Fichas al pasado, al presente y al futuro

Fichas al pasado, al presente y al futuro

Las cartas del macrismo fueron arrojadas sobre la mesa y revelan que han apostado a la polarización para imponerse en los comicios. Han jugado por la confrontación lisa y llana. Se transparentaron, expusieron frente al electorado que, según su interpretación de la realidad política, el país no tiene una tercera alternativa -o la ancha avenida del medio massista-, son ellos o el resto; o se salvan todos con ellos o se hunden todos con los otros. Salvadores y malvados; ¡lindo esquema para avanzar hacia la unidad nacional! De un lado el Gobierno nacional; del otro, el resto de la oposición. Nos miran a nosotros o los miran a ellos; nosotros somos el futuro, ellos el pasado. El mensaje está claro, la jugada es riesgosa y extrema.

¿Para ganar dónde y cómo? El macrismo está tranquilo con lo que pueda llegar a suceder en la Capital Federal, donde vienen imponiéndose en todas las batallas desde 2007 con Macri a la cabeza -aunque ahora les hace un poco cosquillas que el renunciante Lousteau le dé pelea en su principal ring-, y es en Buenos Aires donde el dolor de cabeza se intensifica. Y es para ese distrito puntualmente que se han planteado polarizar con los idos “K”, con la enjuiciada Cristina; los que serían los que reflejan el pasado oprobioso -según sus miradas-; los han elegido para confrontar a partir de una estrategia comunicacional que abarca todos los medios posibles de llegada al ciudadano. Nosotros el futuro, ellos el pasado; simple, sencillo, contundente. ¿Exitoso? Aún faltan dos meses para la presentación de candidatos, cuatro para las PASO y seis para la votación como para hacer lecturas. Mucho tiempo para un país donde la política es muy dinámica.

Poquito para vender

Pero como bien lo dijo al pasar Margarita Stolbizer, por mirar hacia atrás y hacia adelante, se han olvidado de enfrentar el presente. Inteligente chicana. Esa es la línea de acción, la de no hablar del presente porque no tienen demasiado qué mostrar como hechos que vuelquen las urnas a su favor. En ese sentido, todos los funcionarios del poder central usan la palabra “poquito” para decir que los índices sociales y económicos está mejorando sólo levemente; y eso es muy poquito como para encarar una campaña electoral. Más conveniente es hablar de lo malo que paso o de lo bueno que puede llegar a ser lo que viene. Una apuesta a la esperanza, sostenida en la movilización del 1 de abril.

Ahora bien, esa polarización tiene una mirada muy centralista; muy acotada a Buenos Aires, no se la puede “federalizar” porque cada provincia tiene su propia realidad política. En Tucumán, vaya por caso, no cabría una pelea directa con los kirchneristas, ya que el oficialismo provincial ha decidido eliminar de las listas de candidatos a diputados nacionales -no de la estructura- a los camporistas o ultra K. No los pondremos para que nos peguen; dijo una persona con conocimiento de causa. Es decir que tratarán de evitar que se instale la opción kirchnerismo u oposición; porque el oficialismo -manzurismo, alperovichismo, jaldismo, o cómo le llamen- ya renegó del cristinismo. Algo así como considerar que la ex presidenta mide en Buenos Aires, pero no en este distrito. Es la meta, pero por más declamaciones y gestos adversos a los “K”, no podrán sacudirse fácilmente los 12 años de portación del escudo patagónico. Se lo van a enrostrar, con seguridad.

O sea, se pugnará porque la pelea PRO-CFK quede circunscripta a Buenos Aires; un bastión donde el macrismo debe demostrar que puede ganar no sólo porque se mantiene aquel voto anti-Aníbal que favoreció a Vidal en 2015, sino porque se hizo una mejor gestión que Scioli. Es lo que se quiere vender; pero la obstinación de los gremios docentes los daña de manera imponderable. El resultado de esa provincia es clave para el macrismo y para Cambiemos, porque lo que las urnas digan allí fortalecerá o herirá a la coalición, aunque no mortalmente. La apuesta polarizadora nació para morir en el principal distrito electoral del país; no puede irradiarse fácilmente al resto del país, dónde sólo caben sentirse los estertores colateralmente.

El oficialismo tucumano también tiene resuelta su apuesta electoral, aunque todavía no pudo exponerla debido a la crisis social generada por las inundaciones en el sur de la provincia, que pusieron en evidencia que el poder político no se usó para prevenir las lluvias y el desbordes de los ríos. La desconsideración política y humana con los habitantes de los pueblos del sur fue tremenda, y se viene arrastrando desde hace años. En este caso vale actuar sobre el presente de los ciudadanos afectados y no pensar en el pasado o en el futuro por conveniencias electorales. Obvio que detrás de cada acción, palabra o foto interesada hay intereses políticos y conductas mezquinas, egoístas y oportunistas; son imposibles de sortear, porque forman parte de la genética política cortoplacista.

