Sin los espacios verdes, no hay ciudad sustentable

Sin los espacios verdes, no hay ciudad sustentable

Críticos y especialistas son unánimes en señalar, como reclamo de todas las sociedades para el futuro, un mundo sustentable y una recuperación del paisaje en las ciudades. Se clama por políticas de visión amplia y preocupada por los valores ecológicos, que hagan funcionar eficazmente todas sus actividades, a través de la calidad de los espacios verdes y recreativos.

En este último tema, y más allá de la abundancia de declamaciones, algunas ciudades han creado corredores verdes, han recuperado costas o entornos de ríos, o han formado nuevas plazas o parques. En San Miguel de Tucumán, se vio últimamente cierto afán por rescatar y revalorizar la forma paisajística y social de plazas y bulevares. Está además el tantas veces anunciado proyecto sobre la zona ribereña del río Salí. Pero, más allá de dichos intentos, parecería no entenderse la significación que tienen, en la ciudad, los ecosistemas naturales o parques, para conformar espacios públicos cuyo potencial radique en el esparcimiento, la recreación y el desarrollo de la actividad deportiva.

El crecimiento impresionante del Gran San Miguel de Tucumán, ha tornado obsoletos los parámetros convencionales de ajuste urbano. La profunda transformación del paisaje ha afectado, de forma considerable, los sistemas ambientales en todas las ciudades del mundo, y por cierto en la nuestra.

Encorsetados por un anacrónico código de planeamiento, se apela aquí a parches, sin resolver los temas de fondo. O sea, las causas de este desborde inusitado de la matriz urbana, contenedora de un vivir que ya no es razonable. Hay un declive en la vitalidad de los espacios urbanos y en los estándares de calidad de vida. La gente y los propios gestores, creen que una ciudad es automóviles, edificios, negocios y personas, cuando en realidad se trata de la vida que trascurre en ella. Se habla sólo de congestión, de apuros, de ruido y de estrés. Muy pocos relacionamos ciudad con calidad de vida, mientras está pendiente el reto de incorporar la sostenibilidad a la urbe existente, apostando por un desarrollo donde los espacios verdes jueguen un papel primordial en el aumento de esa calidad.

La agenda de gestores, planificadores y dirigentes, trata con enorme lentitud opciones interesantes, como el mentado proyecto de la ribera del Salí, o el nonato del Parque Norte. No conocemos la propuesta de corredores verdes que vinculen el área metropolitana. El gran espacio verde que se destinó a Lomas de Tafí, aún espera su tratamiento como tal. El canal y camino del Perú no se encaran como opciones para el desarrollo de un tratamiento paisajístico.

En Yerba Buena, las plazas esperan ser revalorizadas. La conectividad y transgresiones de los desarrolladores inmobiliarios, los tiene tan ocupados que nadie habla de promover la creación de un gran espacio verde, en la denominada “Ciudad Jardín”, lo que es una carencia mayúscula. Si primara una visión de grandeza, hay allí superficies que debieran ser declaradas de utilidad pública y sujetas a expropiación con ese fin. Esto además de rever el código y fijar una ocupación del suelo lo suficientemente baja, de modo que el espacio verde sea el verdadero protagonista.

La apuesta es que el Área Metropolitana avance hasta modelar una ciudad más sostenible, económica, social y ambientalmente. Hablamos de nuevos desarrollos urbanos donde el verde juegue su papel, clave y benéfico, en la salud del físico y de la mente. Como manera de generar, así, una conciencia ambiental asentada en la interacción y en la experiencia directa y constante con la naturaleza.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios