“Los medios no se enfocaron debidamente en explicar el fenómeno Trump”

“Los medios no se enfocaron debidamente en explicar el fenómeno Trump”

La periodista y corresponsal de Clarín en Washington acaba de publicar Los Estados Unidos de Trump, libro en el que intenta explicar, entre otras cosas, el triunfo electoral del magnate. A su vez, describe el país y el fenómeno que éste engendró, al tiempo que ofrece pistas sobre lo que podemos esperar de su gestión

METÁFORA. “Los EEUU de Trump están más cerca de las donas y de la comida chatarra que de los caramel macchiato del Starbucks”, contrasta Lugones. cedawashington.org METÁFORA. “Los EEUU de Trump están más cerca de las donas y de la comida chatarra que de los caramel macchiato del Starbucks”, contrasta Lugones. cedawashington.org
16 Abril 2017
- ¿Qué explicaciones se pueden encontrar para el fenómeno Trump?

- Si bien el país supuestamente pudo salir de la crisis del 2008 y los números macro son buenos (crecimiento sostenido, desocupación por debajo del 5%), no todos los ciudadanos sintieron los beneficios de la recuperación. La desigualdad ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas y el empleo, por el traslado de empresas al exterior y la automatización, se ha vuelto mucho más precario. El Sueño Americano del progreso social y económico se ha perdido: los hijos ya no viven mejor que sus padres y hay una enorme frustración. Esto no sucede en los centros urbanos sino que es un fenómeno de las clases medias blancas de la América profunda, aquellas que votaron masivamente por Trump. Allí muchos sienten que los inmigrantes les “roban” los empleos, que el país durante la gestión de Barack Obama ha dejado de lado a los “verdaderos estadounidenses” y favorecido a las minorías, que la religión ya no se respeta.

Ellos no podían tolerar a otra demócrata –y mucho menos a Hillary Clinton- en la Casa Blanca. Vieron en Trump a un antisistema que les prometía Make America Great Again (Volver a un Estados Unidos grande otra vez), a un pasado donde los hombres blancos trabajaban en las fábricas, mantenían dignamente a su familia y tenían el poder; las mujeres estaban en sus casas; los mineros vivían del carbón y no había regulaciones ambientales que cercenaran el empleo. Con frases simples y populistas, Trump conectó maravillosamente con ese electorado que Hillary llamó “canasta de deplorables”.

- ¿Crees que efectivamente se hace más difícil hacer periodismo con Trump como presidente?

- El periodismo estadounidense tuvo etapas diversas con Trump. En las primarias los medios estaban fascinados con el personaje, que elevaba el rating al cielo y hacía crecer la circulación de los medios tradicionales y sus sitios web. Le dedicaban más del doble de tiempo y espacio que al resto de los candidatos. Pero cuando ganó la interna y se dieron cuenta de que tenía chances de llegar a la Casa Blanca comenzaron a criticarlo y a vapulearlo. Por supuesto que tenían miles de razones para hacerlo, dada la personalidad y los escándalos que protagonizó. Pero, a mi modo de ver, los medios no se enfocaron debidamente en explicar el fenómeno Trump. Se centraron solamente en atacar la faceta racista, misógina y xenófoba del candidato y no se trasladaron a la América profunda para hablar con la gente y ver lo que en realidad estaba sucediendo. La llegada de Trump a la Casa Blanca planteó un enorme desafío para la prensa porque rompe todas las reglas. El presidente es propenso a instalar su propia agenda, sin filtro, a través de Twitter. Y muchas veces tuitea o dice cosas que son incomprobables o sencillamente mentiras. Eso es algo inédito para un presidente, pero es un estilo que ya venía desde la campaña: plantar temas, muchos de ellos increíblemente basados en noticias falsas, para desviar la atención o provocar debates. Un ejemplo fue la acusación de que Obama lo había mandado a espiar: no tuvo empacho en tuitear una denuncia de tremenda envergadura institucional, algo que fue desmentido inmediatamente por las agencias de inteligencia. La prensa se plantea: ¿Hay que considerar un tuit de Trump como una decisión de Estado? ¿O es un pasatiempo presidencial? ¿Hay que dar cobertura a una declaración que es a todas luces falsa?

