Una renuncia rechazada

Una renuncia rechazada

Avellaneda pidió al ministro que se quedara.

VICTORINO DE LA PLAZA. El ministro de Avellaneda casi cuatro décadas más tarde, cuando era presidente de la Nación. VICTORINO DE LA PLAZA. El ministro de Avellaneda casi cuatro décadas más tarde, cuando era presidente de la Nación.
Al promediar 1878, el presidente tucumano Nicolás Avellaneda tuvo una baja en su gabinete: renunció su ministro de Hacienda, doctor Victorino de la Plaza. De inmediato, Avellaneda le escribió. “No debo ni puedo aceptar su renuncia, y se la devuelvo”, empezaba. “Necesito retenerlo en su difícil puesto, no por un interés egoísta de amistad, sino consultando los más graves intereses públicos, y los invoco para mover su patriotismo. Ha habido durante mi administración hombres muy distinguidos en la dirección de la Hacienda nacional; pero no hay capacidad humana que pueda hacerse superior a los males de la inestabilidad, cuando se requiere, precisamente y sobre todas las cosas, un plan coordinado y fijo”.

Recordaba que cada cambio en ese terreno “trae nuevos pensamientos, el abandono de los anteriores, y proyecta la incertidumbre, comprometiendo el crédito a lo lejos y afectando aquí, del modo más desfavorable, hasta las operaciones de Tesorería”. Le decía que “usted se debe a su tarea”. Desde el Ministerio de Hacienda, “no ha salido usted nunca sino para pedirnos a los demás del gobierno, que hiciéramos buena política, para que pudiera usted hacernos en cambio buenas finanzas”. Al parecer, De la Plaza había interpretado equivocadamente conceptos del mensaje de Avellaneda sobre el caso de Corrientes, donde él había estado comisionado.

El Presidente se los aclaraba en detalle. Terminaba diciéndole: “le pido encarecidamente que vuelva a su puesto y que no sea indiferente a las numerosas representaciones que le han hecho, en el mismo sentido, tantas personas que por su posición independiente en el comercio, la vida pública y hasta por su amistad hacia usted, nada le propondrían que fuera contrario al patriotismo o al honor. Lo aguarda así su verdadero amigo, Nicolás Avellaneda”.

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