El show debe seguir

El show debe seguir

La sociedad argentina no ha podido salir del espacio de las discusiones. La debilidad de las instituciones en estos 41 años ha contribuido a los desencuentros. Las elecciones ya están en marcha. Pablo Yedlin y Cano, en las gateras.

Han pasado 41 años y todavía la Argentina no logra desentrañar la verdad de lo que ha vivido. Ser testigos de la discusión entre Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini es la confirmación de las dificultades que tiene esta sociedad para ponerse de acuerdo. Los argumentos tienen razones políticas y convicciones ideológicas. Pero de lo que se está hablando es de muertes y de una Justicia tan poco justa que ha sido incapaz de escaparle a la política de turno. Mientras los historiadores escudriñan para darle sentido al pasado, el presente corre por otro lado. Las preocupaciones y el debate de los principales dirigentes muestran indiferencia con este tema.

Las preocupaciones de la Cámara pasan por la pelea con el Poder Judicial. Y, por supuesto, en aquellas cosas que los perturba como los gastos sociales, dinero público que se viene utilizando desde el siglo pasado (con otros nombres) para engrosar los bolsillos de los representantes del pueblo. Es más de lo mismo: nadie se sincera. Lo importante es ocultar la verdad. Lo mismo que nos pasa en distintos rubros: hubo que desenterrar cadáveres para que se deje de discutir si hubo o no desaparecidos. A partir de dar vuelta el Pozo de Vargas se terminó desenterrando una discusión. Con respecto a los gastos sociales ahora la Cámara da vueltas para ocultar la verdad, no quiere mostrar lo que la Justicia requiere y hace artilugios increíbles para ocultarlos. No faltan dirigentes políticos que hasta prefieren difamar a integrantes de los medios. Para ello hacen campañas en las redes sociales contra la prensa y utilizan fondos públicos. Son estas actitudes las que debilitan la democracia, las que enlodan –innecesariamente- las instituciones.

El Estado (en sus tres partes del poder) está siempre preocupado por discutir y debilitar a los que denuncian o dicen lo que ocurre. No aceptan ni reconocen los hechos. En medio del maremagnum se eligió declamar contra el Gobierno actual y no aprovechar el Día de la Memoria para construir.

La muerte y la enredada madeja del pasado son el marcapasos del presente. Este 24 de marzo fue la confirmación de que no perdimos la memoria, pero también de que cuesta mucho pensar en un futuro de construcción compartida y de sueños colectivos. Discutimos los muertos, discutimos los espacios a ocupar en una marcha, discutimos sobre qué vamos a discutir. Discutimos las estadísticas. Discutimos la posibilidad de ponernos de acuerdo. Discutimos las razones por las que nos pusimos de acuerdo. Discutimos.

A veces las presiones y las agresiones han encontrado el espacio ideal para esquivar el diálogo y el consenso. Se ponen límites y hasta generan miedo –a este cronista incluido- porque se esquiva el intercambio de ideas para dar lugar a la agresión.

“Multiple-choice”

¿De quién es Pablo Yedlin?

Marque con una cruz la respuesta que considera correcta: A) de José Alperovich; B) de Juan Manzur; C) de Osvaldo Jaldo: y D) de él mismo.

La pregunta aparece porque el actual secretario de la Gobernación es uno de los candidatos seguros del oficialismo para los comicios a diputado nacional. Y este oficialismo peronista llegará unido a la elección de este año. Pero el día de la votación, a las 18:00:01 comienza la gran batalla por la gobernación. Si usted eligió la respuesta A, Sarita Alperovich, la hija del ex gobernador, no va a poder ser candidata porque Alperovich tendría dos candidatos a diputado en la lista que pergeñarían tres. Para que se sostenga el equilibrio, los otros dos candidatos deberían ser de Manzur y de Jaldo. En ese caso entrarán a tallar la esposa de José Orellana, el mellizo famaillense que siempre aparece en algún affaire (tiene una denuncia en Diputados por acoso), pero su potencia electoral no disminuye y especula con que podría poner a su esposa, la legisladora Sandra Mendoza. También puede encontrar su lugar en la lista otra legisladora y esposa, Gladys Medina, cónyuge de Darío Monteros, intendente de Banda del Río Salí. Si usted eligió B, es posible que la mujer de la lista oficialista sea la hija del ex gobernador. En el caso de que usted haya optado por la opción C, tal vez sea necesario iniciar un curso de peronismo tucumano. Y, si eligió D, lo más probable es que en su destino haya un psicólogo porque no funciona así la política comarcana.

