Como siempre, para el fútbol del interior quedan migajas

Como siempre, para el fútbol del interior quedan migajas

Claudio “Chiqui” Tapia -presidente del club Barracas Central, yerno de Hugo Moyano, socio de Boca- será el presidente de la AFA. Hay quienes interpretan la entronización del barrendero devenido millonario en una suerte de victoria para el fútbol del ascenso. Tal vez lo sea para los clubes que participan en los torneos interbarriales llamados B Metropolitana, C y D, pero al interior no le mueve el amperímetro. No conviene engañarse con esta jugada gatopardista que la dirigencia criada al calor del grondonismo encontró para salir de aquella encerrona del 38-38. Y eso que en los papeles Pablo Toviggino, un dirigente del NOA, figura en la mesa chica de la conducción que será ungida la semana próxima. Lo que podría asimilarse como un guiño aperturista hacia las provincias no es más que una componenda, de las muchas que vienen tejiéndose mientras el fútbol se cae a pedazos.

Toviggino saltó de la Liga Santiagueña al Consejo Federal, ese rincón en el altillo de la calle Viamonte al que Grondona calmaba con una que otra prebenda. En el sistema feudal imperante en la AFA, el interior siempre representó la categoría más baja, la de los siervos de la gleba dependientes de la buena o mala predisposición del Señor. El único que se animó a sacar los pies de ese plato fue Natalio Mirkin, quien impulsó en los años 80 la UCI (Unión de Clubes del Interior). Grondona abortó la iniciativa a fuerza de aprietes y de promesas. Una de sus excepcionales capacidades era oficiar de policía bueno y policía malo al mismo tiempo, comprando voluntades y amordazando opiniones. Todo en uno.

No pueden esperarse cambios de fondo sencillamente porque ni Tapia ni alguien de su entorno explicitó hasta aquí cuál es el plan para sacar al fútbol del inframundo al que ellos mismo lo mandaron. Mucho menos circuló el concepto imprescindible en momentos como este: el de refundación. Lo que se ve es un acuerdo de unidad atado con alambre criollo, al que Marcelo Tinelli y Rodolfo D’Onofrio se subieron ante la certeza de que es mejor pescar algún canapé que mirar cómo comen los demás desde el otro lado del vidrio. Y lo que se ve, con más claridad aún, es a un grupo ansioso por hincarle el diente a los miles de millones de pesos que el combo Fox-Turner-Clarín puso sobre la mesa para televisar los partidos. A Tinelli le dieron el dulce de la secretaría de Selecciones Nacionales -lo que desató la ira maradoniana- y para D’Onofrio la zanahoria es un presunto carné de acceso directo al dorado universo de la FIFA. Soluciones teñidas del más puro grondonismo.

La refundación institucional del rugby es un ejemplo ilustrativo e interesante. Históricamente, la Unión Argentina de Rugby (UAR) cumplía una doble función: regía el deporte en el país y organizaba los torneos de Buenos Aires. Ese doble estándar se terminó a partir del crecimiento y la consolidación del interior. La UAR mantuvo su carácter de ente rector, la conducción de los seleccionados y la organización de certámenes nacionales. Pero el rugby de Buenos Aires pasó a depender de una nueva entidad, la URBA, similar a las Uniones de cualquier provincia.

Traslademos el caso al fútbol. Un cambio estructural verdadero y profundo pasaría por agrupar a todos esos clubes de las categorías B, C y D en una Liga Metropolitana, equivalente en derechos y obligaciones a la Liga Tucumana, Mendocina o Salteña, con sus propios torneos y clasificando a los mejores a los campeonatos federales, tal como sucede en cada provincia. Eso modificaría por completo la pirámide y dejaría al desnudo que Barracas Central, en realidad, es un club de barrio equivalente a Sportivo Guzmán o Argentinos del Norte. Pero Tapia puede ser presidente de la AFA, mientras que cualquiera de sus pares no, y por el sólo hecho de vivir lejos del puerto. Es uno de las tantas muestras de lo perverso del sistema.

Jamás habrá democracia en una entidad que, por un lado, agrupa “clubes directamente afiliados” y por el otro amontona a las ligas como si fueran productos en una góndola. Votos calificados, hijos y entenados, grandes, chicos y minúsculos. El rótulo a elección está disponible. Quien suponía que el fútbol del interior podía aprovechar este río revuelto peca de la más extrema candidez.

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