Una curandera para los políticos
Es viernes a la noche. Fuera del palacio un grupo de jóvenes hacen rutinas deportivas en presencia de un sector del gabinete. Adentro del Palacio de Gobierno desfilan los sindicalistas. Todos van por lo mismo: la mejora que el Poder Ejecutivo dará este año a los empleados estatales. Los docentes habían picado en punta. Las clases se desarrollan con normalidad, mientras en Buenos Aires el conflicto persiste. ATE y UPCN protagonizan el primer acto; luego es el turno de la Unión de Gremios Estatales y, al filo de la noche, entran a escena los sindicalistas del Frente de Gremios Municipales. En las dos primeras reuniones abundan los aplausos peronistas. Son gremios ligados a ese partido, en su mayoría. Al gobernador Juan Manzur, que horas antes había estado en Buenos Aires, se le escapa en público una frase que define cómo se vive el año electoral dentro de la Casa de Gobierno: “si esto sigue así, no va a hacer falta”. Las palabras fueron en respuesta de un comentario que hizo uno de los gremialistas estatales; pidió que “ofle el dotor”.

El clima electoral está en efervescencia, pero no es para tirar manteca al techo. Ni las comunas rurales, ni las intendencias, mucho menos la provincia y la Nación están en condiciones de sonreír frente a las urnas. En todos esos sectores impera un sólo término: susto.

Manzur le comenta a su coequiper, el vicegobernador Osvaldo Jaldo que es turbulento el clima en cercanías del poder central. Hace tiempo que se acabó la luna de miel al Gobierno nacional, pero no se festeja. Se sufre. Es difícil hace proselitismo cuando la economía centrifuga el bolsillo de los argentinos. Las expectativas de mejora de la economía siempre son de largo plazo. Pero la gestión del presidente Mauricio Macri y la administración Manzur necesitan los votos para mañana, como una manera de rendir la primera materia desde que asumieron la conducción del país, el primero, y de Tucumán, el segundo. El de octubre tal vez sea el plebiscito de gestión más complicado. Por eso, los gobernantes tratan de restarle dramatismo a una derrota.

La isla “Tucumán”

La autonomía de vuelo del actual gobierno provincial le sirve para llegar a las elecciones parlamentarias con cierta comodidad. No hay dinero extra desde el Gobierno nacional, pero Manzur cuenta con reservas para mantener tranquilos a los empleados públicos.

Curiosa situación que se vive en tiempos inflacionarios. Hace algunos años que el pago regular de sueldos dejó de ser noticia en Tucumán. Pero, como están las cosas, hoy es todo un logro. “En un año y medio de gestión mi gobierno no se ha atrasado ni un solo día en el pago de los sueldos”, le dijo anoche Manzur a los dirigentes de los gremios estatales. “Podemos tener diferencias, pero sepan que este es un gobierno peronista y que las puertas de la casa de gobierno están abiertas de par en par para los trabajadores”, acotó como una manera de llevar agua hacia su molino proselitista.

El 52% del Presupuesto se destina a gasto en Personal. Esa porción puede elevarse dos o tres puntos porcentuales más con las paritarias actuales. El Ministerio de Economía tendrá que destinar este año no menos de $ 1.200 millones para garantizar la paz social en la provincia. Puede que eso signifique una mayor carga impositiva; puede también que sea absorbido con algunas partidas presupuestarias de gastos superfluos. Si hay algo en que se especializaron los ministros de Economía que pasaron por el primer piso del Palacio de Gobierno es en ingeniería financiera: desde emisión de bonos, pasando por colocación de deudas en el exterior, hasta sobrevaluación presupuestaria.

Puede que el aumento salarial al sector público tucumano emparde con la inflación anual que proyectan las consultoras privadas. Tal vez contribuya a aliviar la situación económica familiar, pero no podrá equipararse al mayor gasto que implica el incremento en las tarifas de los servicios públicos privatizados.

La baja en el consumo es evidente. “Esto no es una aspirina, sino un buen antídoto para el bolsillo de la gente y también para el comerciante”, esbozó el vicegobernador, que ayer salió a jugar en el barro electoral. Sacó a bailar al director del Plan Belgrano José Cano, tal vez el dirigente con más peso electoral que puede llegar a enfrentar al oficialismo tucumano. Se trata de toda una estrategia. Los embates opositores no serán contestados directamente por el gobernador, sino por sus más cercanos colaboradores. Lo de Jaldo es una clara muestra de preservar al mandatario del cruce netamente político.

Pero el blanco del fuego de las denuncias durante esta semana fue José Alperovich, el senador que quiere colocar piezas en el armado de la lista oficialista de candidatos a diputados nacionales. Otra radical, la senador Silvia Elías de Pérez, lo tiene “Más Cerca” con las denuncias, como una manera de que rinda cuentas de lo que hizo durante su gestión con el programa nacional. “José está tranquilo; en Uruguay”, contestó uno de sus allegados que no lo acompañó a la incursión decana en el estadio de Peñarol. Palabras pour le galerie. Al ex gobernador sí le inquietan tantos dardos en su contra. Y cuentan que el susto también está latente en algunos intendentes y comisionados rurales que participaron del plan federal. Sucede que, durante la anterior gestión, el dinero era distribuido a esas jurisdicciones que, a su vez, debían ejecutar las obras. “Hay varios que necesitarán de los servicios de una curandera”, comentan algunos dirigentes oficialistas que miran los acontecimientos desde las gradas.

El más allá

Mientras las chicanas alimentan el fugo preelectoral en Tucumán, puertas afuera las noticias que llegan no son alentadoras para el sector privado. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, volvió a meter la cola y dejó en ascuas a los citricultores y al Gobierno provincial, que había celebrado por anticipado el reingreso del limón a tierras norteamericanas. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) decidió extender por otros 30 días la suspensión del ingreso de limones argentinos. Otros hablan de un plazo más amplio, de 60 días. De una u otra forma, es poco factible que se active, en el corto plazo, la comercialización de los cítricos tucumanos a aquel país. Algunos productores ahora piensan que, si cambia la política agroindustrial de Trump, tal vez en 2018 se concrete el anhelo. De todas maneras, el limón será colocado en el mercado internacional. Hay demanda, indican desde el Ejecutivo.

Otra noticia que no cayó del todo mal entre los colaboradores cercanos a Manzur es la posible compra del ingenio Concepción por parte del supermercadista Emilio Luque. “Hay varios empresarios tucumanos que están apostando fuerte por la provincia”, explican desde el poder. Otros todavía no alumbran sus inversiones. Están esperando que mejore el clima de la economía. Claro que, como ya es un clásico en la historia nuestra de cada día, todo depende de cuánto ruido le introduzca la política a la evolución de las actividades privadas.

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