No siempre el show debe continuar

No siempre el show debe continuar

Mónaco, que por algo eliminó a Manchester City, de Pep Guardiola, y lidera en Francia delante del poderoso PSG, es un gran equipo. Pero el próximo miércoles, disculpas, podríamos ser hinchas de Borussia Dortmund. De sus jugadores que fueron obligados a jugar apenas 24 horas después de haber sufrido un ataque en el autobús que los llevaba a la cancha. De las tres explosiones y pedazos de metal que se incrustaron en asientos. De ver a uno de ellos, Marc Bartra (foto) enviado de urgencia al hospital con heridas sangrantes por los vidrios que lastimaron su cuerpo (ayer abandonó la clínica después de ser operado de una fractura del radio de la mano derecha). Y de haberse enterado que, en realidad, tuvieron suerte. Que todo podría haber sido mucho más grave.

Más aún que de sus jugadores, podríamos ser hinchas este martes de Borussia Dortmund por sus hinchas. Esos hinchas que, en medio del shock, tuvieron tiempo para pensar en los hinchas rivales. Para darse cuenta que muchos de esos hinchas visitantes, con el dinero justo para el viaje de un día, no tenían por qué gastar un dinero extra que no estaba previsto. Por eso, en medio del impacto, se dieron un momento para pensar en el otro. Lanzaron la iniciativa de buscar camas y así alojar a hinchas rivales a los que ni conocían. Pensándolo bien, no importa cómo termine la revancha de este martes en Mónaco. Sea cual fuere el resultado, el fútbol habrá cumplido con la cultura del encuentro. Como escribió una vez el filósofo francés Michel Serres: con la cultura de “ayudarnos a estar más juntos”.

Borussia Dortmund es uno de los clubes más especiales en la elite del fútbol mundial. Es el único club alemán que cotiza en Bolsa. En sus camisetas Puma luce el gigante químico Evonik. Tuvo un ingreso record de 376 millones de euros en su último balance.

Y, según Forbes, es el undécimo club más rico del mundo. Es decir, por un lado, entiende como pocos el negocio del fútbol. Pero, por otro, entiende también como pocos que ese negocio se alimenta ante todo del hincha. Se negó a construir una tribuna de hinchas “todos sentados” porque reducía de 29.000 a 18.000 la capacidad del sector y obligaba a subir los precios de los boletos.

Los eventuales nuevos socios deben pagar 60 euros (contra hasta 1.000 euros que cobran otros). Llena siempre su estadio “Signal Iduna Park” para 85.000 personas. Son hinchas que forman mosaicos y cantan como pocos. Y a los que el club consulta hasta el precio de la cerveza dentro del estadio. Y de las nuevas camisetas en cada temporada. Su presidente Hans-Joachim Watzka defiende como pocos la regla del “50+1” para que las acciones de los clubes alemanes permanezcan en manos de los socios. “Y son socios -afirma Watzka- no clientes”.

“Este túnel oscuro (del estadio), tiene exactamente dos metros de altura y, cuando uno sale al campo, pareciera que hay 150.000 personas, es como haber nacido”. Lo dice Jurgen Klopp -mítico exDT del equipo, hoy en Liverpool- en “Nacido en Borsigplatz”, el documental que hicieron los propios hinchas del Dortmund sobre los orígenes del club.

Lo financiaron con dinero de los hinchas. Uno de sus autores, Jan-Henrik Gruszecki, vino años atrás a conocer el fútbol argentino. Estuvo en 177 canchas. Recorrió todos los clásicos. Desde Boca-River hasta Tiro Federal-9 de Julio, en Morteros, provincia de Córdoba. Así parecen sentir el fútbol los hinchas del Dortmund.

Klopp fue uno de los tantos que criticó a la UEFA por haber hecho jugar el partido ante Mónaco al día siguiente del atentado. El partido que Dortmund ya perdía 2-0 apenas pasada la media hora. Y que terminó perdiendo 3-2. “Eran jugadores que seguían shockeados. Lo vi en sus ojos”, sostuvo Klopp.

Su reemplazante, Thomas Tuchel, fue uno de los más enojados después del partido. “Alguien en Suiza decidió que teníamos que jugar”, dijo Tuchel. “¿Están bromeando? Al carajo con la UEFA”, decía uno de los carteles en la cancha el miércoles, cuando se jugó el partido. Ese sentimiento era generalizado. Inclusive entre hinchas del Mónaco. Cientos de ellos agradecidos porque los del Dortmund, en medio del shock, les ofrecieron cama y comida.

¿Fue sólo culpa de la UEFA que el fútbol no diera algo más de espacio al dolor? La UEFA aclaró que el Dortmund podría haberse opuesto. Manchester City, por ejemplo, resistió en setiembre pasado presiones de la UEFA y de la TV cuando suspendió un partido de Champions ante Borussia Moënchengladbach por un tremendo temporal.

Hace 59 años, Manchester United volvió a jugar apenas 13 días después de la tragedia aérea que mató a ocho de sus jugadores. Dos sobrevivientes salieron a la cancha. Dortmund tiene un calendario sin espacio, como cualquier club hoy de elite. Ayer volvió a jugar por la Bundesliga. Ganó 3-1. “Jamás olvidaré las caras que vi en el autobús -señaló uno de sus jugadores, el turco Nuri Sahin-. Amamos el fútbol y tenemos una vida privilegiada, pero hay muchas más cosas más importantes que fútbol en el mundo”.

A la dureza de la alta competencia del fútbol le cuesta convivir con el dolor. Porque “el show debe seguir”, claro. Pero no siempre tiene por qué hacerlo al día siguiente.

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