“La llamada 3” inauguró el 4D, un sistema para asustarse más en el cine

“La llamada 3” inauguró el 4D, un sistema para asustarse más en el cine

Por ahora sólo está disponible en salas de Buenos Aires y Rosario. Butacas móviles y efectos especiales

SAMARA REGRESÓ. Con el flamante 4D, la asesina de “La llamada 3” se percibe más cerca del espectador.  SAMARA REGRESÓ. Con el flamante 4D, la asesina de “La llamada 3” se percibe más cerca del espectador.
20 Febrero 2017
El reciente estreno de “La llamada 3”, dirigida por el español Francisco Javier Gutiérrez, inauguró en algunas salas argentinas el “4D E-Motion”. Este sistema procura acentuar el miedo y la implicación física de los espectadores a través de butacas con movimiento y efectos especiales como impacto de aire, vibración, aromas, agua, temblor, viento y luces que se activan en distintos momentos de la proyección.

Se trata de un sistema creado hace pocos años por una empresa argentina, pero cuyos verdaderos orígenes -más allá del perfeccionamiento técnico- se remontan al siglo pasado, cuando varios cineastas y productores empezaron a pensar y desarrollar diversas formas espectaculares para atraer la atención del público a sus películas.

El precursor

Entre ellos, el más importante fue probablemente el productor y director estadounidense William Castle, autor de varios filmes de género fantástico que pasó a la fama por haber iniciado el uso de “gimnicks”. Eran trucos publicitarios sensacionalistas -como butacas vibradoras y pequeños hilos imperceptibles que rozaban el rostro de la gente- con los que promocionaba sus obras.

Ayudante de dirección de Orson Welles en “La dama de Shangai” y productor de “El bebé de Rosemary”, de Roman Polanski, Castle fue productor y autor de filmes de terror Clase B de bajo presupuesto como “Macabro” (1958), “House on Haunted Hill” (1959), “El aguijón de la muerte” (1959) y “Trece fantasmas” (1960), aunque se hizo más famoso por la forma de publicitarlas que por su calidad artística.

Para promocionar “Macabro”, Castle aseguró en 1.000 dólares a los espectadores para el caso de que alguno muriera de miedo durante la función, mientras que el truco para “House on Haunted Hill” se llamaba “Emergo” y consistía en la aparición de un esqueleto volando por encima de la cabeza de los espectadores en uno de los momentos de mayor tensión del filme.

Cuando estrenó “El aguijón de la muerte”, Castle ideó “Percepto”, un sistema que se colocaba en algunas butacas de la sala y generaba una pequeña descarga eléctrica que sorprendía al público desprevenido, y para “Trece Fantasmas” presentó el “Illusion-O”, mediante el cual el espectador elegía si quería ver a los fantasmas, usando unos anteojos -el “ghost viewer”- que se le entregaban con su entrada.

También inventó “la pausa del miedo”, intervalo en el cual los espectadores que estuvieran muy asustados mientras veían “Homicida” (1961) podían salir de la sala y pedir el dinero de la entrada, y para “Mr. Sardonicus”(1961) inventó unas tarjetas para que el público decidiera el destino final del protagonista, eligiendo un dedo pulgar hacia arriba o un dedo pulgar hacia abajo según quisieran que muriera o se salvara.

Más estrategias

La evolución de esos trucos artesanales, que buscaban generar sorpresa y acentuar sensaciones físicas frente a escenas que quizás no era tan terroríficas como lo anunciaban tráilers y afiches, fue acompañada por otros recursos sensacionalistas: pantallas horizontalmente expandidas como el Cinemascope y el sistema 3D, que aportaba tridimensionalidad a las imágenes gracias al uso de lentes estereoscópicos.

También hubo otro sistema, el “Olor-o-Visión”, que liberaba olores durante la proyección de una película y que perfeccionó una idea que databa de 1916, antes incluso de la llegada del cine sonoro, y que fue llevado al extremo en 1982 por el cineasta estadounidense John Waters, que sacó una versión “Odorama” de su película “Polyester”, con tarjetas para rascar y oler que incluía aromas a basura y podredumbre.

Lo nuevo

Deudor de todas esas iniciativas, el sistema 4D E-Motion desarrollado por la empresa argentina Lumma invita al público a “vivir el terror” en su propio cuerpo, y promete potenciar el género de terror -en este caso, acompañando a “La llamada 3”- “con las sensaciones más aterradoras” que provocan sus butacas con movimiento y otros efectos como agua, impacto de aire, luces, aromas, vibración y temblores.

“Fusionamos capacidades creativas de la industria audiovisual, electrónica y las ciencias de la computación, ofreciendo ideas innovadoras para nuevos formatos de exhibición. Desarrollamos la tecnología E-Motion S4, un sistema de cine 4D equipado con butacas móviles y efectos especiales que interactúan en sincronismo con la película, generando una experiencia inmersiva de alto impacto sensorial”, explicaron los empresarios.

La película de Gutiérrez -tercera parte de la remake estadounidense del filme japonés “Ringu” (1998), de Hideo Nakata- se convirtió en la primera película en 4-D de Argentina, aunque por ahora funcione únicamente en salas especialmente acondicionadas como Village Cines Avellaneda y Rosario, y Cines Multiplex Palmas del Pilar y Canning.

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