El cambio climático está agravando los cuadros de asma

“Papá, me cuesta respirar”, escuchó decir el ex presidente Barack Obama a su hija, que entonces tenía cuatro año años. La pequeña sufrió un ataque de asma y fue hospitalizada de urgencia. Fue en medio de aquella situación crítica -sostiene en una nota de DPA la periodista Gisela Gross- cuando el ex mandatario estadounidense se dio cuenta de las posibles consecuencias del cambio climático.

Hoy es el Día Mundial del Asma, auspiciado por la Iniciativa Global por el Asma (GINA por su sigla en inglés) y numerosos expertos de todo el mundo advierten sobre la presencia de un polen cada vez más agresivo, sobre todo en las ciudades. De hecho, la GINA eligió como lema para la conmemoración de este año “Asma: mejor aire, respira mejor”. Así busca sensibilizarnos: debemos cuidar el medio ambiente, procurando un aire más limpio y libre de contaminantes.

Panorama nacional

Unas 400 personas mueren al año en la Argentina por asma, y los especialistas, que están alertas, afirmaron que el cuidado del ambiente es una de las vías cruciales para combatir la enfermedad.

“El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias (bronquios) caracterizada por ataques recurrentes de tos, sensación de falta de aire y silbidos en el pecho”, explicó a Télam Claudio Parisi, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica. “Esos fenómenos son desencadenados habitualmente por infecciones virales, alérgenos y contaminantes ambientales, como por ejemplo los granos de polen, que se dispersan con facilidad por el aire y provocan una hipersensibilidad, especialmente entre los habitantes de centros urbanos”, detalló.

En nuestro país, la prevalencia en adultos es del 6%, pero entre niños y adolescentes llega al 15%. “Cuidar el medio ambiente para mantener el aire libre de contaminantes y polución es fundamental, no sólo para cuidar a quienes viven con asma, sino para que todos podamos respirar mejor”, advirtió Parisi

Mal pronóstico

Investigaciones realizadas en el centro Helmholtz de la Universidad Tecnológica de Munich muestran que en las ciudades populosas, el polen que se forma junto a las grandes avenidas está cubierto con hollín de combustible y resulta más agresivo para las vías respiratorias. A ello se suma que el césped y las hierbas que crecen junto a las calles de mayor tránsito están expuestas a mucho CO2 y, por tanto, emiten un polen más fuerte.

“Los niños son especialmente sensibles, pero lo dramático es que también está aumentando esta patología en mayores de 70 años”, señaló Claudia Traidl-Hoffmann, directora del centro Helmholtz. Ella y sus colegas experimentan con plantas exponiéndolas a condiciones que, se estima, se darán en el futuro, y el pronóstico es desalentador: calculan que si el cambio climático prosigue como se teme, cada vez más los afectados sufrirán molestias todo el año, y que la cifra de afectados en Europa podría pasar en 2060 a ser más del doble: unos 77 millones de personas.