Los periodistas intentaban aclarar el tema con el vocero presidencial, Sean Spicer y le preguntaron si había que tomar en serio el Twitter de Trump. El respondió: “Por supuesto, salvo cuando Trump esté bromeando”. Ese es el clima inédito que se vive en Washington.

- ¿Cuáles son las diferencias más marcadas de los Estados Unidos de Trump con los Estados Unidos de Obama?

- El país de Obama, el primer presidente afroestadounidense de la historia de EEUU, fue abierto al mundo, globalizado, multicultural, multilateral y diverso. Intentó retirarse de los conflictos (Irak, Afganistán), aunque no pudo frenar el avance del terrorismo en el exterior. Si bien no logró reducir la desigualdad, pudo estabilizar la economía. Logró que buena parte de los ciudadanos pudieran tener seguro médico, se legalizó el matrimonio entre el mismo sexo y en varios Estados se liberó la marihuana para consumo personal. Se abogó, además, por la restricción al uso de armas. Esta realidad se vio plasmada en las grandes ciudades del país, pero sobre todo en las costas, donde los ciudadanos tienden a ser más progresistas. Los Estados Unidos de Trump, en cambio, están mucho más cerca de las donas y de la comida chatarra que de los sofisticados caramel macchiato del Starbucks que se toman en Nueva York o Los Angeles. Es el reino de la clase media blanca, habitantes rurales o pequeñas ciudades del interior, que apenas han salido del Estado. Es gente que ha terminado el secundario y no pensó en ir a la universidad: su ambición era trabajar en la fábrica más importante de la ciudad y poder mantener su casa, su auto, su familia. No aspiran a vacaciones en el exterior ni autos caros. Ellos ven que durante la administración de Obama el país fue girando hacia un lugar donde los blancos ya no ostentan el poder, donde está mal visto decir “Feliz Navidad” porque es sólo un enfoque cristiano, donde se regulan las fábricas del pueblo por cuestiones ambientales en las que no creen. En el país de Trump aman las armas y consideran que salir a cazar juntos une a la familia, como ir a la Iglesia. Creen que los inmigrantes les roban el trabajo, que el casamiento solo debe ser entre un hombre y una mujer, que el Estado no debe meterse en sus vidas, que deben bajar los impuestos, que el calentamiento global no existe -o es una exageración de los científicos y los políticos- y que Dios está por sobre todas las cosas. Odian la globalización y a los organismos internacionales. Quieren un Ejército fuerte que pelee por causas que interesan a los Estados Unidos y no por solidaridad con cualquier país. Están hartos de los políticos tradicionales porque creen que los han llevado a la pérdida del Sueño Americano. Como se puede apreciar, hay un fuerte contraste entre los modelos.

- ¿Cuánto le influye al mundo, y a la Argentina en particular, el nuevo gobierno estadounidense?

- El mundo está a la expectativa de cómo se desarrollará el nuevo gobierno de Trump. Como es un personaje impredecible, que dice y se desdice, muchos dudan de hasta qué punto cumplirá sus promesas de campaña. En el caso de China, por ejemplo, pasó de jurar que impondría aranceles de 40% a los productos importados chinos y que eliminaría la tradicional política de “Una China” a no hacer nada al respecto y tener relaciones cordiales con Beijing. En Israel tampoco queda claro si abandonará la solución de “dos Estados” para el conflicto israelí-palestino o si trasladará la capital a Jerusalén, como había prometido. Lo que sí por ahora se vislumbra es que será un país más proteccionista en lo comercial, menos multilateral y mucho más restrictivo en sus fronteras. En definitiva, un país más recluido en sí mismo. América latina no es una prioridad para el gobierno de Trump, pero dentro de la zona, Argentina es visto como un aliado. En un contexto donde Brasil tiene turbulencias políticas y Venezuela solo le trae dolores de cabeza, Argentina aparece como una opción más estable y previsible para ser un referente regional.

© ADEPA

PERFIL

Paula Lugones es periodista egresada de la Universidad Nacional de La Plata y máster en Science in Journalism por la Universidad de Columbia. Fue editora de la sección de Política Internacional de Clarín por más de 20 años y ha cubierto como enviada especial casi todas las elecciones primarias, legislativas y presidenciales de los Estados Unidos desde 1992. Ganó, entre otras distinciones, los premios Rey de España, SIP y FNPI.

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