“Antes los veía desde la platea, ahora puedo cantar con ellos”

“Antes los veía desde la platea, ahora puedo cantar con ellos”

Aníbal Burgos cumplió su sueño: integra la cartelera con sus ídolos.

AMIGOS. Burgos y Johnny Tedesco, que nunca cantó en Tucumán. Prensa Aníbal Burgos. AMIGOS. Burgos y Johnny Tedesco, que nunca cantó en Tucumán. Prensa Aníbal Burgos.
22 Abril 2017

El primer contacto con Aníbal Burgos se produjo a través del correo electrónico y tuvo la forma de un documento adjunto con algunas fotos. En una aparece sentado al piano y a su lado sonríen los eternos ojos celestes de Johnny Tedesco. Otra, en un restaurante, lo muestra en un abrazo con Juan Ramón. “Mis ídolos son mis amigos”, explicará más tarde. Pero hay una tercera imagen que sintetiza el anhelo de cualquier aspirante a estrella. Burgos mira a la cámara desde el escenario, de espalda al público y con los brazos extendidos. Es el momento sublime del show, cuando cantar deja de ser una afición para transformarse en algo superador. En esa instantánea, Burgos resume su infatigable anhelo de ser reconocido como un artista.

El e-mail se convirtió en un cara a cara. Burgos llega ansioso por contar su historia, la de un empleado de la Sidetec cuya rutina va de la oficina en Casa de Gobierno al hogar en Bella Vista. Pero marcar la tarjeta es un trámite que a Burgos no le mueve el velocímetro. El empleado público es el lado B en el long play de su vida. La cara A está cruzada por los sueños musicales. Imposible pensar en el trabajo si esta noche compartirá camarines y escenario en Sportivo Floresta con las estrellas que tanto admira. Difícil concentrarse en el día a día cuando en un puñado de horas enfrentará al público, micrófono en mano. 

Tiene 38 años y empezó a cantar a los 25. “Soy un intérprete de los clásicos de siempre”, sostiene. Su espectáculo es un carrusel de covers en el que giran, por ejemplo, Roberto Carlos, Milton César, Julio Iglesias y Juan Ramón, su padrino musical. Cada vez que puede, Burgos se escapa a Buenos Aires para reencontrarse con figuras que le abrieron la puerta de sus casas, de los estudios de grabación y de sus corazones. Con Johnny Tedesco, que siendo íntimo con Palito Ortega nunca actuó en Tucumán, Burgos hizo una gran amistad.

Pero fue Nito Arrieta quien subió a Burgos a las tablas, le dio lugar en sus espectáculos, lo llevó de gira, lo ayudó a salir en televisión. Y fue Henry Nelson quien le enseñó los palotes en la profesión. Toda gente experimentada -Tedesco, Juan Ramón, Arrieta, Nelson-, formada y protagonista de una época que se mantiene vigente porque cada vez que se escucha un clásico los recuerdos echan a andar.

“Todo lo que vivo es algo increíble. Antes los veía desde la platea, ahora puedo cantar con ellos”, afirma Burgos, que no se privó de grabar un CD con 11 covers y de incursionar como productor. “Ahí no me fue tan bien”, confiesa. Después sonríe, se levanta, saluda y parte rápido a seguir ensayando. No cualquiera puede ser estrella por una noche.

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