El mal estado en que se halla el Canal Sur

El mal estado en que se halla el Canal Sur

Son dichos agudos y sentenciosos de uso común. Se caracterizan por su observación y reflexión sobre la naturaleza humana. “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, era uno de los refranes que solían repetir con asiduidad nuestros mayores. Estas sentencias que a menudo conllevan un consejo o una enseñanza, no siempre son tenidas en cuenta, no sólo por los ciudadanos comunes, sino también por nuestros representantes.

El 7 de marzo de 2015, una caudalosa tormenta arrastró una buena parte de los paredones de hormigón y de las barandas de hierro del Canal Sur, y se inundaron las casas adyacentes. En consecuencia, los peatones y los automovilistas quedaron sin protección. Como era de esperar, hubo promesas de que sería reparado para prevenir futuros desbordes y tragedias.

El Canal Sur, concluido en 1976, se construyó para contener el agua que proviene del norte y el oeste (Tafí Viejo y Yerba Buena). También recibe el agua de los canales Caínzo-Las Piedras y el de Yerba Buena. Estos funcionan como colectores del agua que baja de las sierras y la derivan al río Salí. Como si ello fuese poco, el Canal Sur recibe agua de los canales San José, Parque Guillermina, Bernabé Aráoz, de la Termoeléctrica y de los colectores Adolfo de la Vega y Kirchner-Rougés, entre otros.

La Municipalidad de San Miguel de Tucumán le envió una nota al Poder Ejecutivo para advertirle el mal estado del acueducto en varios tramos y la necesidad de que a la brevedad se encaren obras. La nota enviada por el intendente al gobernador, está acompañada de un relevamiento sobre el canal, al que considera como la principal vía de escurrimiento pluvial de la capital. “Su mal estado produce déficit en su capacidad de conducción, lo que acarrea el incremento de daños y deterioro en su propio cauce y en diferentes zonas, a partir de la erogación de caudales del sistema”, escribió el jefe municipal.

En septiembre pasado el subsecretario provincial de Obras Públicas afirmó que el Canal Sur estaba saturado, como consecuencia de la cantidad de agua, por el crecimiento de los emprendimientos inmobiliarios y de la frontera agrícola. “No da abasto para la cantidad de agua que trae... las reparaciones están siendo hechas para mantenerlo de pie; no son obras que solucionen el problema estructural del canal (en una inundación) cualquier parte del canal puede sufrir”, dijo.

En julio de 2015, el secretario provincial de Obras Públicas dijo que se habían presentado todas las carpetas ante la Nación y que les habían autorizado un desembolso de $291 millones, de los cuales $200 millones se iban a destinar a la reparación de los canales. Corrían, por cierto, tiempos electorales.

La realidad actual del Canal Sur les está preguntando a nuestros representantes qué destino habrán tenido esos $200 millones en 2015. Los responsables dirán tal vez lo de siempre: que la Nación no les giró la plata, que había otras prioridades, que las obras estaban en carpeta, que no se sabe qué pasó...

Sería saludable para los tucumanos que se acabaran las promesas, los intercambios de culpas porque con palabras no se van a evitar las próximas inundaciones ni la tragedia que sufren, cada vez en menos tiempo, miles de comprovincianos del sur. Si se deja para mañana lo que se puede hacer hoy, probablemente se sufrirán luego las consecuencias y estas pueden llegar a ser nefastas.

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