó a esa pobre chica a tomar tan drástica determinación en medio de la reunión? Yo lo tengo claro, alguien de la familia era el padre e intentaba ponerlo al descubierto en medio de semejante hecatombe.

- ¿Por qué te interesaba adentrarte en el núcleo de una familia de clase alta tucumana y mostrar su hipocresía?

- La hipocresía alimenta la propia existencia de la clase alta. Sin ella no sería lo mismo. Y es muy cinematográfica. Por eso quería contarla con el telón de fondo de lo que sucede con Dominga. Lo mismo ocurre a diario en cualquier parte del mundo, lo que pasa es que yo nací en Tucumán y tengo esos referentes. Sin embargo, mi intención en ningún momento fue juzgarlos ni nada por el estilo.

- ¿Hay de alguna forma un paralelismo con las clases altas en Tucumán?

- Más de uno se sentirá reflejado. Pero eso para mí no es lo importante. Lo que me interesa es cómo disfrazamos la mierda permanentemente. “Nosotros no somos esa clase de gente” oí decir en voz baja durante un pase de la película en Tucumán. Yo respondería que esa gente representa a gran parte de la sociedad, más de lo que imaginamos. Una sociedad que quiere ser algo que ya no podrá ser. Que vive de triunfos pasados y los saca a la luz para disfrazar la carencia. Una sociedad que no quiere mirarse al espejo.

- Pero esa forma de ser y vivir no es exclusivamente tucumana...

- Sin dudas, yo no puedo aseverar que el devenir de estas personas retratadas en el filme sea solamente reflejo de la sociedad tucumana. Tranquilamente podría ocurrir lo mismo en medio de la sociedad porteña o catalana. Las camisas polo color rosa, los mocasines marrones o los pantalones color mostaza se utilizan en muchas más partes del mundo. Estas personas, si bien tienen el acervo y la tonada norestina, están reflejando también a otras de disímiles latitudes.

- ¿Toda esa violencia doméstica y machista está presente en algunos sectores de la sociedad tucumana?

- La violencia es el ADN de Tucumán. Nada se expresa en la provincia sin que tenga algún atisbo de violencia, ya sea verbal o física. En Tucumán se da una fuerte impronta de violencia en toda la sociedad. El estandarte del macho está bien representado en todos los estratos sociales, desde el pobre al rico. Representado en las relaciones de los hombres con las mujeres, y a su vez en las relaciones de pareja en donde más que parejas son pequeñas sociedades por conveniencia. Eso se manifiesta en la película, ya que, aunque se están jodiendo entre ellos con engaños entre los hermanos o parejas, lo que más les importa en sí es el dinero. El dinero para poder ir de viaje o cambiar de camioneta.

- Como decía antes, ¿esto también podría ser pensado para toda la sociedad?  

- Sí, de hecho, me gustaría sacar un poco el enfoque en “lo tucumano”, ya que si miramos un poco más a fondo es también un reflejo de la sociedad argentina en sí. Los valores que privan son el “viajecito” o la “chata” nueva que podés comprarte. En el caso de nuestros protagonistas, apenas les alcanza para una usada, por eso el detalle en remarcarlo... Si hasta le comen el asado a la empleada cuando ella está pariendo. Esos detalles son los que más me interesan a la hora de mostrar en la película, no la gran trama.

Mañana se concretará el estreno nacional de “La hija”, la nueva película de Luis Sampieri. Es la historia de los Amado, una familia tucumana de clase alta venida a menos y sumida en un espiral de recelos y de violencia.

El cineasta revela que la trama está basada en un recuerdo de su infancia, transcurrida en la provincia. La crítica social sobrevuela todo el filme, que lleva la impronta del costado negativo del Tucumán actual.


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