La importancia de preservar el agua

La importancia de preservar el agua

Sin ella, la vida no sería posible. Ello debería significar que este recurso esencial debería ser cuidado y llegar a todos los conglomerados humanos. Sin embargo, eso no sucede. Según el documento divulgado por el Consejo Mundial del Agua (CMA), la falta de acceso al agua potable ocasiona la muerte de 3,5 millones de personas por año. Se estima que el 12% de la población mundial no tiene acceso a agua potable y alrededor de 4.500 niños mueren al día por esa carencia. El 22 de febrero de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas suscribió una resolución por la que se estableció que el 22 de marzo se celebrara el Día Mundial del Agua.

El documento del CMA señala que en Latinoamérica y El Caribe, 50 millones de personas no acceden a agua limpia y segura. “Los efectos del cambio climático y sus consecuencias en economías de cultivo, estados insulares y red de aguas no mejorada están directamente relacionadas con el número de muertes por sed y una amplia gama de enfermedades de carácter gastrointestinal, causadas por agua insegura o contaminada en los países más afectados”, el presidente de ese organismo.

La cantidad de agua dulce existente en el planeta es limitada, y su calidad está sometida a una presión constante. La conservación de la calidad del agua dulce es importante para el suministro de agua de bebida, la producción de alimentos y el uso recreativo. La calidad del agua puede verse comprometida por la presencia de agentes infecciosos, productos químicos tóxicos o radiaciones. La Organización de las Naciones Unidas sostiene que la escasez de agua es un fenómeno no sólo natural, sino también causado por la acción del ser humano. Hay suficiente agua potable en el planeta para abastecer a los 7.000 millones de personas que lo habitamos, pero esta está distribuida de forma irregular, se desperdicia, está contaminada y se gestiona de forma insostenible.

La disponibilidad de agua en el mundo disminuyó un 50% en el último cuarto de siglo. El futuro no es muy promisorio; se ha pronosticado, en el año 2025, unas 3.500 millones de personas (casi la mitad de la población total) tendrán problemas con el agua. En los países en vías de desarrollo, el 80% de todas las enfermedades se relaciona con el acceso limitado al agua potable. Para tener una idea de la carencia del líquido vital en diferentes partes del planeta, mientras un habitante de Islandia cuenta con 685.000 metros cúbicos de agua por año, uno de Egipto sólo dispone de 20.

Tucumán no es ajeno al derroche del agua. Según un informe de la Universidad Tecnológica, una persona usa alrededor de 600 litros por día, cuando debería emplear entre 200 y 300 litros para satisfacer sus necesidades básicas. Si se agregan las pérdidas constantes de agua en la vía pública en el Gran San Miguel de Tucumán o en los lavaderos callejeros, el derroche es mucho mayor.

El Estado provincial debería concretar las obras para lograr el aprovechamiento integral de los recursos hídricos y el control de inundaciones en la cuenca superior del río Salí, que desde la década del 90 se sabe que deben hacerse. Tendría que ejercer controles rigurosos para evitar la contaminación de los cauces de agua ocasionada por efluentes. A través de la educación se debería concientizar a los chicos y a los adultos sobre la importancia de cuidar este don y no esperar que escasee para entonces actuar.

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