Al basural lo convirtieron en una plaza en “El Sifón”

Al basural lo convirtieron en una plaza en “El Sifón”

Con el empeño de varios vecinos y las gestiones ante el municipio lograron cambiar la fisonomía del terreno. Fútbol y juegos para vencer a las drogas.

HAMACA, SUBE Y BAJA, SILLA GIRATORIA. Son algunos de los juegos instalados en la plaza, donde hasta hace unos meses todo era residuos. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA.-. HAMACA, SUBE Y BAJA, SILLA GIRATORIA. Son algunos de los juegos instalados en la plaza, donde hasta hace unos meses todo era residuos. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA.-.
21 Abril 2017
Es raro ver a los niños con zapatillas. Algunos tienen ojotas de goma, pero lo más natural del mundo es que vayan de un lado a otro descalzos. En los días de sol es más llevadero caminar, pero por la pobreza extrema en la que viven no les queda otra alternativa a los más pequeños del barrio Juan Pablo II, conocido popularmente como “El Sifón”, ubicado el norte de la capital.

La droga, al alcance de las manos, es el mayor peligro para las nuevas generaciones. “Es una pelea día a día para que los chicos no caigan en el paco (pasta base de cocaína)”, dice Rubén Viscarra. La estigmatización la sufren los adolescentes que intentan entrar al mercado laboral, pero terminan en la discriminación: sólo por el hecho de decir el nombre del barrio.

En ese contexto no es fácil superar las adversidades; sin embargo, hay un grupo de vecinos que se propuso lograrlo con cambios que sean significativos en la vida cotidiana. La clave está en el espacio que comparten como miembros de una comunidad. En ese aspecto, lo que hasta hace pocos meses era un basural, donde se depositaban todo tipo de desperdicios, tuvo una mutación. Primero construyeron una canchita de fútbol para ganarle terreno a la basura. Después se animaron un poco más y lograron que se les construya una plaza. De ese modo cambiaron de un escenario que sólo proporcionaba olores fétidos a un pedazo de tierra en el que los niños pueden correr, entretenerse, divertirse y compartir el tiempo sin tener que sucumbir a las adicciones.

En la esquina de Casal

El primer paso ocurrió en octubre de 2015, cuando crearon un club de fútbol de barrio al que bautizaron con un nombre contundente: “Juventud Unida No a las Drogas”. Fue una idea que se le ocurrió a Viscarra, al ver el drama de los chicos adictos y el peligro que corrían sus cinco hijos. Él mismo fue un niño que pedía en las calles y limpiaba parabrisas en la esquina de Casal. Pero en aquel tiempo no había droga. “La cosa está en ganarles de mano a los dealers”, advertía.

Sergio Zamorano es uno de los vecinos que ayuda a Viscarra a organizar el grupo formado por niños y adolescentes. “Nos gustaría que nos ayuden a sacar el basural, que pase el recolector, que cierren la cancha para que no se metan los ‘transas’ a vender droga cerca de aquí, que pongan juegos para los más chicos”, había dicho Zamorano en una enumeración que parecía un sueño inalcanzable.

Pero el tiempo pasó y dejó sus frutos. Los vecinos lograron que se construya el espacio para juegos. “La plaza todavía no tiene nombre, pero estamos pensando varias opciones para bautizarla”, detalló Viscarra.

El club de fútbol comenzó a darles la posibilidad a los más pequeños de conocer otros lugares de la provincia. Lo más lejos que llegaron fue a San Pedro de Colalao; también viajaron a San Javier, donde jugaron con el equipo local en un inolvidable fin de semana para los chicos. Ahora pretenden llegar hasta Amaicha del Valle. “Tenemos los contactos, pero todavía falta conseguir un ómnibus para todo el grupo; somo unos 25”, precisaron con el entusiasmo de quienes quieren lograr el objetivo.

Ninguno de los integrantes de “Juventud Unida No a las Drogas” conoce Amaicha del Valle y por eso se ilusionan con acercarse a las cumbres calchaquíes.

El anhelo de Viscarra es que estos jóvenes puedan triunfar, cada uno por sus gustos, a pesar de las dificultades. No todo es color de rosa. Ariel Gallardo tiene 20 años. Terminó el secundario en la escuela Arroyo Pinedo. Su sueño mayor era ingresar a la Policía Federal, pero se quedó a mitad de camino. No tenía dinero suficiente para el transporte ni para obtener toda la documentación y se quedó afuera.

Distinto es el trayecto de Josué Céliz. Todas las mañanas sale de su casa rumbo al entrenamiento en el complejo Ojo de Agua, donde juega en las inferiores de Atlético Tucumán. “Es la joya del barrio”, dice Viscarra. Aunque después aclara que hay muchos otros chicos que se quedan sin posibilidades. “Los tachan porque está mal visto ser del barrio El Sifón”, se lamenta con bronca.

Los niños celebran que ahora cuentan con juegos y con una plaza para aprovechar entre amigos. Los adolescentes se reúnen en ese espacio antes de armar los “picaditos” de fútbol. La basura va cediendo terreno, pero no es fácil mantener la limpieza. “No entra el camión de la 9 de Julio; entonces algunos no tienen dónde tirar la basura y vienen a dejarla aquí”, explican.

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