Martha Forté incorpora la naturaleza a sus tapices

Martha Forté incorpora la naturaleza a sus tapices

El miércoles se inaugurará una exposición con 18 trabajos de la artista

INVASIÓN” Y “NOSFERATU” (abajo). Dos de las obras que se podrán apreciar en el Centro Cultural Rougés, desde el miércoles, y en las que se perciben texturas y entramados originales y elementos agregados. prensa ente cultural INVASIÓN” Y “NOSFERATU” (abajo). Dos de las obras que se podrán apreciar en el Centro Cultural Rougés, desde el miércoles, y en las que se perciben texturas y entramados originales y elementos agregados. prensa ente cultural
27 Marzo 2017
En tiempos que se observa el crecimiento del arte textil en esta ciudad, bien vale recordar a una de sus pioneras, que dejó su huella en esta producción artística.

En el Centro Cultural Alberto Rougés (Laprida 26), se inaugurará el miércoles a las 20.30 la exposición de tapices de Martha Forté con la curaduría de Segundo Ramos.

Actriz de trayectoria, formada por Guido Parpagnoli y otros maestros del teatro argentino, después de una exitosa carrera, comenzó sus trabajos de telar en 1975 mientras vivió en Las Estancias, Catamarca.

Realizó una obra original, auténtica, con texturas y elementos tomados de la naturaleza. Sus trabajos llevan ramas retorcidas, hojas, musgos, tientos, raíces, cerdas lisas y trenzadas, paja y hasta caparazones de quirquinchos. La naturaleza está incorporada en su obra.

En un texto del Centro Cultural, se indica que la artista aprovechó la riquísima estructura mítica de la región en los motivos de sus obras, tomando en cuenta las sugerencias de la naturaleza y, en ella, virtió su bagage intelectual. Dice la artista: “mis tapices no son una tela, son una idea. Tienen espacio, movimiento y espesor”.

Forté pensaba que el trabajo de las teleras era arduo, lento, y lo que obtenían de la venta de los productos no alcanzaba a cubrir mínimamente los gastos y temiendo que la artesanía textil se extinguiese, en su afán de preservar la actividad fundó una escuela a la que asistían niños y adultos de muy bajos recursos, para aprender las técnicas del telar y a elaborar tintas obtenidas a partir de los vegetales.

La muestra de la artista, ya retirada, conserva vigorosa actualidad. Se reúnen en esta oportunidad 18 trabajos, destacándose algunos premiados. Y estará abierta al público hasta el 5 de mayo.

Testimonios

“Los tapices, para Martha, no son solamente objetos de arte sino que también lo utilizado en su confección forma parte de su esencia originaria. A menudo, son verdaderos testimonios sobre la época y la cultura donde nacieron. En su obra hay una referencia al rescate de técnicas tradicionales, en riesgo de extinción. Su concepto de tapicería trata de trascender la bidimensionalidad del tapiz tradicional incorporando elementos salientes que avanzan en el espacio y otros no convencionales como el acrílico e incluye texturas visuales y táctiles que otorgan a su obra gran originalidad”, escribe Elena Perilli en el catálogo.

“Todo lo vivo como un delirio maravilloso en que nada importa más que sacar a la luz un nuevo tapiz”, recuerda sus palabras el curador Ramos.

Martha Forté tomó clases de técnicas mixtas con Joan Wall, de gobellinos con Antoinette Galland y de urdimbre con Luis Negroti.

También en sus clases develaba los secretos del macramé y peleros, oficio este último que aprendió de “la Ñata Valdez”. En un texto que figura en su curriculum Forté dice: “para el pelero el montaje de la urdiembre es distinto del que aprendí en Buenos Aires, y lo adopté para casi todos mis tapices, evitando así el punto filipino”.

Una escuela

Arraigada en los cerros catamarqueños, en Las Estancias, notó que la artesanía textil se iba extinguiendo debido al trabajo arduo, lento y a que su venta no alcanzaba para cubrir los gastos. Ante esta situación y para tratar de evitar que esta artesanía se extinguiera, formó una escuela taller con alumnos de entre ocho y 60 años. Las clases se dictaban en la nave de la pequeña Capilla del Señor. En la escuela había una máquina de hilar. Sobre esto, cuenta: “hay que estar dotado de una gran paciencia para desyuyar la lana, torcerla, pasarla por la máquina para hacer el hilo y formar los cadejos”. La artista participó en numerosas exposiciones colectivas y en salones de arte textil, desde 1981. Y ganó el primer premio del “VII Salón Nacional de Arte Textil” Bienal- Buenos Aires” (1988).

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