La protesta de los Coros y Orquestas del Bicentenario

La protesta de los Coros y Orquestas del Bicentenario

Aunque está íntimamente relacionado con el placer de los sentidos y con el afán de trascendencia que constituye una necesidad en el hombre, el arte llevado al terreno social puede contribuir a modificar una realidad adversa. Es una valiosa herramienta no sólo para aprender, para crecer espiritualmente, sino también para generar solidaridad y acciones que pueden ser un camino para escapar de flagelos como la miseria o la droga. Ello sucede, por ejemplo, con la música que ha permitido no sólo rescatar a chicos de la marginalidad, sino que también muchos de ellos han encontrado su vocación y la posibilidad de un medio de vida.

En 2009, comenzó a funcionar en Tucumán el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario cuyo objetivo es mejorar el acceso de los niños y jóvenes a los bienes y servicios culturales; tender puentes hacia la reinserción de los jóvenes en la escuela; colaborar con la retención escolar y estimular el contacto y el disfrute de la música.

El sábado pasado, como viene sucediendo en los últimos años, instrumentistas y coreutas que integran orquestas y coros, así como docentes de los programas protestaron en la plaza Independencia porque desde principios de 2016 los programa sufren sistemáticos recortes presupuestarios. Hasta 2015, el presupuesto incluía sueldos de directores y profesores; la compra de instrumentos y capacitaciones, pero durante 2016, no hubo capacitaciones ni instrumentos nuevos, y el salario fue el mismo que en 2015. “Este año se profundizó: no hay instrumentos, no hay capacitación y sólo hacen contratos por nueve meses”, dijo el director de la orquesta de la Escuela Belgrano.

La Nación envía dinero a la provincia para los programas y esta debe distribuirlos; se afirma que hubo recortes. Sin embargo, en otras provincias vecinas. En Salta, al igual que en Santiago del Estero, los contratos a los profesores van de enero a diciembre; en la primera se les otorgó un incremento salarial del 30% y en la segunda, un 25%, según se informó. En Tucumán, los contratos irán de abril a diciembre, y se ofrece un 15% de aumento. Esta situación desalienta a los docentes, porque estos destinan la mayor parte de su salario a pagar el impuesto del monotributo y al transporte. Respecto de la protesta del sábado, el Ministerio de Educación informó que está asegurada la continuidad contractual y la actualización de los montos.

Desde su puesta en marcha en Tucumán, el programa sufrió zozobras de esta naturaleza. Por ejemplo, en septiembre de 2013, nos referíamos a la precariedad en que se hallaban los profesores. En esa ocasión, estuvieron cinco meses sin cobrar, carecían de seguro, de licencia por enfermedad o embarazo, no tenían derecho a vacaciones, a aguinaldo y a indemnización.

Es inexplicable que un programa como este, que ha dado tantas satisfacciones, y que se desarrolla en barriadas desfavorecidas de San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo, Aguilares, Leales, Alderetes, Tafí del Valle, El Naranjo, San Pablo, San Pedro de Colalao, la Trinidad, Yerba Buena y Las Talitas, que promueve la inclusión social de los chicos y en muchos casos permite alejarlos de las adicciones o de la delincuencia, atraviese todos los años por estas vicisitudes que reflejan la mezquindad de los gobernantes, con un programa que justamente debería fortalecerse porque sus alcances van más allá de una cuestión estética.

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