Otro cadete denunció que sufrió apremios en la Escuela de Policía

Otro cadete denunció que sufrió apremios en la Escuela de Policía

ESCUELA DE POLICÍA. La institución funcional en la calle Muñecas. ARCHIVO ESCUELA DE POLICÍA. La institución funcional en la calle Muñecas. ARCHIVO

“Llega un momento en que no das más de cansancio. De noche se escuchaba gente llorar. Te despiertan con petardos”, relató.

10 Mayo 2017

A Luis Serra le tiembla la mano derecha todo el tiempo. No mira mucho tiempo a los ojos y le cuesta acomodar las ideas que quiere expresar. Está con tratamiento neurológico, psicológico y psiquiátrico desde el 1 de abril, cuando se desmayó haciendo ejercicios en la Escuela de Policía. “Vomité y dije que me sentía mal; me respondieron que siguiera haciendo el entrenamiento o me daban la baja. Empecé a ver puntos y no me acuerdo de nada más”, explicó. El diagnóstico fue crisis convulsiva y deshidratación. Estuvo una semana en terapia intensiva.

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El cadete, que también es guardiacárcel y tiene 28 años, vive con terror. Según explicó, mientras estuvo internado en el Sanatorio Pasquini recibió visitas amenazantes. “Fue gente de la Escuela a decirle que no dijera nada si quería volver. Hubo que prohibir las visitas”, afirmó su abogado, Marcelo Leguizamón. “Las enfermeras los tuvieron que correr varias veces. Trataron mal a mi familia”, lamentó Serra.

Un día en la escuela

“De noche se escuchaba gente llorando. A las cinco nos tiraban petardos para que nos levantáramos. Tenías unos segundos para higienizarte; sonaba el silbato y tenía que salir. Si se te caía algo o llegabas tarde, te tocaba la guardia imaginaria, que consistía en hacer ejercicio toda la noche. Podíamos tomar líquido una vez a la mañana y era la de la canilla. Salía como con arena, pero teníamos tanta sed que tomábamos el agua que era para lavarse los dientes. Al último recién empezaron a llevar unos bidones. Después del almuerzo a todos les tocaba hacer limpieza, pero a mí me exigían que siguiera haciendo ejercicios. No importaba si hacía calor o frío, la vestimenta era el overol. Y la ropa nunca se secaba, así que la usábamos mojada”, relató el cadete.

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LA DENUNCIA. El abogado muestra la demanda; su defendido solicitó no ser fotografiado, por miedo a sufrir represalias de sus superiores. la gaceta / foto de osvaldo ripoll

Según advirtió, durante la comida no podían hablar entre sí, los ejercicios eran agotadores y siempre los amenazaban con darles de baja ante la mínima queja. “De día uno no puede sentir nada más que el dolor de los músculos. De noche rogabas que no te tocara la guardia. Los instructores preguntaban si alguien necesitaba medicación; si alguno decía que sí, lo amenazaban con que se iba a ir de la escuela. También se reían de todo lo que nos hacían hacer. Un compañero se desmayó y cuando volvió en sí, tuvo que seguir entrenando. Un día se perdió el inhalador de un asmático y nadie se hizo cargo, porque sabía que le tocaba la imaginaria”, acusó.

Ante ese panorama, se le consultó las razones que lo llevaron a no darse de baja de forma voluntaria, de abandonar ese lugar. “No podía hacerlo; yo entré ahí para progresar, para darle algo mejor a mi familia. Fue un gran sacrificio entrar allí y debo haber invertido no menos de $ 20.000 con el esfuerzo de mis padres y hermanos”, respondió.

La tarde en que su cuerpo colapsó, fue llevado hasta el hospital Padilla alrededor de las 17. Recién pudieron estabilizarlo después de la medianoche para su traslado al sanatorio. Durante algunos días, no reconoció a nadie; ni siquiera a su hijo.

Las acusaciones

La causa quedó en manos de la fiscala Adriana Giannoni, quien en su momento decidió investigarla de oficio. En Tribunales se unificó con la de Luis Reales, un muchacho de 18 años que el 5 de abril fue trasladado desde la Escuela de Policía a un sanatorio céntrico, donde le diagnosticaron que sus riñones habían dejado de funcionar.

“La denuncia es por lesiones graves e incumplimiento de deberes de funcionario público agravado. Hubo tortura psicológica y física, estamos haciendo los análisis correspondientes para demostrarlo con pruebas. Los tratan como si no valieran nada, los denigran”, puntualizó el abogado, que ya solicitó el rol de querellante en la causa. Los denunciados por Leguizamón son dos oficiales, de apellido Correa y Mareño, y el director, el comisario Jorge Cruz. En el caso de Reales, el abogado Jorge Lobo Aragón apuntó los cañones contra Cruz, el comisario principal Miguel Gómez (secretario académico) y el oficial principal Claudio Peñaloza (jefe de compañía) por lesiones graves y abandono de persona.

Precisamente, sobre este caso Cruz había explicado, un día después de que internaran a Serra, que este se había descompensado antes de comenzar una actividad. Al cadete también le habían diagnosticado un fuerte golpe en la cabeza, que el directo estimó que se produjo durante la caída.

En cada ocasión que Cruz fue consultado por estos dos casos, señaló que todo lo que pasa en el edificio está reglamentado. “Todo se hizo como corresponde y se encuentra documentado. Jamás le faltó a nadie agua ni comida. Sería inhumano, más con el calor que hace en esta provincia. Se lo pueden preguntar a los 103 cadetes que ingresaron este año”, argumentó. Por todo esto, el comisario también señaló que se encuentra “muy tranquilo”, pese a las denuncias que realizaron los representantes legales de Serra y Reales.

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