Apenas tosca carpintería

Apenas tosca carpintería

Las antiguas sillas y carretas de Tucumán.

DINTEL DEL SIGLO XVIII. Se puede apreciar en la estancia tranqueña El Molino, de la familia Chebaia. DINTEL DEL SIGLO XVIII. Se puede apreciar en la estancia tranqueña El Molino, de la familia Chebaia.
Al empezar el siglo XIX, la carpintería en Tucumán era bastante tosca. Un informe publicado en 1805 en Buenos Aires, en el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, decía que los carpinteros de Tucumán trabajaban “sin reglas y al compás de su fantasía”. Hacían “sillas toscas, unas cajas cuyos pilares pueden servir de poderosos atlantes al firmamento; y unos carruajes para la conducción mercantil (es decir, las famosas carretas) que tienen la particularidad de acabar con la boyada de esta provincia, que en sólo estos monstruosos armatostes arrastran diez veces otro tanto peso que los efectos que cargan...”

Claro que no se debe haber necesitado ningún artesano refinado para fabricar los trapiches de quebracho que fueron maquinaria esencial de la primitiva industria azucarera. En esos casos, cuanto más recio era el trabajo, el aparato funcionaba mejor.
 
En febrero de 1848, el gobernador Celedonio Gutiérrez enviaba a Juan Manuel de Rosas dos sillas hechas en Tucumán. Al parecer, la mano de obra no había mejorado mucho. “No se las mando por su mérito artístico -escribía Gutiérrez- sino por la superioridad de la materia de que se componen, que es el cedro abundantísimo de nuestros bosques. Los extranjeros podrán ver que no tenemos necesidad de la caoba que nos traen tan cara, pues, como está la vista, si la madera de esas sillas no es más hermosa que aquélla, es a lo menos igual”.

Sin embargo, después de Caseros, Domingo Faustino Sarmiento recordaba, en su carta a José Posse que las sillas de Tucumán eran famosas en toda la región de Cuyo, y que las familias las conservaban como verdaderas joyas artísticas. Sugería, inclusive, que se reflotara esa artesanía, enriqueciéndola con nuevos modelos -europeos, por supuesto-; esto aparte de la posibilidad, para los carpinteros tucumanos, de emplear su habilidad en abastecer de armazones de monturas al Ejército.

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