Entre sutilezas y sobreactuaciones
¿Es realmente tan difícil el diálogo con el macrismo, o hay una sobreactuación del oficialismo tucumano? Si uno se deja llevar por la escalada de virulencia verbal de las últimas semanas podría concluir que la relación entre el Gobierno nacional de Cambiemos y el local del Frente para la Victoria no tiene retorno. Sin embargo, debajo del humo de las detonaciones la realidad puede deparar algunas sorpresas.

El desembarco macrista de la última semana sirvió para que las tribunas de uno y de otro sector arenguen como si estuvieran en una cancha. De hecho, así fue el tenor de la conversación que mantuvieron durante más de una hora el gobernador, Juan Manzur, y su vice, Osvaldo Jaldo, con el secretario del Interior de la Nación, Sebastián García de Luca. El mandatario aprovechó el buen diálogo que mantiene con el segundo del ministro Rogelio Frigerio para escupirle todo su malestar. Le enrostró la falta de asistencia financiera a la provincia por parte del macrismo, le aseguró que -desde que arribó el PRO al poder- aún no firmó ningún convenio por alguna obra pública nueva, le achacó que los proyectos son canalizados directamente por los referentes locales de Cambiemos; y le advirtió que se envían a Tucumán menos medicamentos y menos leche para los CAPS. En síntesis, le remarcó que si sólo Tucumán padece esta malaria, se estaría frente a un acto de discriminación política. De Luca, tras la arremetida, se hizo el desentendido. Le contestó al gobernador que no estaba al tanto de que fueran veraces muchas de esas denuncias. No obstante, sí le dejó un mensaje concreto a Manzur: en la Casa Rosada no cayeron bien los insultos y silbidos con que fue recibido el presidente, Mauricio Macri, hace dos lunes. De paso, le aconsejó que concentre sus energías dialécticas en confrontar con los dirigentes tucumanos de Cambiemos, como José Cano y Domingo Amaya, y que no apunte más arriba sus cañones si es que pretende mantener una relación institucional sana -y duradera- con la Quinta de Olivos.

No hizo falta, luego de esa sutileza, continuar con los reproches. Manzur optó por reafirmar el pedido de $ 600 millones como Aporte del Tesoro Nacional (ATN), para atender a las zonas destrozadas por las lluvias. De Luca salió de ese encuentro y, a LA GACETA, le aclaró que no había chances de que esos fondos lleguen para ser administrados por el ex ministro de Salud kirchnerista y que, en todo caso, el Gobierno nacional asistirá de manera específica, área por área, y de acuerdo a necesidades puntuales. Algo similar declaró el sábado, al programa radial Detonados, el ministro Frigerio. ¿Por qué la Provincia y la Nación están enfrascadas en la discusión sobre los $ 600 millones y no pueden salir de ese laberinto verbal? El gobernador asegura que ese dinero es el necesario para reparar los daños causados por las inundaciones en el sur. Los dirigentes macristas, en tanto, creen que el mandatario exagera en sus pataleos para obtener fondos discrecionales justo en un año electoral, o para disimular la flacura de las finanzas provinciales. Hasta aquí, los dichos de ambos sectores no encuentran sustento en ningún documento. Los días transcurren entre insultos de un lado y réplicas del otro. ¿Por qué Manzur, que se jacta de tener justificado cada uno de los pesos que pide, no hace público el detalle del destino que daría a los fondos que tanto reclama? Conocer qué cauces, caminos y puentes serían recuperados con ese dinero, y a qué costo cada uno según el relevamiento realizado, daría transparencia y solvencia al planteo. Seguramente, hasta transmitiría confianza hacia su gestión. ¿Por qué la Nación anunció -con los tucumanos aún bajo el agua- que enviaría $ 1.000 millones para canales, desagües y defensas sólo en Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Santa Fe? Para aquí, apenas se blanquearon $ 12 millones con los que se reacondicionarán escuelas, y se lanzó una línea de créditos inaccesible del Banco Nación para los damnificados. El resto, sólo acciones elementales para sortear la coyuntura y la emergencia.

La respuesta para ambas preguntas se encuentra en el año electoral. El oficialismo nacional y el oficialismo provincial se desconfían, y desde la desconfianza lo poco que se construye sólo puede ser efímero y débil. Curiosamente, el recelo es el suero que hidrata las relaciones en las principales sociedades políticas tucumanas. En la Provincia, Manzur y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, mantienen la cordialidad con el senador José Alperovich por pura conveniencia. A su vez, el gobernador no se siente cómodo cuando su compañero de fórmula se gana la atención de los medios con sus declaraciones explosivas contra la oposición. Al punto que ya lo hizo saber a sus colaboradores. En la conducción comarcana de Cambiemos ocurre algo similar, pero con la diferencia de que se demandan directamente a Buenos Aires. Cano mueve sus fichas con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, con la intención de que no haya internas en Tucumán para definir los postulantes a diputado; y Amaya hace lo propio con el ministro Frigerio pero para que sí haya PASO en agosto. El viernes, en el plenario regional de la alianza, el secretario de Vivienda pidió la palabra y reclamó que las postulaciones se resuelvan en Primarias. Minutos después, en la conferencia que presidió Cano y en la que ya no estuvo Amaya, uno de los macristas del núcleo duro, como Humberto Schiavoni; y uno de los hombres más cercanos a Elisa Carrió, como Fernando Sánchez, desalentaron la idea de las PASO y pusieron el grito en el cielo contra los egos.

Manzur y Jaldo están convencidos de que Macri pretende convertir a Tucumán en la próxima Santa Cruz. La teoría es que busca desgastarlos y posicionar a Cano para 2019. Alperovich asiente y festeja la radicalización. Es que no le perdona al macrismo que un fiscal al que vincula con dirigentes suyos, como Carlos Stornelli, haya pedido su citación por presuntas anomalías en el plan Más Cerca. Hay quienes juran haber escuchado a Alperovich decir en una reunión que el presidente de Boca, Daniel Angelici, llamó personalmente al también xeneize Stornelli por encargo macrista. Más allá del encono particular del senador hacia el Presidente, el gobernador está dispuesto a endurecer su postura frente a la Nación y a consolidar, a modo de paraguas, una liga de gobernadores peronistas que le ponga un freno a Cambiemos antes de que termine por arrinconarlo. El primer paso, quizá, sea el agradecimiento personal hacia su par Juan Schiaretti, publicado ayer en La Voz del Interior

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