“Ponerte del lado de un asesino ensancha tu experiencia”

“Ponerte del lado de un asesino ensancha tu experiencia”

Es uno de los escritores más prestigiosos y leídos de España. El autor de Soldados de Salamina, una de las figuras internacionales de la Feria del Libro de Buenos Aires, habla aquí sobre su último libro, en el que se sumerge nuevamente en la Guerra Civil. “Escribir es correr riesgos”, afirma

14 Mayo 2017

Por Karina Ocampo - Para LA GACETA - Buenos Aires

Hay un recuerdo que permanece fresco en la memoria de Javier Cercas: tiene siete años y juega a la guerra con su amigo David San Miguel. El niño, que proviene de una familia republicana, le discute su idea de que siempre ganan los buenos: “¡En la Guerra Civil no ganaron los buenos, ganaron los malos!” La revelación lo deja mudo. Es uno de los primeros indicios de lo que después le quedará más claro a medida que crezca y se rebele contra el pasado franquista de la familia, y también contra ese personaje idealizado por su madre, Manuel Mena.

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El escritor español, en diálogo exclusivo con LA GACETA, habla de El monarca de las sombras, de las razones que lo llevaron a escribirla y de su futuro literario.

- Después de hacer la novela de tu vida, la que siempre quisiste hacer, ¿qué queda? ¿cuál es el próximo desafío?

- Cuando acabé este libro, pensé, a lo mejor se acabó, no pasa nada. Yo sólo sé escribir, puedo escribir las columnas, volver a dar clases, pero creo que voy a escribir otro libro, con un tema que tengo en la cabeza. Hay una cosa que no he dicho, que contó un amigo mío muy íntimo en El País, y es que antes de publicar Soldados de Salamina, mi primera novela sobre la guerra, yo escribí un libro, fracasado, que era sobre Manuel Mena. No lo publiqué, llevaba 150 páginas, sentí que era otra maldita novela sobre la Guerra Civil, que estaba dando una visión convencional. Yo ya quería escribir esa novela pero tal vez no tenía los instrumentos para hacerlo; en estos años he aprendido cosas, me he dotado de los instrumentos adecuados para ver qué hay en esa historia. En definitiva la historia de Manuel Mena es muy corta.

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- El tema es lo que representa.

- El tema del libro es ese, cómo reconstruir una historia totalmente enterrada. No es posible resucitar una historia de la que no quedan testigos, es una batalla contra el olvido de gente que estaba del lado malo. Si no lo hubiese hecho ahora, no habría podido hacerlo; todos los testimonios de la época han muerto ya, de la época en que hablé con ellos. Estoy feliz, yo tengo la impresión de haberme preparado casi durante toda mi vida para escribir esto.

- ¿Crees que la novela tiene la función de mostrar lo que no hay que hacer?

- Si la literatura es sólo literatura, en el sentido de que no es trascendente, si no es capaz de repercutir sobre la realidad, entonces no es literatura. No estoy diciendo que debe de ser pedagógica, ni propaganda. Ni Shakespeare ni Dostoievski pretendían hacerlo; sin embargo el resultado es que gracias a ellos entendemos mejor algunas cosas y estamos preparados para combatir otras. Ponerte del lado de un asesino te ayuda, ensancha tu experiencia.

- Es difícil ponerse en el lugar.

- Es lo que hacemos nosotros, y lo que hace el buen lector. Si he hecho bien mi trabajo en este libro el lector entenderá bien las razones por las que un niño de 17 años se deja seducir porque es intoxicado por una ideología venenosa. Y ese lector que se ha puesto en la piel de ese chico tiene los instrumentos para no dejar ser seducido por una ideología tóxica.

- Uno cuenta la violencia para que no vuelva a ocurrir, ¿pero qué pasa cuando ese pasado está más presente que nunca, porque la violencia continúa y elegimos a Donald Trump? ¿Entonces, qué aprendimos?

- Bernard Shaw dijo: “Lo único que se aprende de la experiencia es que no se aprende nada de la experiencia”. Repetimos una y otra vez los mismos errores, pero al mismo tiempo, la única forma de hacer algo útil con el futuro, es tener el pasado siempre presente. Es verdad, estamos repitiendo los errores de los años 30 pero tenemos la posibilidad de no acabar como en los años 30. Por ejemplo, tenemos en Europa una cosa, muy denostada, que se llama La Unión Europea, y eso es lo que va a impedir que las cosas acaben mal. Sin ella nos estaríamos matando entre todos. Hay que aprender que no nos conviene matarnos. Siempre hay gente deseosa de provocar el apocalipsis, gente llena de rencor, de odio, igualmente tóxica. Si no entiendes a los malos, no los puedes combatir, es imposible.

-¿Cómo se vive esta situación en España?

-Es que España no está aislada de lo que ocurre, es una versión de lo que ocurre en Europa y en el mundo. Tenemos el ideólogo del hombre más poderoso, de Donald Trump, aunque cada vez más apartado. Su nombre es Steve Bannon, un periodista realmente peligroso, que habla de la necesidad de las guerras. Siempre tiene que haber alguien que crea ideología; ese es el dueño de las palabras. Los que tenemos las palabras tenemos un poder inmenso, podemos usarlas para mal.

-Me gustaría situarnos en el capítulo en el que vas con tu madre a la casa donde murió Manuel Mena.

-Lo que te puedo decir es que en aquel momento supe que yo iba a escribir. Hay dos momentos que son decisivos: uno es cuando un tío mío que murió, me cuenta que la última vez que Manuel vuelve y ya no quiere ir a la guerra. Ese momento es clave para mí, es mágico, es como si de las ruinas de la memoria de este hombre que era muy mayor, saliera ese recuerdo. Y en ese momento vi a ese chaval, que había sido una estatua que simbolizaba el pasado, perfecta e inhumana, de repente se cae del pedestal y se humaniza, tiene miedo. Se ha desilusionado; esa anécdota mínima sirve para convertir en viva a una persona que estaba muerta. Y luego esa visita; es un sitio increíble, fue milagroso encontrarlo; ahí empezó realmente la leyenda.

-Ahí experimentas una especie de epifanía.

-Mi revelación metafísica, si no física, que la materia no se crea ni se destruye, que mi padre vive en mí, y que Manuel Mena vive en mí, porque están en mi carne y en mi sangre; en mi hijo viviré yo. Tengo 55 años, me miro al espejo y veo a mi padre, que está muerto; es una evidencia inapelable, científica. Los genetistas hablan de esto, no es una visión poética, es física.

© LA GACETA

PERFIL

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) es autor de exitosas novelas como Soldados de Salamina (2001), que vendió más de un millón de ejemplares, y Anatomía de un instante (2009). Sus libros han sido traducidos a más de 30 idiomas y han obtenido numerosos premios, entre los que destacan el Nacional de Literatura, el Grinzane Cavour, The Independent Foreign Fiction Prize, el Internazionale del Salone del Libro di Torino y el Prix Ulysse.

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