El muro partiría a una tribu y su conexión con tierras ancestrales

El muro partiría a una tribu y su conexión con tierras ancestrales

A un mes y seis días de haber asumido como presidente de EEUU, el magnate inmobiliario mantiene firme su política migratoria. Esto viene suscitando -cada vez más- la resistencia de diversos sectores de la sociedad norteamericana, como también roces y repudio por parte de otros países a nivel mundial.

TRABAS. La política migratoria de Trump se topa con obstáculos políticos. Reuters TRABAS. La política migratoria de Trump se topa con obstáculos políticos. Reuters
26 Febrero 2017
SAN MIGUEL, Arizona.- Las llamadas telefónicas empezaron casi tan pronto como el presidente Donald Trump firmó su decreto presidencial, haciendo oficial su promesa de construir un muro para separar a Estados Unidos de México.

El plan del nuevo presidente para construir un muro de 1.954 millas del océano Pacífico al Golfo de México tendrá que superar la furia de los oponentes políticos y de diversos obstáculos financieros, logísticos y físicos, como las elevadas cordilleras.

Uno de esos obstáculos lo representan las 62 millas que pertenecen a la Nación Tohono O’odham, una tribu que ha sobrevivido a la fragmentación de su territorio durante más de 150 años y concibe a la idea del presidente como la indignación final.

Un muro no solo dividiría las tierras tradicionales de la tribu en Estados Unidos y México, dicen integrantes. Amenazaría una conexión ancestral que ha perdurado con todo y que las barreras, rejas, cámaras y agentes de la Patrulla Fronteriza se han convertido en parte del panorama.

La tribu tiene 34.000 miembros registrados, según su presidente, Edward D. Manuel. La mitad vive en la reserva en Arizona, dos mil están en México y el resto se fue a donde eran mejores las perspectivas de empleo.

La reserva Tohono O’odham ha sido un popular punto de cruce para inmigrantes no autorizados y uno de los corredores del narcotráfico de mayor movimiento a lo largo de la frontera sur, en parte, porque el gobierno federal reforzó de seguridad en otros sitios.

Los dirigentes de los tohono o’odham reconocieron que están a ambos lados de una auténtica inquietud de seguridad nacional. Con renuencia, la tribu obedeció cuando el gobierno federal remplazó una vieja valla de alambre de púas con barreras más sólidas que se diseñaron para detener a los vehículos que transportaban drogas desde México.

Le cedió cinco acres a la Patrulla Fronteriza para que pudiera construir una base con dormitorios para sus agentes y tener espacio para detener temporalmente a los inmigrantes.

Las actuales barreras fronterizas tienen tres puertas que se abren regularmente para reuniones familiares y ceremonias, como la Vikita (se pronuncia UHI-KIH-THA), misma que se celebra cada verano para marcar el nuevo año tribal, y los peregrinajes religiosos a 60 millas dentro de México. Quienes viven del lado mexicano cuentan con credenciales de cruce fronterizo que los autorizan para visitar a la tribu del lado estadounidense, pero no para quedarse o trabajar en Estados Unidos, o salir de la reserva.

Jacob Serapo solía acarrear agua para su familia y su ganado de un pozo a 100 yardas de su casa, pero las barreras lo dejaron del otro lado, en México. Ahora debe manejar cuatro millas, varias veces por semana, hasta la fuente de agua más cercana del lado estadounidense. “No hay una palabra en o’odham para decir muro”, notó Serapo. (Tampoco la hay para ciudadanía).

La Patrulla Fronteriza tiene retenes en cada uno de los caminos que salen de la reserva, donde se podría detener y deportar a un miembro de la tribu que sea ciudadano mexicano, observó Richard Saunders, director de seguridad pública del lugar.

Debido a los derechos tribales, lo más probable es que para la construcción del muro en el territorio de la Nación Tohono o’odham se requeriría de un acto del Congreso, según Monte Mills, el codirector de la Margery Hunter Brown Indian Law Clinic en la Universidad de Montana.

Sin embargo, la Corte Suprema ha sostenido que, al considerar si actúa en formas que tengan un impacto en los nativos estadounidenses, el Congreso debe compartir “una detallada consideración de los intereses tribales”, dijo Mills. La semana pasada, Manuel y Jose se reunieron con funcionarios de Seguridad Interna en Washington para solicitar un lugar a la mesa.

Cuando se le preguntó sobre las inquietudes de la tribu, Gillian Christensen, una portavoz de Seguridad Interna, dijo que la dependencia “está trabajando para implementar las directrices dadas en el decreto presidencial”.

Si Trump buscó construir el muro sin la aprobación del Congreso, el proyecto podría ser más vulnerable a la acción legal, notó Mills. No obstante, muchos nativos estadounidenses vieron la rápida decisión del presidente para reanudar los trabajos en el oleoducto Dakota Access – que el ex presidente Barack Obama había detenido después de las protestas en la reserva indígena de Standing Rock en Dakota del Norte – como un signo de que el nuevo gobierno sería menos deferente hacia su soberanía.

A medida que se ponía el sol el viernes, docenas de tohono o’odham llenaron las cámaras del Consejo Legislativo en la Casa Blanca, el edificio en Sells que alberga al gobierno tribal, para realizar una reunión comunitaria sobre el muro fronterizo. Adentro, los voluntarios registraban a las personas para que votaran y las instruían sobre cómo escribir cartas dirigidas a la delegación congresal del estado. “Si tenemos un muro, separará a nuestro pueblo”, notó la principal organizadora de la reunión, April Ignacio, de 34 años, en una entrevista afuera del edificio.

Entonces, planteó otra posibilidad que la llenó de pavor. “Si nosotros no tenemos un muro y otras partes de la frontera lo tienen, los carteles canalizarán todo por aquí”, comentó. “¿Qué nos hará eso a nosotros?”

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