Baste recordar la anécdota que solía contar un funcionario provincial de los 90, casi con bronca y aún con mayor incredulidad: frente a la propuesta de trabajar en la sistematización y el encauce de los ríos en la montaña, en sus orígenes, un intendente muy suelto de cuerpo señaló que a él no le servía esa obra porque nadie podría subir a ver el corte de la cinta. O sea, cordón cuneta, enripiado de calles y arreglo de plazas sí, porque eso se ve. Con los años, inundación tras inundación, estos gestos de desaprensión cobraron sus víctimas: pueblos enteros afectados.

Algo más al respecto; antes de asumir Manzur, circuló un trabajo muy reservado sobre “las asignaturas pendientes de Alperovich en materia de obras públicas”, en la que se detallaban aspectos no contemplados en la gestión anterior y que eran vitales de encarar para el desarrollo provincial. Debía servir de sustento a las nuevas autoridades para encarar un programa de trabajo. Mencionaba que en 12 años nunca existió una política estratégica de orden hídrico para solucionar los endémicos problema en Escaba, La Madrid, río Chico, río Medinas, río Romano, etc. Y entre otras cosas proponía algunas medidas para atenuar el efecto de las lluvias. El trabajó se guardó -y se olvidó- porque era muy crítico de la gestión anterior. ¿Resultado?: inundaciones.

En fin, el oficialismo no puede salir todavía a hablar de la gestión para reclamar el apoyo en las urnas. El sur no se lo permite, pero es la apuesta. Vamos a comparar las gestiones de Juan y la de Macri; reveló un hombre del oficialismo. O sea nada de pasado, nada de futuro; presente. Nada de alperovichismo, nada del conflictivo proceso electoral de 2015; la apuesta es al hoy. Sin embargo, esa estrategia deberá ir acompañada y sobre todo reforzada por los nombres de los candidatos a diputados nacionales que propondrá el oficialismo.

No bastará -como apuntó alguien cercano a la mesa chica-, con dejar afuera de la lista a los kirchneristas de paladar negro -porque representarían el pasado polarizador-, sino que deberán “vender” que la gestión es lo que se defiende. Los “apellidos”, entonces, deberán ir en consonancia con la idea. Por de pronto, se viene sosteniendo que se elegirán con “mucho cuidado” a los representantes del oficialismo en la boleta. La dirección elegida es el consenso, lo que dejaría afuera una supuesta digitación o caprichos personales. Habrá que ver.

Sin embrago, se seguirá con atención el proceso de selección de los postulantes, no sólo por los apellidos sino para tratar de develar quién tiene más peso en el trípode de poder que conforman Manzur, Jaldo y Alperovich. Aunque por los pasillos gubernamentales se deslizó que habrá mucho cuidado a la hora de consensuar la nómina, no sólo para que todos queden contentos, sino para no dejar espacios a la crítica opositora; por ejemplo, dejar afuera a los camporistas para que no se los acuse como parte del pasado a dejar atrás. Algo inevitable.

Apuesta a la no fractura

¿Y qué pasa en la otra vereda provincial? Están pensando más a futuro. Por lo menos es lo que se desprende de algunos gestos y dichos. Cuando Alfaro apunta que no participará si hay una interna entre Cano y Amaya en la coalición opositora, no es que no se esté jugando por su antiguo amigo municipal o por su nuevo socio aliancista, sino que está apostando a que no se fracture Cambiemos. Menos a mitad de camino. Porque si bien parece que es una cuestión de apellidos, en el fondo, lo que fortalecerá al grupo opositor es que se mantenga unido. Es la visión del intendente. ¿Es posible? El jefe municipal apostó a la continuidad al avisar que no irá con uno o con otro a una eventual confrontación en las PASO. Eso quiere decir, de buenas a primera que su esposa, Beatriz Ávila, sólo sería parte de una eventual nómina en caso de que hubiera una lista de consenso. Como buen peronista, Alfaro sabe que la mejor estrategia es estar siempre por encima de las peleas que fracturan y que provocan heridas que no sanan, y heridos resentidos. Una máxima peronista dice que el que pierde una interna, muere. Cano -a quien Macri bendijo para 2019 ¿tratando de salvarlo de los comicios intermedios?- y Amaya -que es el que más puede perder en la ecuación final- deben estar notificados del objetivo de Alfaro.

Al macrismo, sin dudas, le interesa Alfaro y lo que pueda hacer desde lo institucional y desde lo político. No es menor el hecho de que desde la Nación no le hayan puesto trabas a la conformación de su partido de distrito (Partido por la Justicia Social), que tanto molestó al justicialismo. Al Gobierno nacional le interesa contar y sumar peronistas, especialmente si tienen ascendencia territorial y una estructura de poder. Aquí miran a futuro. Alfaro, en tanto, juega con la bendición del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, pero se cuida de las posibles esquirlas de una interna entre este y Marcos Peña.

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