El efecto “Cadáver”
“Cadáver” es el apodo de ese joven que hizo temblar a Villa 9 de Julio y zonas aledañas durante los últimos años. Patricio Tévez, su verdadero nombre, también movió las débiles estructuras de Tribunales. Su caso puede ser comparado con una máquina que levanta un muro para separar aún más a la sociedad de la Justicia. Un ejemplo de que el sistema judicial está a punto de estallar en nuestra provincia.

El joven de 25 años es considerado por la Policía y por los fiscales que lo vieron desfilar por sus despachos como un hombre peligroso. Desde que era menor de edad fue acusado de cometer varios robos a mano armada. También, por su crueldad y frialdad, fue contratado como “soldado” por las bandas que venden drogas en su barrio natal y fue investigado sin éxito por haber participado en violentos enfrentamientos entre los clanes Toro y Carrión en los que perdieron la vida varias personsa. Sus víctimas le recuerdan una característica muy especial: pese a que le entregaban sus pertenencias cuando las atacaba, él les disparaba, generalmente, en las piernas. “Es su sello”, dijo un investigador.

El miércoles pasado, 10 días después de haber recuperado la libertad, fue detenido por el asalto a un drugstore. Había estado encerrado 10 meses en el penal de Villa Urquiza por haberle robado y herido de un disparo a una mujer. Pero no era una víctima más. Ana Ferreyra es una militante feminista acostumbrada a luchar por causas nobles. Ella cumplió con creces con su obligación de ciudadana. Denunció el caso, lo ratificó en Tribunales, reconoció al autor del hecho (días después de haber dado ese importante paso procesal desconocidos atacaron a pedradas su casa) y asumió el rol de querellante para colaborar con la investigación. “Lo único que me pregunto es qué se debe hacer para que esta persona quede encerrada, para que no siga espantando a la sociedad. A mí no me importan muchas cosas, sigo con esto porque quiero que la Justicia reaccione”, dijo en una entrevista después de la detención de Tévez.

Ineficacia

“Cadáver” no es desconocido en Tribunales. Representa la ineficacia del sistema judicial para a la hora de dar respuestas. La planilla con el listado de las detenciones que sufrió desde que es mayor de edad se resume a dos páginas A4. Sin embargo, nunca enfrentó a un tribunal. Jamás fue condenado, a pesar de que en las causas hay demasiadas pruebas en su contra. El 29 de mayo de 2012 se resolvió que Tévez sea enjuiciado por una causa de robo agravado en banda. La Sala VI, que fue designada, no fijó la fecha aún del debate oral, a pesar de que ya transcurrieron casi cinco años.

Por nuestras leyes, un juicio es una pieza clave. Ante un tribunal una persona tiene la oportunidad de demostrar su inocencia. Una condena se transforma en una herramienta vital para los operadores judiciales. Un fiscal, por ejemplo, no dudará a la hora de pedirle que se le dicte la prisión preventiva si es que el imputado cuenta con antecedentes. Al juez de instrucción, que decide el planteo, no le resultará sencillo rechazarlo porque el acusado es reincidente. Ni hablar si el sospechoso goza de un permiso extramuro o un régimen de semilibertad, ya que si comete un delito, pierde el beneficio y vuelve inmediatamente al penal a cumplir con la condena.

Diferencias

En medio de esta enorme polémica, en Tribunales se percibe un clima extraño. Hay un profundo malestar. Una grieta entre los funcionarios judiciales. Hay varios equipos que quieren ganar el campeonato. No se dan cuenta de que se necesita un sólo conjunto de hombres que transpiren la camiseta para poder dar la vuelta olímpica. Tirar caños o hacer algún lujo es para la tribuna. La sociedad está buscando otra cosa. Quiere soluciones para poder volver a creer en la Justicia.

En los últimos días trascendió que los jueces de cámara estaban dispuestos a hacer un planteo contra los fiscales y los jueces de instrucción. Querían quejarse por las investigaciones que realizan y por las decisiones que se toman en las causas que llegan a sus manos. En charlas de pasillos y de café dijeron que estaban muy preocupados porque los expedientes estaban flacos de pruebas y que así era imposible impartir Justicia. Esto no es nuevo. Varios tribunales, al emitir sus fallos, hicieron públicas las deficiencias con las que se encuentran en los debates.

En los Tribunales de la avenida Sarmiento la novedad no cayó muy bien. Algunos fiscales y jueces de instrucción estarían dispuestos a no quedarse callados. Si los camaristas cumplen con su amenaza, ellos contraatacarán elaborando un informe sobre la cantidad de casos que fueron elevados a juicio y que todavía no se realizaron. Y, obviamente, pondrán el caso de “Cadáver” como ejemplo. También colocarán en el tapete la historia de Carlos Marcovich, el hombre condenado a prisión perpetua por el homicidio de un linyera que abusó de una niña en la casa donde cumplía el arresto domiciliario.

Este escenario es un fiel reflejo de lo que está sucediendo en la Justicia. Es una reacción en caliente de los problemas que vienen padeciendo los operadores desde hace varios años y que todos los poderes del Estado miraron hacia otro lado. Es un reflejo de la crisis generada por la falta de recursos humanos y tecnológicos para desarrollar las investigaciones. Es la consecuencia de haber dejado pasar años sin cubrir cargos claves. Es el resultado de haber relizado malas elecciones, como por ejemplo invertir millones en un nuevo edificio y no brindar herramientas para que los tucumanos se sientan realmente contenidos por fiscales y jueces. Y lo que es peor aún, la solución no llegará de un día para el otro.

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