Pero sólo Yedlin sabe con qué referente se siente más cómodo. Ha sido compañero de juventud y de estudios de Manzur, pero su salto a la política lo hizo de la mano de Alperovich. Hasta los comicios, la intención oficialista es mostrar un triunvirato unido y compacto; por lo tanto, Yedlin no desnudará sus simpatías. Manzur y Alperovich vienen disimulando sus diferencias. A Alperovich le satisface que el actual gobernador aparezca como un empleado suyo al que le indica qué hacer y qué ministros designar. Manzur, en tanto, se llama a silencio y espera que el tiempo le indique qué camino tomar: el de la independencia o el de la obsecuencia. Uno ya le dio resultado. Jaldo espera y, mientras tanto, amontona peronistas a su alrededor. Al domicilio de este Trío Ambición y Permanencia han empezado a llegar las encuestas: Manzur y Jaldo no pueden disimular la sonrisa cuando ven su imagen positiva en los últimos informes; en cambio, el líder del conjunto se mantiene serio, y como buen alumno del kirchnerismo, elige echarle la culpa al periodismo por sus cuitas.

Volver a empezar

El viernes, José Cano volvió de la fiesta del cumpleaños de Marco, su viejo amigo de la UNT. Apenas entró a su hogar, abrió el ropero y, en vez de sacarse la ropa, empezó a ver que sólo le quedaba el saco de candidato. En enero Mauricio Macri estaba convencido de que el hombre que más patadas pega en los picados de los miércoles en Olivos, no iba a ser postulante en 2017. Acostumbrado ya a poner marcha atrás, el Presidente no tendría muchas opciones en Tucumán. El macrismo, que atraviesa un momento de gran debilidad, empieza a tomar conciencia de que va a tener que utilizar las figuras más potentes en esta contienda. Y hasta ahora el radical tucumano sería el más potable para la Casa Rosada. La otra cara de la moneda es Domingo Amaya. “El ‘Colorado’ no puede sentarse en una mesa redonda porque cree que la cabecera es el único lugar para él”, se ha oído decir en el Acuerdo para el Bicentenario, estructura a la que algunos expertos ya le han firmado el certificado de defunción. Si Amaya no es candidato a diputado, la ruptura puede estar cerca. Pero, lo preocupante para Cambiemos es que si Amaya termina encabezando la lista, el radicalismo puede llegar a poner el grito en el cielo al tener que votar a un ex kirchnerista. La trampa es aún mayor porque si bien Cano es líder de la UCR tucumana, no puede controlarla porque en esa interna está Ariel García, el legislador que tiene una idea fija contra el titular del Plan Belgrano.

Como en la carrera de la liebre y la tortuga, la tercera pata del desAcuerdo es Germán Alfaro, quien desde la Intendencia de Capital hace crecer su figura desde la gestión. El lordmayor se ha convertido en un aliado necesario de Cambiemos, mal que le pese a la senadora Silvia Elías de Pérez. Si la postura del macrismo es poner toda la carne en el asador para apuntalar la gestión nacional, Alfaro no podrá mirar para otro lado –menos hacia 2019- y no tendrá más remedio que jugar fuerte en la Capital. Cuando se habla de ese modo, en política no bastan las palabras; por lo tanto, Alfaro tendrá que poner algún candidato en la lista. Para eso la ex legisladora Beatriz Avila viene haciendo precalentamiento hace rato.

Discutiendo

Han pasado 41 años. Yerba Buena es mala. Los concejales que hicieron coaching para devolver institucionalidad tienen la cara pintada. Y terminaron discutiendo. La idea de que si no es peronista un Gobierno nacional no llega se va instalando con un macrismo que reparte plata, dialoga, pero no sabe nada de gremialismo ni de peronismo. Y terminan discutiendo. Recibe golpes como boxeador al borde del nocaut. Recita que “Cambiemos” pero hace más de lo mismo. Por eso le da la cabecera de la mesa de Olivos a Mirtha Legrand. Esta hace lo que corresponde: pregunta lo que todos preguntan y el Gobierno se enoja con la prensa. Y empieza la discusión.

Han pasado 41 años y nos hemos aferrado a los discursos. Se desconfía de todo y la verdad, como la Justicia, se relativiza. Han pasado 41 años y cada uno se aferra a su verdad, a su historia. Nada fue por generación espontánea. La Argentina tuvo demasiados odios y violencia. No hay posibilidades de comprender que para que uno exista debe existir seguramente un otro. A partir de ahí tal vez se pueda construir una historia conjunta, sin discusiones y con acuerdos. Pero todavía no aprendimos a tolerar, aun cuando han pasado 41 años en libertad.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios