Los quesos tafinistos están a un paso de convertirse en marca registrada

Los quesos tafinistos están a un paso de convertirse en marca registrada

QUESOS DE TAFÍ DEL VALLE. Desde este año, los productos certificados reciben un reintegro de las retenciones a las exportaciones. archivo QUESOS DE TAFÍ DEL VALLE. Desde este año, los productos certificados reciben un reintegro de las retenciones a las exportaciones. archivo

Seguirán el camino del salame de Tandil, el chivito criollo neuquino y el melón de San Juan. Nuevas perspectivas de desarrollo económico.

26 Abril 2017

Los quesos de Tafí del Valle están en camino de convertirse en una marca registrada de nuestra provincia. Hasta el momento es el único producto tucumano que ha iniciado el trámite para obtener la Indicación Geográfica (IG), lo que podría convertir al queso de los valles en un estandarte para el reconocimiento nacional e internacional de nuestra provincia. En el país hay pocos productos reconocidos por la Secretaría de Agregado de Valor de la Nación como IG, y los especialistas coinciden en que Tucumán tiene un gran potencial para obtener estos sellos. Una curiosidad: el limón tucumano, reconocido en todo el mundo por su calidad, no cuenta con IG ni con Denominación de Origen (DO).

Las principales barreras que frenan a los productores para tramitar estos sellos son el tiempo y los escasos beneficios que se obtienen. Los quesos de Tafí ya llevan seis años tratando de obtener la IG. En realidad, en principio tramitaron la Denominación de Origen, un trámite mucho más engorroso aún; desistieron y bajaron un escalón en las pretensiones y ahora están en camino de obtener la IG.

Respecto de los beneficios económicos, desde principios de este año sí hay un estímulo claro. “Desde hace poco tiempo se dispuso un reintegro del 0,5% de las retenciones a las exportaciones de los productos con IG, DO o con el sello de Alimentos Argentinos, lo cual ha incrementado el interés y las consultas para obtener las certificaciones, ya que se trata de un beneficio concreto para quienes exportan”, detalló Gabriela Marcello, directora de Alimentos de la Provincia.

La funcionaria reconoce que hay una gran distancia todavía entre la cantidad de productos que llevan intrínsecamente un sello tucumano y aquellos que han buscado certificar esa condición. “Los arándanos tucumanos, el quesillo, además del limón, son algunos de ellos. Uno que está comenzando a recopilar la documentación para iniciar el trámite es la miel de azahar de limón, un producto típico de la zona de Tafí Viejo donde están las plantaciones de limón y que se diferencia de la miel de citrus”, contó.

Para el análisis

La DO y la IG imprimen un sello de calidad y características únicas de los productos vinculadas al lugar de origen: desde la técnica de producción hasta la materia prima y las condiciones ambientales, que necesariamente modifican el resultado final. “No está en duda de que es beneficioso, que agrega valor. Ahora, lo que hay que evaluar es cuál de esas certificaciones es más beneficiosa para el producto que se quiere comercializar y al mercado que apunta. Quizás para la exportación sea más redituable certificar, por ejemplo, con las Normas ISO 9000, que son reconocidas mundialmente y que no hace falta explicar de qué se trata porque todo el mundo sabe que hace referencia a la calidad. En algunos productos, las IG y las DO quizás dicen más hacia adentro que hacia afuera, son cosas que hay que evaluar”, opina Dirk Trotteyn, director del Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP).

Como forma de facilitar las certificaciones, el IDEP está impulsando una segunda fase de la Marca Tucumán: del sello de distinción al sello de calidad. Hasta el momento, esa “marca territorio” apunta a imprimir las características de lo que oportunamente se definió como propio de la “tucumanidad”, pero nada decía sobre la calidad del producto o servicio. “Estamos avanzando a convertirla en un sello de calidad -anticipó-. Creemos que va a ser efectivo porque hay todo un trabajo de identidad de marca que ya está hecho”.

Publicidad


En Argentina, las herramientas de agregado de valor reconocidas por el Ministerio de agroindustria son:  
El sello “Alimentos Argentinos”. Marca de calidad que garantiza que los productos se elaboran en el país, que cumplen con protocolos de calidad específicos para cada producto, que poseen una calidad diferenciada. Es la mejor herramienta para que el consumidor tenga seguridad de que está adquiriendo un producto de calidad premium. Están certificados más de 100 artículos con sus respectivas marcas fabricantes.          
Indicación Geográfica (IG) y Denominación de Origen (DO). Permiten diferenciar y hacer distinguible la calidad de un producto relacionada con su origen geográfico. Otorgan protección legal al nombre, al producto y al grupo productor. La calidad específica es resultado de la combinación de recursos naturales y técnicas o prácticas de producción locales relacionadas con la historia y la cultura. Las IG y las DO no se crean, sino que se reconocen.
Productos argentinos con Denominación de Origen:
- Salame de Tandil
- Chivito Criollo del Norte Neuquino
Productos con Identificación Geográfica:
- Cordero Patagónico
- Melón de Media Agua (San Juan)
- Yerba Mate Argentina
- Alcauciles Platenses
- Salame Típico de Colonia Caroya.
 
Registrar una patente es todo un desafío
Erika Moeykens es abogada, y una de las pocas especialistas en Tucumán en derechos de propiedad intelectual. Afirma que los registros de marcas comerciales -siempre asociadas a un producto o servicio- son las tareas más frecuentes y solicitadas, pero que las más desafiantes son las patentes. “Es un proceso mucho más complejo que implica reinvindicaciones técnicas y también legales, en el que hay que ser muy cuidadoso porque si quedan fisuras se da lugar a que se copie la idea. Registrar una marca puede llevar alrededor de un año, y una patente, cinco o más. Y si bien nuestro país es bastante lento en estos procesos, en el resto del mundo no es mucho más rápido”, comparó.
La abogada explica que cada vez más son las empresas que se preocupan por registrar sus marcas, algo que no se veía con tanta intensidad en los años anteriores. En cuanto a las patentes, tiene algunas en trámite y aquí viene el misterio: “no se puede contar mucho, pero estoy trabajando con una vinculada a la traumatología, un avance muy interesante de un médico tucumano”.
Para Moeykens, la provincia y la región tienen mucho camino para andar y mucho potencial en cuanto a la Indicación Geográfica y la Denominación de Origen. “Hay productos que se podrían consolidar mucho más a nivel mundial con esos reconocimientos -destacó-. Creo que en ese sentido hay mucho por hacer en la provincia”.

> En Argentina, las herramientas de agregado de valor reconocidas por el Ministerio de agroindustria son:  
El sello “Alimentos Argentinos”. Marca de calidad que garantiza que los productos se elaboran en el país, que cumplen con protocolos de calidad específicos para cada producto, que poseen una calidad diferenciada. Es la mejor herramienta para que el consumidor tenga seguridad de que está adquiriendo un producto de calidad premium. Están certificados más de 100 artículos con sus respectivas marcas fabricantes.          

Indicación Geográfica (IG) y Denominación de Origen (DO). Permiten diferenciar y hacer distinguible la calidad de un producto relacionada con su origen geográfico. Otorgan protección legal al nombre, al producto y al grupo productor. La calidad específica es resultado de la combinación de recursos naturales y técnicas o prácticas de producción locales relacionadas con la historia y la cultura. Las IG y las DO no se crean, sino que se reconocen.
Productos argentinos con Denominación de Origen:
- Salame de Tandil
- Chivito Criollo del Norte Neuquino
Productos con Identificación Geográfica:
- Cordero Patagónico
- Melón de Media Agua (San Juan)
- Yerba Mate Argentina
- Alcauciles Platenses
- Salame Típico de Colonia Caroya. 

Publicidad

> Registrar una patente es todo un desafío
Erika Moeykens es abogada, y una de las pocas especialistas en Tucumán en derechos de propiedad intelectual. Afirma que los registros de marcas comerciales -siempre asociadas a un producto o servicio- son las tareas más frecuentes y solicitadas, pero que las más desafiantes son las patentes. “Es un proceso mucho más complejo que implica reinvindicaciones técnicas y también legales, en el que hay que ser muy cuidadoso porque si quedan fisuras se da lugar a que se copie la idea. Registrar una marca puede llevar alrededor de un año, y una patente, cinco o más. Y si bien nuestro país es bastante lento en estos procesos, en el resto del mundo no es mucho más rápido”, comparó.
La abogada explica que cada vez más son las empresas que se preocupan por registrar sus marcas, algo que no se veía con tanta intensidad en los años anteriores. En cuanto a las patentes, tiene algunas en trámite y aquí viene el misterio: “no se puede contar mucho, pero estoy trabajando con una vinculada a la traumatología, un avance muy interesante de un médico tucumano”.
Para Moeykens, la provincia y la región tienen mucho camino para andar y mucho potencial en cuanto a la Indicación Geográfica y la Denominación de Origen. “Hay productos que se podrían consolidar mucho más a nivel mundial con esos reconocimientos -destacó-. Creo que en ese sentido hay mucho por hacer en la provincia”.

Tamaño texto
Comentarios
NOTICIAS RELACIONADAS
Comentarios