Más de 30.000 personas aclamaron a la Pachamama

Más de 30.000 personas aclamaron a la Pachamama

Hace tiempo que no se veían tantos visitantes. El festival se prolongará hasta mañana en los Valles.

PURA SONRISA. Rosario Liberia Vargas, la Pachamama 2017, comparte su alegría con quienes la saludan. la gaceta / fotos de ana daneri PURA SONRISA. Rosario Liberia Vargas, la Pachamama 2017, comparte su alegría con quienes la saludan. la gaceta / fotos de ana daneri
27 Febrero 2017
Nieve en pleno verano con las espumas en aerosol. Pintura de colores en todo el cuerpo. Coplas festivas al ritmo de los golpes en las cajas. Ofrendas de pan, agua, vino y frutos de la tierra. Niños, jóvenes, adultos y los de la tercera edad. El cuarto día de la Fiesta Nacional de la Pachamama, celebrado ayer, reunió todos estos ingredientes y congregó alrededor de 30.000 personas, según los organizadores.

Con el imponente marco de los Valles Calchaquíes, Amaicha del Valle celebró la jornada central de la septuagésima edición de esta fiesta. La mayor incógnita de la semana fue develada por la mañana. Rosario Liberia Vargas fue elegida por el Consejo de Ancianos como la Pachamama 2017.

Pasadas las 11.30, Rosario (de 85 años) mantuvo los primeros contactos con la gente en su camino hacia el predio ubicado a dos cuadras de la plaza principal de Amaicha. Presidían el séquito dos de sus nietos, Maximiliano y Larissa Nieva, de seis y tres años, respectivamente.La hermana mayor de los chicos, Brenda, se acercó desde un costado para afirmar que a su abuela la eligieron porque es muy buena con todos.

También la acompañaban el Pujllay (espíritu alegre del Carnaval que fue despertado en el jueves de comadres), el Yastay (dios que cuida a los animales) y la Ñusta (joven que simboliza la fertilidad).

La comitiva avanzaba a paso lento porque todos se acercaban a saludar a la Madre Tierra, que sonreía y cantaba coplas cuando se lo pedían.

La elegida pide ayuda

Doña Rosario es oriunda de Los Corpitos, pero vive en Los Zazos. Tiene tres hijos, un varón y dos mujeres, de las cuales una falleció. Ellos le dieron 16 nietos y ocho bisnietos. Además de ser coplera, se dedicó toda su vida a la artesanía y a la elaboración de productos regionales. “Y canta desde niña en el cerro, donde se canta cuidando a los animales”, comentó Giselle Nieva, una de sus nietas.

La Pachamama hizo una pausa en su constante reparto de bendiciones para contar que estaba en su casa cuando le avisaron que había sido elegida. Aunque no se lo esperaba, tiene claro cuál será su función. “Tengo que hacer algo por mi comunidad, tengo que ayudar en lo que el cacique o el Consejo de Ancianos me pidan”, resumió.

En un mensaje para los tucumanos pidió que todos ayuden a cuidar la comunidad indígena. Además, se dirigió al Gobierno provincial: “al señor gobernador, que se acuerde de nosotros. Que nos ayude para que los chicos que están estudiando tengan trabajo, que no se vayan lejos”.

Ceremonia central

Al grito de “Pachamama, kusiya, kusiya”, Doña Rosario fue recibida en el predio cubierto de barro a causa de la lluvia del sábado. Todas las gargantas proclamaron el pedido de ayuda a la Madre Tierra, que subió al escenario para encontrarse con su antecesora, Catalina Cruz. Ambas dieron su bendición y arrancaron fervorosos aplausos. Luego todos se pusieron de pie para escuchar el Himno Nacional que dos jóvenes entonaron en quichua.

Depués se sucedieron las ofrendas a la Madre Tierra: algarroba, coca, chañar, tuna, racimos de uvas, vino de la bodega comunitaria, albaca y agua. Los agradecimientos y ruegos de protección de los que pasaron al frente se escucharon a lo largo de media hora.

Cuando le tocó tomar el micrófono a Eduardo Nieva, cacique y delegado comunal de Amaicha, solicitó a Doña Rosario que ponga la fuerza espiritual que necesita su gestión. “Además, queremos ser un municipio autónomo indígena. Esto sería una reparación histórica”, sostuvo enérgicamente.

Finalizado el acto oficial, las carrozas comenzaron a desfilar para rendir su homenaje a la Madre Tierra. Más tarde, la música hizo bailar al público que estaba encendido bajo la lluvia de nieve. Y la fiesta se prolongó durante todo el día...

Salida en familia.- Desde los 11 años Nicolás Dávila no se pierde esta fiesta. En esta oportunidad asistió con su esposa y sus dos hijos, de seis y dos años. Explicó que, acompañado por ellos, disfruta de la parte sana del festival.

Siempre vuelve a casa.- Jorge tiene 59 años y es tucumano, pero a los 18 se fue a vivir a Buenos Aires. Desde los 21 que viene a la provincia para celebrar la Pachamama. “Esto es lo mío”, afirmó con lágrimas en los ojos. Según su opinión, esta es una fiesta única en Latinoamérica porque es algo natural y no comercial.

Recuperar la historia.- Maby y Enzo están de novios hace un año. Llegaron el sábado a Amaicha en medio de la lluvia y se quedan hasta el martes. Sostuvieron que el interés por la tradición los llevó a vivir esta fiesta por primera vez. “Es la necesidad de volver a la tierra, conocer un poco más los orígenes”, agregó Maby.

Venta solidaria.- Antonio Cruz tiene 45 años y es de Santa María. Hace 30 años que vende muña muña en este festival. Comentó que le estaban comprando mucho y que con lo que gana organiza un festejo del Día del Niño cada año en su pueblo.

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