Un país sumido en la informalidad y con salarios bajos

Un país sumido en la informalidad y con salarios bajos

Sin estadísticas y con empresas en crisis.

05 Marzo 2017
CARACAS.- Una mañana reciente, como lo había hecho durante los últimos ocho años, Rossana Suárez, una venezolana de 36 años, llegó a su oficina en una zona industrial de Caracas para ocupar su puesto de recepcionista en una empresa de equipos médicos. Pero en un giro desafortunado, la madre soltera de tres niños fue despedida, sin razón aparente, antes de culminar su jornada laboral y pasó a sumarse al creciente número de personas que no tiene un trabajo estable en Venezuela.

“No me dieron razones. Tragué grueso y le dije a mis hijos que no lloraran más. Mi hija mayor me preguntó ‘mamá ahora qué vamos a comer, tú eres la única que trabaja en casa’”, se lamentó Suárez, bajo el sol del mediodía a las afueras de una oficina del Ministerio de Trabajo en Caracas.

Miles de empresas -locales y transnacionales- están cerrando sus puertas o reduciendo sus nóminas en todo el país que, a pesar de sus vastas riquezas petroleras, sufre una recesión profunda y una inflación de tres dígitos que devora los salarios.

Según estimaciones de Consecomercio, el mayor gremio que agrupa a los minoristas privados, en el último año y medio se ha perdido cerca de un millón de empleos. “El problema es ¿quién está creando empleos? ¡Nadie! Ni el Estado”, dijo Alfonso Riera, vicepresidente del grupo.

El Gobierno venezolano no reporta cifras de desocupación desde abril de 2016, cuando la tasa se ubicó en un 7,3%. Tampoco informa, desde hace un año, la tasa de inflación ni el PBI. Una encuesta conducida a fines de ese año por las tres principales universidades del país coincidió en que la tasa de desempleo al cierre de 2016 se mantuvo en ese nivel. Pero el estudio, denominado Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), destacó que tras la aparente estabilidad, se revelaba un espejismo estadístico: la mayoría de los encuestados, un 38%, dijo que trabajaba “por cuenta propia”.

Esto puede significar ocupaciones que van desde revender productos alimenticios y medicinas escasas, ejercer una profesión por honorarios, o tener oficios intermitentes con contratos verbales y ningún beneficio social como seguro o bonificaciones alimentarias. Apenas un 27% dijo que tenía un trabajo en el sector privado, frente al 32% en 2015. El sector público se mantuvo en un 28%. “He metido currículum en todos lados y no están empleando. Lo que queda es trabajar por cuenta propia”, se resignó Suárez, la madre soltera que fue echada de su trabajo hace unas semanas.

Durante sus 13 años de mandato socialista el fallecido Hugo Chávez introdujo profundos cambios en la legislación laboral: redujo las horas de trabajo, extendió los permisos por maternidad y emitió decretos para hacer casi imposible los despidos, una política sostenida por su heredero Nicolás Maduro.

Un trabajador despedido puede lograr que se le reenganche con la asesoría de oficinas del Ministerio del Trabajo como en la que Rossana Suárez esperaba desde las 4 de la mañana detrás de 69 personas, para quejarse por su despido “injustificado”. Por ello, las empresas optan por negociar las renuncias con sus trabajadores a cambio de una suma de dinero y los trabajadores aceptan porque los salarios apenas les alcanzan.

En el último año la crisis ha empezado a mostrar una cara más cruda: un 93% de los encuestados por Encovi dijo que su ingreso no era suficiente para comprar comida. El estudio también encontró que 50% de los pobres son recientes. El Ministerio de Información no contestó a una solicitud de comentarios y datos estadísticos hecha por Reuters.

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