Por Fernando Stanich
17 Abril 2017
Mauricio Macri debe agradecer cada día que Juan Manzur se haya cruzado en su camino. Al hacerse el nudo de la corbata frente al espejo o antes de dormir, debe escapársele una sonrisa al pensar en el tucumano. Porque, en estos últimos dos años, el gobernador se convirtió en la excusa perfecta del Presidente: cada vez que el jefe de Estado quiere señalar con el dedo para dar ejemplos sobre por qué pretende desterrar el pasado político, encuentra al mandatario justo frente a sus ojos.
Las inundaciones en varias provincias del país, guste o no, le dieron oxígeno al exhausto macrismo. No fue casual que el Presidente haya escogido este suelo, de entre tantas zonas anegadas, para su recorrida. Porque aunque Tucumán carezca de peso electoral como para definir una elección, sí cuenta con un valor simbólico indiscutible: es la primera provincia en la que el kirchnerismo residual triunfó con contundencia en 2015. En ese contexto se circunscriben sus dichos horas antes de aterrizar en Santiago del Estero para recorrer Tucumán. En una entrevista radial, Macri había relacionado los recurrentes problemas de inundaciones con la falta de obras públicas durante los años en los que los gobernantes tuvieron el mismo signo político. Y, lógicamente, puso como ejemplo de esa antipolítica a Tucumán, pidió el voto por José Cano para que “los tucumanos estén mejor” y, a modo de rezongo, aclaró que hasta que el radical gane apoyaría a Manzur.
Así como el gobernador le sirvió hoy al Presidente para levantar la nota frente al sector de la sociedad que reclama un cambio de raíz, también le había servido tiempo atrás. Hace dos años, en el decisivo 2015, Manzur cumplió el mismo rol en la campaña de Macri. Es indudable que aquella caótica elección de agosto que le ganó a Cano incidió directamente en el resultado de las presidenciales de octubre y en el balotaje de noviembre. A horas de finalizados los bochornosos comicios tucumanos, el aún jefe de Gobierno porteño se cargó al líder radical en sus hombros y recorrió el país enarbolando las denuncias de fraude y de clientelismo político. Desde aquella vez, el ex ministro de Salud kirchnerista le es útil al actual Presidente para recordarle a la gente, cada vez que se olvida, por qué era necesario un cambio.
Hay que decir también que el tucumano ya está cansado de ese papel que le tocó cumplir. El lunes, el macrismo le hizo sentir ese desprecio político frente a sus narices, al punto que Macri delante de los vecinos que habían preseleccionado para la foto “trapeó” a Manzur y lo redujo al nivel de un puntero político barrial. Un exceso innecesario que hasta los referentes locales de Cambiemos más sensatos admiten.
Ninguneo, catarsis y estrategia
Quizá por todo esto, durante el cumpleaños del senador José Alperovich, el jueves, más que hablar de estrategias electorales, los comensales optaron por hacer catarsis. El común denominador de las charlas fue el ninguneo que sintieron las autoridades locales durante la última visita presidencial y el deseo de demostrarle a Macri, en los comicios de agosto y de octubre, que ellos mandan en Tucumán. Ese día no hubo menciones explícitas sobre candidatos propios, pero sí coincidencias. Es que en el oficialismo ya dan por sentado que como cabeza de lista irá el secretario general de la Gobernación, Pablo Yedlin, aunque sea resistido por buena parte de la dirigencia, y que la nómina podría contener a las legisladoras Gladys Medina, legisladora y esposa del intendente bandeño Darío Monteros; y Sandra Mendoza, esposa del famaillense José Orellana; y al ex diputado Roque Álvarez. El nombre del taficeño, como ya se dijo en esta columna, viene a contener al sector de Juan Antonio Ruiz Olivares.
Enfrente, los peronistas creen que encontrarán a Cano. Quizá para terminar de darles la razón, a fines de esta semana vendrá a la provincia el jefe de Gabinete, Marcos Peña, para encabezar un mitin político regional de Cambiemos. Después de esa visita, seguramente, al titular del plan Belgrano le quedará poco margen para seguir jugando al misterio.
Las inundaciones en varias provincias del país, guste o no, le dieron oxígeno al exhausto macrismo. No fue casual que el Presidente haya escogido este suelo, de entre tantas zonas anegadas, para su recorrida. Porque aunque Tucumán carezca de peso electoral como para definir una elección, sí cuenta con un valor simbólico indiscutible: es la primera provincia en la que el kirchnerismo residual triunfó con contundencia en 2015. En ese contexto se circunscriben sus dichos horas antes de aterrizar en Santiago del Estero para recorrer Tucumán. En una entrevista radial, Macri había relacionado los recurrentes problemas de inundaciones con la falta de obras públicas durante los años en los que los gobernantes tuvieron el mismo signo político. Y, lógicamente, puso como ejemplo de esa antipolítica a Tucumán, pidió el voto por José Cano para que “los tucumanos estén mejor” y, a modo de rezongo, aclaró que hasta que el radical gane apoyaría a Manzur.
Así como el gobernador le sirvió hoy al Presidente para levantar la nota frente al sector de la sociedad que reclama un cambio de raíz, también le había servido tiempo atrás. Hace dos años, en el decisivo 2015, Manzur cumplió el mismo rol en la campaña de Macri. Es indudable que aquella caótica elección de agosto que le ganó a Cano incidió directamente en el resultado de las presidenciales de octubre y en el balotaje de noviembre. A horas de finalizados los bochornosos comicios tucumanos, el aún jefe de Gobierno porteño se cargó al líder radical en sus hombros y recorrió el país enarbolando las denuncias de fraude y de clientelismo político. Desde aquella vez, el ex ministro de Salud kirchnerista le es útil al actual Presidente para recordarle a la gente, cada vez que se olvida, por qué era necesario un cambio.
Hay que decir también que el tucumano ya está cansado de ese papel que le tocó cumplir. El lunes, el macrismo le hizo sentir ese desprecio político frente a sus narices, al punto que Macri delante de los vecinos que habían preseleccionado para la foto “trapeó” a Manzur y lo redujo al nivel de un puntero político barrial. Un exceso innecesario que hasta los referentes locales de Cambiemos más sensatos admiten.
Ninguneo, catarsis y estrategia
Quizá por todo esto, durante el cumpleaños del senador José Alperovich, el jueves, más que hablar de estrategias electorales, los comensales optaron por hacer catarsis. El común denominador de las charlas fue el ninguneo que sintieron las autoridades locales durante la última visita presidencial y el deseo de demostrarle a Macri, en los comicios de agosto y de octubre, que ellos mandan en Tucumán. Ese día no hubo menciones explícitas sobre candidatos propios, pero sí coincidencias. Es que en el oficialismo ya dan por sentado que como cabeza de lista irá el secretario general de la Gobernación, Pablo Yedlin, aunque sea resistido por buena parte de la dirigencia, y que la nómina podría contener a las legisladoras Gladys Medina, legisladora y esposa del intendente bandeño Darío Monteros; y Sandra Mendoza, esposa del famaillense José Orellana; y al ex diputado Roque Álvarez. El nombre del taficeño, como ya se dijo en esta columna, viene a contener al sector de Juan Antonio Ruiz Olivares.
Enfrente, los peronistas creen que encontrarán a Cano. Quizá para terminar de darles la razón, a fines de esta semana vendrá a la provincia el jefe de Gabinete, Marcos Peña, para encabezar un mitin político regional de Cambiemos. Después de esa visita, seguramente, al titular del plan Belgrano le quedará poco margen para seguir jugando al misterio.
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